El color de las voces

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**RONNEY**

Otro día... joder, por qué desperté, ¿Tendría que preguntarme esto el resto de mis días? Probablemente sí. La cosa está así, no puedo evitar pensar demasiado, pensar varias cosas al mismo tiempo, es como si hubiesen muchas personas en mi cabeza, así que no era extraño preguntarme algo y luego contestarme, no podía controlar mi mente, sólo surgían y surgían pensamientos, revoloteando, hasta que me daba una de esas migrañas y luego olvidaba cosas, algo como lagunas mentales; por eso, odiaba despertar, estar consciente, al parecer mi cerebro amaba complicar todo, y más a esta edad, la maldita adolescencia, con una muerte sobre hombros, dios...no tenía mucha motivación –¿Sólo mencionas ese nombre cuando recurres a una queja verdad?– Dijo shiky desdeñoso, uno de mis alter ego, así es, tuve que nombrarlos para así tener un poco más de control y entendimiento sobre mi caótica mente–¿Para empezar Dios es un nombre? –cuestionó René –Tú siempre tán técnico– intervino Dean, cuando el sonido de la puerta al abrirse bruscamente me sacó de aquel trance sin sentido –Ronney, despierta, es hora de tus medicinas– murmuró mi mamá, asentí en silencio con la cabeza, realmente detestaba tomar esas "medicinas" que en realidad no eran más que un coctel de antidepresivos y otras cosas raras para mantener esas voces en mi cabeza a ralla, pero bueno, supongo que decirles de esa forma resultaba menos desgastante para mi madre, después de todo, ella no pidió tener un hijo como yo, en ocasiones me preguntaba, cómo sería si mi padre no se hubiese largado, cómo sería mi madre, ¿Cómo sería yo, hubiese cambiado en algo? Quizá Emily... no, supongo que no tiene mucho que ver, de cualquier forma, lo hecho, hecho está; Suspiré profundamente, y me limité a extender la mano para tomar el vaso con agua que me ofrecía mi madre, lo coloqué en el buró, y antes de que ella se marchara murmuré –Mamá, perdóname por no ser el hijo que esperabas– ella, se limitó a callar, fingiendo no haberme escuchado, pero, yo sé que lo hizo, pude ver su gesto petrificado, luego devino la frustración, y debo admitir, que Lily, (así es como llamé a mi parte lasciva) pedía a gritos en mi interior, deseaba que mi madre me contradijera, pero sólo calló.

***

Cuando era pequeño, me diagnosticaron con Síndrome de Asperger , fue ahí donde conocí a mi Psiquiatra, Mikel, era muy joven y rechoncho entonces... ahora sólo es rechoncho supongo; luego de varios años de tratamiento, a la edad de 13 años dejé de asistir; se podría decir que me dio de alta, pero luego de lo ocurrido con Emily tuve que volver; creo que tengo el estómago algo jodido de sólo comer comida chatarra y pastillas.

Bajé a la cocina, mi madre estaba más silenciosa de lo normal –¿Qué harás hoy?– dije para salir de aquel incómodo silencio mientras bebía leche, ella freía huevos, –Saldré con Christian– murmuró sin siquiera mirarme; Christian, como ya mencioné, es el novio de mi madre, ellos no vivían juntos, creo que la vida los había tratado lo suficientemente mal para entender que convivir mucho tiempo con alguien más resultaba nocivo en una relación, supongo que mi padre pensaba igual... o quizá sólo consiguió a alguien más joven, como sea... creo que nunca entenderé a los adultos, y no ansío ser uno, aunque no es como que la adolescencia sea lo máximo, me conformaba con dormir y jugar videojuegos; según la pirámide de Maslow, estaba haciendo todo mal, pero joder, supongo que Maslow no conoció los videojuegos.

Mi madre por fin se volvió hacía mí, con aquella mirada indescifrable, por experiencia sabía que cada que ponía esa mirada, planeaba algo, pero realmente era como una ruleta, podría romper el silencio con un grito saltando de gusto y viniéndome con alguna noticia que a ella la motivara, o podría gritar iracunda al punto de casi escupir fuego como un dragón, ese, era el problema... planeaba algo, pero nunca sabía qué; si alguien era más tripolar que yo, esa era mi madre –Irás al colegio, ya estoy cansada de que estés como una rata, no puedes estancar tu vida así– soltó sin pelos en la lengua, a lo que quedé estupefacto, con la cuchara y el bocado aún en la mano, mi poco apetito se había esfumado –¿Quién te dijo que podías tomar esa decisión sin mi?– repliqué furioso pero sin alzar la voz –Hijo, estás deprimido, Emily ya no está, tu padre ya no está, lo entiendo, pero no puedes sumergirte en un abismo de depresión sin siquiera luchar Yo no te enseñé a rendirte ¿Cuánto más seguirás así?– ¡Eso no fue lo que pregunté joder! – por fin exploté –Qué sabes tú, perdiste a un hombre pero conseguiste a otro, en cambio yo, perdí a un padre, y no podré recuperarlo, aún Christian no podrá nunca ser mi padre, no tienes ni puta idea de lo que es eso, tú no sabes lo que ha sido el asunto de Emily, tú sólo ves a un chico mediocre, jugando videojuegos, un ocioso introvertido que pasa la mayor parte del tiempo dopado con antidepresivos, maldición ya te pedí disculpas por no ser el hijo que deseabas, yo tampoco soy la persona que deseaba, sólo te hice una maldita pregunta– La respuesta ya la sabes...no pedí permiso a nadie, soy tu madre, entras el lunes– concluyó con un nudo en la garganta, tomó la bolsa del mandado y salió deprisa, pero yo sabía que no iba a comprar nada.

**DAYANNE (madre de Ronney)**

–Criar a un chico por mi misma había sido una tarea bastante difícil, pero yo hubiese hecho eso y más por Ronney, daría mi propia vida, él era mi único y más grande tesoro, no soportaba verlo así, día tras día siempre lo mismo, cada vez más forzándolo a comer o a tomar una ducha, un adolescente común ya era difícil, pero Ronney no era normal, desde pequeño, nunca lo fue, acudí a un montón de expertos que sólo disfrazaban su dolor, lo inhibían, desde que Derek se había marchado, todo se complicó, tuve que sacrificar un poco de esa atención que mi pequeño necesitaba, a cambio de salir a ganar para su sustento y el mío, pero en el fondo, yo sé que es un chico muy bueno, y con un gran potencial, un potencial que poco a poco se desperdiciaba día con día sumergido en los videojuegos, los videojuegos eran su única niñera, sus únicos amigos, quizá lo único que lo mantenían aún de pie, y cuando me di cuenta, cada vez temía más el llegar a casa y encontrarme a mi Ronney... no quiero ni pensarlo, pero se me ha cruzado por la mente, que ha considerado hacer lo que hizo su ex novia, no podía permitirlo, tenía que ayudarlo, tenía que sacarlo de aquel abismo en el que yo contribuí a sumirlo dándole la vida que le di, aún si me odiaba, yo tenía que hacer algo, estaba dispuesta a darle la noticia de su nueva inscripción en una de las mejores preparatorias del estado, y luego... quería darle la noticia de que Christian y yo nos matrimoniaríamos, pero no tuve oportunidad, lo tomó peor de lo que creí.

Salí deprisa con lo primero que encontré, la bolsa del mandado, sin pensármelo mucho, en realidad ni siquiera había sacado dinero, sólo fui al mercado a caminar, intentando que la gente no viera que estaba llorando; cuando me sentí mejor y volví a casa, mientras buscaba las llaves, creí oír unas voces familiares conversando amenamente y riendo, abrí entonces la puerta y al otro lado me encontré con Ronney y Christian, charlando y bromeando en el comedor como si de viejos amigos se tratase, miré alrededor, la comida estaba hecha, la hicieron juntos, la cocina impecable, quedé estupefacta –Madre ¿Dónde has estado?– me recibió Ronney con Una sonrisa afable y un tono de voz dulce, como si nada hubiese pasado esta mañana, miré a Christian, quien sabía de la condición de Ronney, el único que no era del todo consciente era él mismo, sentí un leve escalofrío recorrer mi espalda; había una parte de Ronney que no terminaba de aceptar a Christian, y luego estaba esta parte amable con todos, que se llevaba de maravilla con él –Siéntate madre, te serviré un poco, Christian me ayudó– dijo apresurado buscando un plato y cubiertos... era curioso, esta parte amaba la cocina, mientras que otro lado de él sólo comía cereal de la caja y luego bebía la leche... di un largo suspiro, asentí y sonreí sinceramente, Ronney... mi Ronney, era un chico muy especial.

**Ronney**

–A veces... me pregunto, si el resto de la gente piensa como yo, si se ve en la necesidad de nombrar y etiquetar a cada parte de sí– pensé mientras miraba el techo taciturno –Si las voces fueran una persona... ¿Cómo sería cada una? Si las voces tuviesen un color... ¿Qué color sería cada una?– sé que eran dudas un tanto extrañas, pero no paré de darle vueltas hasta que me quedé dormido, lo único que escuché fue a Shiky como un eco en mi cabeza, suplicando ser color rojo.

"Hunder the same sky"Where stories live. Discover now