CAPÍTULO 5

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Los dos días siguientes pasaron y llegó la hora.
Bajé las escaleras encontrándome con mi madre y mi padre en la puerta. Mi madre lloraba, y mi padre sostenía mis maletas en sus manos. Justo cuándo ibamos a salir de casa tocaron al timbre, mi padre dejó las maletas y abrió la puerta encontrándose en ella a Liz junto a Chris.

Me siento avergonzada ante esta situación, quien lo iba a decir, yo, Samantha Jonhson, plantada frente a sus dos mejores amigos, pero esta vez era diferente a las demás veces que nos veíamos, ya que esto era una despedida.

No le había dirigido la palabla a Liz desde que hablamos por teléfono y me contó que ya lo sabía.

Liz: Sam...-Dijo Liz al borde de las lágrimas. Pude ver como Chris se encontraba en shock, el no sabía nada sobre esto, y supongo que Liz ya le habrá contado todo.

Mis padres se marcharon al coche dejándonos sólos a los tres.

Sam: Yo... No se que decir..-Digo nerviosa y dirigo mi mirada a Chris.-Chris, siento no haberte contado nada sobre esto..
Chris: Eso no importa ahora Sam, te quiero mucho.-Dijo abrazándome.-Sabes que siempre me tendrás aquí, de acuerdo?-Dijo a lo que yo asentí y me sequé algunas lágrimas.
Liz: Sam yo... Lo siento.
Sam: No importa eso ya haha.-Digo y la abrazo como nunca lo había hecho.
Liz: Creo que esto es una despedida.-Dijo con un hilo de voz.
Sam: No Liz, nos volveremos a ver, los tres, aunque sea escapándome de allí, os volveré a ver.-Mi llanto aumenta con cada palabra que digo, no me creo que este pasando todo esto.

Chris y Liz me acompañan hasta el coche, y cuando ya estoy por subir nos unimos en un abrazo, un abrazo que lo recordaré de por vida. Los miro por última vez y me meto en el coche. No habían palabras para describir este momento, era horrible.

Me despido de nuevo con la mano y mi padre arranca. El hospital psiquiátrico está algo lejos, a las afueras de la ciudad de Los Ángeles.
Tardamos cómo dos horas en llegar y en esas dos horas no paro de recordar toda mi vida en Los Ángeles, junto a mi família, junto a Liz, junto a Chris. Recuerdo mis momentos en la escuela y en el instituto, recuerdo lo feliz que era de pequeña, sin voces que me atormentaban ni alucinaciones que me provocaban insomnio, extraño esos momentos.

Al llegar me seco las lágrimas y bajo del coche, el manicomio es enorme, y está algo anticuado.
Una señora de unos 45 años viene a recibirnos.

Xx: Buenas, soy la directora de este centro y me llamo Annie.-Dice y dirige la mirada hacia mi.-Supongo que tu serás Sam, me equivoco?-Pregunta sonriente.
Sam: Si.. Soy yo.-Digo algo desconfiada.
Annie: Bien Sam, encantada, seguirme.

Seguimos a la directora hasta la entrada del manicomio. En el recibidor se encuentra una mesa y detrás de ella una mujer algo mas joven que Annie pero mucho más gorda, está hablando por teléfono, cuándo cuelga me dedica una sonrisa muy amigable, algo que a mí me asusta.

Annie: Esta es Alice, y siempre la encontarás aquí. Ella se encargará de rellenar tus papeles junto a tus padres.-Dice mientras Alice saca unos cuántos papeles de un cajón. Mis padres se acercan y se miran los papeles con atención.-Sam, tu espera sentada en esos sillones, ahora vengo.

Dicho eso se marchó por una puerta, intenté asomarme pero no ví nada, así que me senté en los sillones que me indicó.

Al cabo de cinco minutos la directora volvió junto a un chico, parecía de mi edad, y se le veía algo cansado.

Annie: Sam, este es Thomas, te enseñará todo el centro y si tienes alguna duda él te la resolverá.
Thomas: Hola, encantado.-Dijo Thomas estrechando mi mano.
Sam: Hola.-Contesté sonriendo.

Vi que mis padres ya habían acabado con los papeles, mi sonrisa desapareció al recordar que ellos se marcharían, y me dejarían aquí sola.

Papá: Hija ya hemos acabado...-Dijo para luego darme un fuerte abrazo.-Tranquila, aquí estarás bien.
Mamá: Sam... Te quiero pequeña..-Y también me abrazó. Su llanto comenzó a salir y mi padre decidió que ya era hora de marcharse.
Papá: Te queremos mucho. Vendremos a vertr pronto.-Me volvió a abrazar y se marcharon del recibidor, dejándome sola.

No pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos.
Annie me tocó el hombro y me sonrió.

Annie: Sam, te tengo que llevar a tu habitación para que dejes tus maletas, después Thomas te enseñará todo esto.
Sam: De acuerdo...-Dije secándome algunas lágrimas y siguiendo a la directora por unas escaleras, supongo que las principales ya que eran enormes.

Al subirlas lo único que encontrabas eran pasillos llenos de puertas, este sitio parecía ser enorme.
Caminamos por el pasillo hasta que paramos en frente de una puerta, mi habitación.

Annie: Habitación 223, esta es la tuya.-Abrió la puerta y nos adentramos en la habitación.

Sinceramente me la imaginaba mucho peor, aunque es enana, no me puedo quejar. Hay una cama inpecable y un armario. Pude ver que no había lavabo dentro de la habitación, y eso no me gustaba, odiaba los lavabos públicos.
Dejé mis maletas junto al armario para luego deshacerlas y salí de la habitación junto a Annie.

Volvimos al recibidor, dónde se encontraba Thomas sentado en un sillón, supongo que esperando a que bajasemos.

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