Empatía

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Todo el camino hacia su casa fue él avanzando prácticamente solo, con un chico que arrastraba los pies porque no tenía ni las ganas, ni la energía, ni el bienestar, ni el equilibrio suficiente para caminar. Pero eso no se le hizo carga alguna, pues se le hacía más importante que Pete se aferrara a él para que no sintiera tanto el frío de la calle, aún si eso significara que se le colgara de la cintura y le ralentizara muchísimo el paso. Aunque sospechaba de alguna forma que era un exageración por parte de su acompañante, el hecho de que se sintiera mal no era más que culpa suya, después de todo, y si quería hacerlo pagar por ello, estaba bien en su opinión.

Cuando llegaron a su hogar, Mike lo dejó cerca de una silla para que tomara asiento, y se puso a buscar algo sobre las encimeras de la cocina. Pete miró a su alrededor. El espacio dentro de su vivienda estaba distribuido en una misma sala abierta, dividida sólo por dos columnas anchas que señalaban el fin de la cocina-comedor y el comienzo del living room. Las paredes tenían un papel tapiz blanco granulado, y los suelos eran de baldosa de cerámica gris.

-Tienes muy poca tolerancia al alcohol, ¿Eh? -Dijo el peliverde, que revolvía dentro de un estante.

¿Muy poca? ¿De verdad creía que eso era poco alcohol? Por como hablaba, Mike debía de tener cierta resistencia a las bebidas alcohólicas. Pero la verdad es que no había bebido ni la mitad de lo que había bebido Pete, ya que se sirvió sólo cuatro veces, y con dos de esas copas lo habían ayudado.

-No es eso exactamente. -El gótico se sobaba el lateral de su cabeza con insistencia.- Unas dos veces que te pedí que fueras a buscarme otra bebida porque no quería hablar con el pendejo ese de la barra... Me tomé la mitad de tu copa.

Mike se giró a mirarlo estupefacto. Si de por sí mezclar bebidas concentraba el alcohol, combinar tragos con diferente contenido alcohólico lo agravaba aún más.

-Eso no está bien, hombre. Ya me preguntaba yo cómo se terminaban tan rápido mis Martinis. -Sacó un blister de ibuprofeno y cerró el gabinete.

-Bleh. Sólo fueron dos, no actúes como un loser. -Es lo único que se limitó a decir. A pesar de estar pasado de alcohol, aparentemente en veces podía sonar justo como el Pete de siempre.

Luego de sacar una botella de agua fresca del refrigerador, y de servirla en un vaso de vidrio, Mike dejó el envase en su lugar y fue a sentarse a la mesa frente al gótico.

-Toma. -Colocó un posavasos y le dejó el vaso con agua cerca sobre su lado de la mesa.

-Qué. -Le contestó ahora el rojizo, en una posición que consistía en envolver su cabeza con un brazo y recargarse en la mesa hastiado.

-Ibuprofeno, tómalo. -Respondió rompiendo la burbuja de un comprimido y ofreciéndole el medicamento.

-No voy a medicarme. -Se apartó el flequillo del rostro con dos de sus dedos.- ¿No puedes simplemente darme algún té de hierbas?

-Eso te haría peor a la resaca. Si quieres que dure más tu tortura, por mí no hay problema, niño. -Le dejó el comprimido a un lado del vaso.- Es sólo una pastilla, hombre.

Pete suspiró resignado, pues no le gustaba que las personas mayores que él lo trataran de niño. Se sentó de forma correcta y se llevó el comprimido a la boca, para tragarlo de una sola vez junto con un gran sorbo de agua.

-Jamás en mi vida tuve dolor de cabeza por beber. ¿Qué tenía tu bebida? -Pete le dijo mirándolo con los ojos entrecerrados.

Vampir miró a la superficie de la mesa antes de contestarle.

-¿Mi trago? Llevaba ginebra, vodka y champagne. No estaba tan cargado. El tuyo tenía bebidas diferentes, pero no las recuerdo.

Pete se esperaba que le mintiera, pero se sorprendió con la honestidad del vampiro.

Replacing Walls. [Mike x Pete (Pike/Redpir)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora