La Varita de Sauco

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  Si el mundo había terminado, ¿por qué no cesaba la batalla? ¿Por qué el castillo noquedaba sumido en ese silencio que impone el horror y por qué los combatientes noabandonaban las armas? La mente de Harry había entrado en caída libre, semejante aun torbellino descontrolado, incapaz de entender lo imposible... 

  Vieron caer un cuerpo por el boquete abierto en la fachada del colegio, por dondeentraban las maldiciones que les lanzaban desde los oscuros jardines. 

  —¡Agachaos! —ordenó Harry bajo una lluvia de maldiciones que se estrellabancontra la pared a sus espaldas.

  Ron y él habían agarrado a Hermione y la habían obligado a echarse en el suelo,pero Percy estaba tumbado sobre Fred, protegiéndolo de nuevosataques, y cuando Harry le gritó: «¡Vamos, Percy, tenemos que movernos!», el chico se levantó ayudando a su hermano.

  —¡Percy! —Harry vio cómo las lágrimas surcaban la mugre que cubría la cara deRon cuando éste cogió a su hermano por los hombros y tiró de él—. ¡Si no te mueves ahora nos van a...

  En ese momento Hermione soltó un chillido. Harry no tuvo que preguntar porqué: una monstruosa araña del tamaño de un coche pequeño intentaba colarse por elenorme boquete de la pared; un descendiente de Aragog se había unido a la lucha.

  Ron y Harry lanzaron a la vez sus hechizos, que colisionaron, y el monstruo saliódespedido hacia atrás, agitando las patas de forma repugnante antes de perderse en laoscuridad 

 —¡Ha venido con sus amigos! —informó Harry a los demás. Asomado al boqueteque las maldiciones habían abierto en el muro, observaba cómo otras arañas gigantestrepaban por la fachada del edificio, liberadas del Bosque Prohibido, donde debían dehaber penetrado los mortífagos

  El muchacho les lanzó hechizos aturdidores y provocó la caída de la que venía encabeza encima de las demás, de modo que todas rodaron edificio abajo y se perdieronde vista. Las maldiciones continuaban pasándole tan cerca de la cabeza que lelevantaban el cabello  

  —¡Larguémonos ya! —urgió. 

Empujó a Hermione hacia Ron y ayudaron a Fred a levantarse.Percy, al percatarse de lo que Harry intentaba hacer, dejó de aferrarse a suhermano y lo ayudó; juntos, agachados para esquivar los hechizos que les arrojabandesde el exterior, sacaron a Fred de allí, quien cojeaba por su pierna.   

  —Mira, ahí mismo —indicó Harry, y lo pusieron en un nicho desocupado por unaarmadura.

  Tras asegurarse deque Fred estaba bien escondido, salió corriendo detrás de Ron y Hermione.Malfoy y Goyle se habían esfumado, pero al final del pasillo, repleto de polvo,fragmentos de yeso y piedra y cristales rotos, había un montón de gente; unosavanzaban y otros retrocedían, aunque Harry no pudo distinguir si eran amigos oenemigos. Al llegar a un recodo, Percy soltó un rugido atronador diciendo«¡¡Rookwood!!», y fue tras un individuo alto que perseguía a un par de estudiantes.

  —¡Aquí, Harry! —chilló Hermione.

Ella se hallaba detrás de un tapiz sujetando a Ron. Parecía que estuvieranforcejeando, y al principio Harry tuvo la descabellada impresión de que volvían abesarse, pero enseguida vio que Hermione intentaba retenerlo para que no semarchara corriendo detrás de Percy.

  —¡Escúchame! ¡Escúchame, Ron! 

 —¡Quiero ayudar! ¡Quiero matar mortífagos!

  El chico tenía la cara desencajada, manchada de polvo y humo, y temblaba derabia y dolor.  

  —¡Nosotros somos los únicos que podemos acabar con Voldemort, Ron! ¡Porfavor, escúchame! ¡Necesitamos capturar a la serpiente, tenemos que matarla! —ledecía Hermione. 

  Pero Harry comprendía cómo se sentía su amigo: buscar otro Horrocrux no leproporcionaría la satisfacción de la venganza. El también quería pelear, castigar a los mortifagos y encontrar a los otros Weasley, y por encima de todo queríaasegurarse de que Ginny no... No, no permitiría que esa idea se formara en sumente...

  —¡Lucharemos! —exclamó Hermione—. ¡Tendremos que luchar para llegarhasta la serpiente! ¡Pero no perdamos de vista nuestro objetivo! ¡Os repito que somoslos únicos que podemos acabar con Voldemort! —Mientras hablaba, se enjugaba laslágrimas con una manga chamuscada y desgarrada, pero respiraba hondo paracalmarse. Sin dejar de sujetar a Ron, se volvió hacia Harry y le espetó—: Tienes queenterarte del paradero de Voldemort, porque la serpiente debe de estar con él, ¿no?¡Hazlo, Harry! ¡Entra en su mente!   

  ¿Por qué le resultó tan fácil? ¿Tal vez porque la cicatriz llevaba horas ardiéndole,ansiosa por mostrarle los pensamientos del Señor Tenebroso? Cerró los ojosobedeciendo a Hermione, y al instante los gritos, los estallidos y todos los estridentessonidos de la batalla fueron disminuyendo hasta quedar reducidos a un lejano rumor,como si él estuviera lejos, muy lejos de allí...   

Harry Potter Y Las Reliquias De La Muerte (Final Alternativo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora