Prologo

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La luna alumbraba el agua, la embellecía. Era hermoso, y por eso me metí en el mar. Todo era hermoso, y eso me atraía. Me levante de la arena, y acomode la ropa que me había sacado hace minutos en un costado. Camine en dirección al mar, y cuando ya estuve en una profundidad apropiada, salte de cabeza.

El agua estaba perfecta, como todas las tardes. Debajo de el agua, podía sentir mis piernas juntarse y acomodarse de forma distinta. Ahora estaban unidas, y una fina capa de escamas naranjas oscuras. Empece a moverme, a avanzar para el fondo de el mar. Aunque era de noche, yo tenia una visión diferente, todo era mas claro que lo usual. Y yo sabia porque.

-Theara-dijo alguien. La reconocí inmediatamente, Damea.

-Damea.-sonreí.

-Poseidon te estuvo buscando, tu sabes que como su hija tienes cosas que cumplir.

-Lo se. Necesitaba nadar un poco. ¿Donde lo encuentro?

-Ahora esta en una reunión con su hermano, Zeus. Podrás encontrarlo en la tarde en el Olimpo.

-Perfecto. ¿Pasa algo Damea?-pregunte.

-Todo perfecto, mi diosa. Cualquier novedad, yo le comunicare.

-Gracias Damea, no tienes que referirte a mi como Diosa, eres mi amiga.

-Pero Theara, eres mi diosa, yo decidiré como adorarla a usted.

-Esta bien, esta queda perdonada. Puede irse.-ella asintió, como forma de saludo, y se fue.

Ser yo, Theara la hija de los Mares, no era nada fácil. Obviamente tenia que cuidar de todos los océanos, como a sus criaturas. Mi padre siempre fue muy estricto con eso, el se encargaba de las políticas, yo del cuidado. Aun así, conseguí ser muy nombrada entre los dioses mayores, mi madre tampoco era una inocente, después de todo, era Anfitrite.

Nade hacia las costas del Golfo de Salonique, la forma mas corta de llegar al Monte Olimpo. Y ser una parte sirena beneficiaba mi viaje hacia allí, mi velocidad debajo del mar era inhumana. Allí, había una entrada secreta que comunicaba el mundo marino con el Olimpo, seguí por ese camino.

-Señora Theara-dijo un soldado cuando llegue al estanque dentro del Monte. Allí tenia que seguir en forma de humana.

-Alcánceme unas ropas, tal vez un vestido rojo.-le dije al soldado, quien me las trajo después de unos minutos.

Salí del estanque hacia una zona de descanso, y tome mi forma humana. Me vestí.

-Gracias, puedes retirarte.

Después de subir las infinitas escaleras hacia el salón principal, donde estaba mi padre, encontre a Zeus.

-Theara, un placer.-dijo haciendo una reverencia que yo también correspondí.

-Igual, Zeus. Perdóneme, pero tengo que hablar con mi padre. Un placer.-sonreí, nos volvimos a saludar y seguí mi camino.

-Padre, soy Theara. ¿Necesitaba de mi?-dije entrando en el salón. El se encontraba en su silla, o trono.

-Si hija. Ven, mas cerca. Tengo algo que darte.-me acerque a su silla, y me arrodille. Como siempre.

-Padre, todavía hay marineros que osan desafiar los mares prohibidos. Ya les advertí, mande una serie de olas gigantes para alejarlos, pero ni eso los detiene. Parece que hay que ser mas...claros.-dije sonriendo.

-Si es necesario, y cruzan más de lo debido, mátalos a tu gusto, que sus cuerpos lleguen a sus tierras, así quedara claro.

-Perfecto, padre.

Cronicas del Olvido: RecuerdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora