Al día siguiente, Jason no paraba de pensar en los labios de Leo.
No podía sacarse su sonrisa de la mente, ni sus ojos, marrones y brillantes como el fuego.
Luego de unos minutos de pasear por su cabaña tratando de sacarse de la cabeza al duende latino, sin poder lograrlo, el hijo de Júpiter salio de su cabaña y se encamino hacia el búnker 9.
Cuando llego abrió la puerta y se encontró a Leo reparando una esfera.
Al escuchar a la puerta abrirse, el hijo de Hefesto movió la vista hacia la puerta, donde se encontró a Jason mirándolo de pies a cabeza.
Se paro y camino hacia el hijo de Júpiter, cuando estaba a unos centímetros de distancia, Leo paro y miro fijamente al hijo de Júpiter.
—Jason, pasa al...—empezo a preguntar el hijo de Hefesto, pero los suaves labios del rubio lo callaron.
El latino enredo sus brazos en el cuello del superan rubio y este enredo los suyos en la cadera de el dueño de sus pensamientos.
