Otra Vez El Bosque

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  La verdad, al fin. Tumbado boca abajo, con la cara sobre la polvorienta alfombra deldespacho donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harrycomprendió que no iba a sobrevivir. Su misión era entregarse con serenidad a losacogedores brazos de la muerte. Pero antes de llegar a ese punto tenía que destruir losúltimos vínculos de Voldemort con la vida, de modo que cuando saliera al encuentrodel Señor Tenebroso sin alzar la varita para defenderse, hubiera un final limpio y sediera por concluido el trabajo que no se había terminado en Godric's Hollow: ningunode los dos viviría, ninguno de los dos sobreviviría. 

  El corazón le latía con violencia. Pensó que precisamente el miedo a la muerte lohacía bombear con mayor vigor para mantenerlo con vida, pero se pararía, y pronto.Sus latidos estaban contados... ¿Cuántos emplearía para levantarse, salir del castillopor última vez y cruzar los jardines en dirección al Bosque Prohibido?

  Tendido en el suelo, con ese fúnebre tambor golpeando en su interior, sintió quelo invadía el pánico. ¿Dolería morir? Más de una vez había creído que llegaba suhora, aunque en el último momento se había salvado; pero nunca se había detenido apensar de verdad en el hecho en sí, porque sus ganas de vivir siempre habíansuperado su miedo a la muerte. Sin embargo, en ese momento ni siquiera se planteóescapar, o burlar a Voldemort; sabía que todo había terminado, y la única verdad quequedaba era el hecho en sí: morir  

[...]

  La cabaña de Hagrid surgió en la oscuridad. No había luces encendidas, ni se oíaa Fang arañando la puerta ni ladrando para darle la bienvenida. Harry recordó lasvisitas al hombretón, los destellos de la tetera de cobre en el fuego, los pastelitos depasas, las larvas gigantes, la enorme y barbuda cara del guardabosques, a Ronvomitando babosas, a Hermione ayudándolo a salvar a Norberto... 

 Siguió adelante y llegó a la linde del Bosque Prohibido. Una vez allí, se detuvo.Un enjambre de dementores se deslizaba entre los árboles. Harry sintiópropagarse su frío y dudó que lograra combatirlo. No le quedaban fuerzas para haceraparecer un patronus, ni controlaba ya sus temblores. Al fin y al cabo, morir no eratan fácil. Cada inspiración que daba, el olor a hierba, la fresca brisa en la cara... todoadquiría un gran valor. Y pensar que la gente disponía de años y años de vida, tiempode sobra, tanto que a veces hasta resultaba una carga; y él, en cambio, se aferraba acada segundo que transcurría. No se sentía capaz de continuar, pero sabía que debíahacerlo. Aquel largo juego había terminado, habían atrapado la snitch, había llegadoel momento de descender...

  La snitch. Con dedos entumecidos buscó en el monedero colgado del cuello y lasacó. 

«Me abro al cierre.»   

  La contempló respirando con agitación. Y justo cuando deseaba que el tiempotranscurriera lo más despacio posible, éste se aceleró y la solución le llegó tan derepente que no hizo falta ningún razonamiento: aquella situación era el cierre. Aquélera el momento preciso. 

 Apretó la bola dorada contra sus labios y susurró: «Estoy a punto de morir.»Y la cubierta de metal se abrió por la mitad. Harry bajó una temblorosa mano,sacó la varita de Draco de la capa invisible y murmuró: «¡Lumos!»

  La piedra negra, dividida por una raja, reposaba entre las dos mitades de la snitch.La Piedra de la Resurrección se había resquebrajado siguiendo la línea vertical querepresentaba la Varita de Saúco, pero todavía se distinguían el triángulo y el círculoque representaban la capa y la piedra.  

  Y una vez más, Harry comprendió sin necesidad de reflexionar: no hacía falta quelos hiciera regresar, porque estaba a punto de reunirse con ellos. No iría él a buscarlos, sino que ellos vendrían a buscarlo a él.

 Cerró los ojos e hizo girar la piedra en su mano tres veces.

  Y supo que se había obrado el milagro porque oyó ruidos en la franja de tierracubierta de ramitas que señalaba la linde del Bosque Prohibido, como si unos cuerposligeros caminaran por ella. Abrió los ojos y miró alrededor.  

  Enseguida comprendió que no eran fantasmas ni seres de carne y hueso. Separecían mucho al Ryddle que había escapado del diario varios años atrás: unrecuerdo convertido casi en algo material. Eran menos consistentes que los seresvivos, pero más que los fantasmas; avanzaban hacia él, y en todos los rostros habíauna afectuosa sonrisa, Harry sonrió creyendo que se trataba de sus padre, pero al ir acercandose, vio que no eran los suyos, que eran Tom Ryddle y su esposa, los padres de Voldemort. 

  Tom Ryddle tenía la misma estatura, quizás unos centímetros mas alto, que Harry. Llevaba la ropa con que había muerto y el pelo enmarañado.

  Su esposa tenia la sonrisa más amplia. Se apartó el largo cabello de la cara alacercarse a Harry, y le escrutó ávidamente el rostro. 

Harry se quedó sin habla.

—Ya casi has llegado —le dijo Tom—. Te hallas muy cerca.

Harry solo pudo asentir con la cabeza.

  —¿Me acompañarán? — preguntó decidido a que quería pasar sus últimos en compañía de alguien, no importa quien sea, no quería estar solo en esos momentos tan dificiles.

Ambos espectros asintieron y se puso en marcha. El frío de los dementores no lo afectó, de manera que loatravesó con sus acompañantes, que actuaron como patronus, y juntos desfilaronentre los viejos árboles de ramas enredadas y raíces nudosas y retorcidas, que crecíanmuy juntos entre sí. Harry se ciñó la capa invisible y fue adentrándose más y más enel bosque, sin saber con exactitud dónde estaría Voldemort, pero convencido de quelo encontraría. A su lado, sin hacer apenas ruido, iban sus dos valedores; supresencia le infundía un poco de coraje y el impulso para continuar caminando.

  Su cuerpo y su mente parecían desconectados y sus extremidades funcionaban porsí mismas, sin que él les diera instrucciones conscientemente; tenía la impresión deque él era el pasajero, en vez del conductor, de aquel cuerpo que se disponía aabandonar. Era una sensación extraña, pero los muertos que caminaban a su lado porel Bosque Prohibido le resultaban mucho más reales que los vivos que se habíanquedado en el castillo, de tal manera que ahora, mientras se dirigía dando traspiéshacia el final de su vida, hacia Voldemort, los fantasmas eran Ron, Hermione, Ginnyy todos los demás. 

Entonces se oyó un golpe seco y un susurro; otro ser vivo se había movido porallí cerca. Harry se detuvo bajo la capa, miró alrededor y aguzó el oído. Tom y su esposa se detuvieron también.

  —Por aquí hay alguien —dijo una voz áspera—. Tiene una capa invisible. ¿Creesque...?   

  

Harry Potter Y Las Reliquias De La Muerte (Final Alternativo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora