La vida no mejoraba, sentía tras el pasar de los días como la vida iba siendo drenada lentamente de mi ser, la música, los libros y el lápiz y el papel se habían convertido en verdaderos amigos.
Veía a mi alrededor y notaba como mi familia ya se sentía en casa, mamá y yo teníamos problemas por mi actitud y mis ataques repentinos de hablar de mi antigua vida.
Ella como era de esperarse ya estaba harta de que no dejará pasar cada inconveniente de la provincia. Se quejaba de mi con papá quien la tranquilizaba para que no hubiese problemas entre nosotras y por lo tanto en casa.
Un día, papá bromeando como era obvio me dijo que si llegaba a meterme en un grave problema en la preparatoria podía irme a vivir con mis abuelos, ya que un suceso de esa clase en casa y tampoco en el pueblo sería pasado por alto.
Aunque para ser sinceros, yo no me lo tome como si fuera broma, vaya que me lo tomé en serio y desde ese punto me propuse que alguien se metiera conmigo. Dado que, en la escuela había una fuerte competencia por encontrar novio comencé en ese punto, con el chico "más guapo" del salón, con el que me llevaba de maravilla y todas mis compañeras estaban locas.
El chico no paso de mí, pues me percibía diferente de las demás. Mi nata habilidad para las palabras, la ironía, cinismo y sarcasmo eran la clave para que me volteará a ver y sin mucho esfuerzo lo logré. Dos días más tarde todas las chicas me traían en la mira, y el chico cada día me coqueteaba más.
Ninguna de esas cosas a papá le gustaría, un chico y además una pelea, misma que estaba por detonar hacia el fin de semana. Yo no era en lo absoluto una persona a la que le gusta pelear o golpear a nadie, pero sabía defenderme.
Las habladurías dentro del salón de clases iban en aumento, pero además de hablar a mis espaldas comenzaron las indirectas cada que pasaba por donde se reunían a desayunar o dentro del salón durante mis intervenciones.
El jueves por la última clase deje que las cosas subieran de nivel con el grupo de niñas de mi aula, las cuales me interrumpieron y al ver que el profesor no hacia nada aún cuando me habían interrumpido y no dijeran de manera directa lo que tenían que decir.
-Lo que quieras decir cariño, dilo en mi cara- solté sin más y se hizo un silencio sepulcral jamás nadie me había escuchado hablar de aquel modo, por lo cual, aproveche y la provoque más- te comió la lengua el ratón- le dije haciendo un puchero
-Claro que te lo diré en tu cara saturrona- su cara enrojecida por el puchero anterior
-Muy bien, te estoy esperando pueblerina- reconozco que eso no debí decirlo pero quería el problema
-¿Cómo me llamaste estúpida?- todos atentos, incluso el profesor, nadie movía un músculo, sabía de buena fuente que me llamaban zorra, puta y demás, era mi momento, todos eran unos idiotas
-¡Tal como escuchaste!- me levanté, desafiando la cercanía- creo que necesitas que te lo repita ¡P-U-E-B-L-E-R-I-N-A!- dije deletreando como si hablará con un retrasado- tú y tus amigas
La silla reboto a un lado, logré hacerme hacia atrás quería seguir provocandola, que me hiciera pedazos, deseaba sacar la furia.
-¿Qué solo sabes pelear como niña?- me mofé en su cara- ¡vamos pelea como si tuvieras el valor!
Vaya que lo tenía su puño se dirigió a mi cara aunque lo alcance justo en el momento en que casi me golpea, gire su brazo hacia atrás y la tiré al suelo, azoté su cabeza un par de veces y vi como su labio o nariz sangraban.
El director entró al escuchar el alboroto.
¡Lo había conseguido, y sin siquiera un golpe!
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El paradigma del Amor
CasualeRegina y Rodrigo están profundamente enamorados, ambos llevan una vida tan distinta del otro que es precisamente por esto que se complementan el uno al otro. Pero muchas preguntas acosan la inestable mente de Regina ¿El amor es real? no el que sient...