Capítulo 1: Ronney

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Era una noche fría... la más fría en mucho tiempo, el viento soplaba con furia y fervor como si tuviese voluntad propia y quisiera destruir algo o alguien, o como si con él trajera un mal presagio, ojala me hubiese equivocado.

— ¡Por favor Emily, esto es una locura! ¡Tienes que bajar de ahí! — grité con desesperación, mientras la miraba desde lo bajo, a ella, mi ex novia, quien se hallaba sobre el tejado de su casa, desesperada, paranoica, fuera de sí totalmente, y con una clara intención, y esa era la de saltar.

— ¡No Ronney! ¡No bajaré hasta que me digas que no me vas a dejar, hasta que me digas que estarás conmigo por siempre, que vas a volver conmigo, que me amas! —Replicó con lágrimas en los ojos, a lo que pese a la adrenalina y la desesperación que también sentía, me exasperé un poco —Está bien, volveré contigo—dije — ¡Mientes! —interrumpió de inmediato, a lo que chasqueé la lengua, yo sabía que no lo iba a hacer, que me estaba manipulando, y no podía permitirlo; hace tiempo que nuestra relación ya no era sana, y que el amor, por lo menos por mi parte, había terminado, siempre he sido muy malo mintiendo... El escenario no era favorable, aún si le decía lo que quería escuchar, sólo me daría unos días más de vida, y después volvería a ser lo mismo, llevaba ya un tiempo amenazándome con estas cosas, he soñado con ello, me da escalofríos de tan solo pensar este hecho, si no es con una soga en el cuello, es un arma, y si no es un arma, es esto, sólo era este maldito círculo, me quedé unos instantes reflexivo, y ella seguía expectante, lo cual me indicaba que no iba a hacerlo, y no podía seguir atrapado en dicho círculo —Es verdad, estoy mintiendo, y no porque quiera, si tan solo...—hice una pausa, pues sentía que se me iba la voz, quisiera decir que era porque el viento me obligaba a forzarla, pero sé que no era por eso, no del todo —...si tan sólo pudiese quererte como hace un año, lo haría, de verdad, pero no puedo, no puedo forzarme a sentir algo que ya murió—dije diciendo esto último cabizbajo, no puedo prometerte amarte, pero sí estar a tu lado por el resto de tus días, por favor Emily.... Baja de ahí—dije con un rostro sincero y una expresión blanda, pues lo anterior dicho no era una mentira, eso es seguro, lo dije desde lo más profundo de mí, de mi extraño corazón, el viento sopló una vez más, y más fuerte que las veces anteriores, lo cual me hizo hacer un gesto frustrado, mientras me cubría con ambos brazos, e hizo que Emily perdiera el equilibrio y resbalara —¡Emily! —grité asustado, pero ella logró sostenerse, y sonrió de igual forma, como si eso tuviese algo de gracia, ¿Por qué algunos no aprecian su vida, como si de un juego se tratase? —Emily, por favor, es peligroso, no es gracioso, me estás asustando, baja ya—supliqué por enésima vez, me miró con esos ojos cristalinos, que reflejaban un alma quebrada, un corazón roto, un corazón que yo rompí... —Está claro que me quieres, que te preocupas por mí, por eso sonreí, pero también está claro que no me amas, y no podrás volver a hacerlo, ya lo entiendo, pero yo si te amo Ronney, con toda mi alma, con mi vida... te amo— concluyó, con ese rostro que también rompía mi corazón, miró por última vez las estrellas, se puso de pie, sentí un poco de alivio al mirar que lo había entendido, y que bajaría... o eso pensé, se colocó en la orilla del tejado y sin pensárselo dos veces, saltó al vacío, acompañada de un grito desgarrador de mi parte, jamás me sentí tan desesperado en toda mi vida, me hubiese gustado haber hecho algo distinto aquella noche, estaría dispuesto a seguir en aquel círculo con tal de que volviese, pero es tarde, y ella no va a volver... y todo es mi culpa, suicidio, la valentía de los cobardes.

(Tres años después)


Mi nombre es Ronney tengo 17 años pero todos me dicen Roni... y cuando digo todos me refiero a mi madre y a su novio, mi padre biológico nos dejó cuando yo tenía 3 años, no recuerdo mucho de él y no es que me importe... mi madre nunca lo menciona y en la casa no hay foto alguna de él pero cuando voy a casa de mi abuela siempre me dice que soy idéntico a él mientras tira de mi pecosa nariz hasta que quede roja, hace poco me diagnosticaron miopía... así que debo usar estos enormes lentes, luego de jugar video juegos, finalmente salí de mi habitación... tome un bien merecido baño pues había olvidado la última vez que tome uno, ya tengo el cabello algo largo pensé cuando me puse un gorro y mi pelirrojo cabello tapaba mis ojos —¿Vas a salir?— Cuestiono mi madre... pero no en ese tono exigente con que una madre normal pregunta sino con una sonrisa en los labios y un rostro en general expectante con su particular brillo en los ojos cuando algo le emociona —si...iré a un lugar.—Murmure con voz seca, hice un gesto frustrado y procedí a salir, ya caminando a lo largo de la acera noté a Dayane, la vecina de más o menos mi edad viéndome con recelo como el retraído social que era; suspiré hondo, mire la palma de mi mano en la cual yacían unas monedas que había ahorrado y me dirigí a la florería, nada más de escuchar la campanita al entrar salté — Hola ¿Qué vas a llevar? Dijo el empleado con total cordialidad.— Son para tu novia?— pregunto el sujeto intentando iniciar una conversación —algo así....— murmuré desganado mientras miraba con recelo a una pareja eligiendo un arreglo floral —qué suerte, debe ser muy bonita— continuó mientras alistaba el ramo de rosas rojas que había solicitado, me limite a callar, —aquí tienes— concluyó mientras le daba el dinero y salía deprisa del local — ¡gracias!— grité y corrí mirando hacia atrás cuando me estrelle con mi abuela, era un pueblo pequeño.... — ¡Hijo, que alegría! Después de todo este tiempo... y dime, quien es la afortunada?— dijo en tono insinuante mientras me empujaba con el codo —ehh... llevo algo de prisa— murmuré nervioso mientras me escabullía —¡salúdala por mí!— Gritó tierna mente mi abuela.... Corrí hasta llegar al cementerio, pasé caminando entre las tumbas, sentí un leve escalofrío, en verdad, se sentía tan solo, tan callado, estar en ese lugar me causaba nauseas, y un tremendo vacío en el pecho; cuando finalmente la encontré, era la tumba de Emily, hice un gesto frustrado intentando no llorar, mi boca temblaba, me incliné y acomodé el ramo de flores —Lo siento...-—murmuré con voz quebrada, cada año era igual, venía aquí a disculparme, y aún así, sentía que no me alcanzaría una vida haciendo lo mismo año tras año para aliviar la culpa, para hacer que aquel vacío en el pecho desapareciera, aquella noche, no sólo se detuvo la vida de Emily, sino que la mía, desde entonces casi no comía, no dormía, no iba a la escuela, no tenía amigos, tanto ella como yo, dejamos de existir aquella tormentosa noche, y realmente era muy triste, ella estaba muerta, y yo muerto en vida; entonces recordé lo que mi abuela me había dicho esta mañana; y en la infinita culpa e impotencia que cargaba sobre mis hombros desde entonces, la impotencia de no poder darle los saludos de mi abuela a Emily, de otra forma que no fuese mirar hacía el firmamento, con la incertidumbre, de si ella me escucharía desde alguna parte, o si mis palabras sólo se perderían en el viento.

"Hunder the same sky"Where stories live. Discover now