Chapitre Un

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Capítulo 1

Cuando baje del viejo auto que mi tía conducía, lo primero que vi fue ese gran roble blanco que se alzaba imponente sobre mi cabeza.

Después de todo lo que había sucedido en mi pasado, estaba segura que este nuevo comienzo sería diferente. Nueva escuela, nuevos amigos, estaba dispuesta a rehacerme una nueva vida junto a Margaret, quien sería mi tutora legar a partir de este momento.

Respire profundo y cuando se abrió la puerta me encontré con mi prima, quien me abrazo apenas puse un pie dentro. Sonreí.

-¡Less! No puedo creer que ya estés aquí- me dijo, dándome un gran abrazo -Te he estado esperando desde el accidente ¿Cómo te encuentras?-

-Bien- trate de volver a sonreír, no me gustaba hablar de eso.

-¡Pasa! Te mostrare tu cuarto, no es tan grande como el mío, claro- rió un poco -¡Pero seguro que te encanta!-

Me estaban doliendo las mejillas de mantener la sonrisa. Si casi no soportaba a Alia en las ocasiones que tenía que verla -Navidades y esas cosas- no sabía cómo me iba a ir ahora que estaría viviendo con ella.

Cuando me mostró la que sería mi habitación se me hizo un nudo en el estómago, sobre la colcha había un álbum. Y sabía perfectamente a quien le pertenecía.

-Pensé que te gustaría verlo- la voz de mi tía me saco de mis pensamientos.

Yo solo asentí, pues no podía ni mover los labios para formular palabras coherentes.

-¿Esa cosa vieja era de Leslie?- pregunto Alia en un susurro poco disimulado hacia mi tía, y ella le respondió con un codazo.

-No- esta vez fui yo la que contesto a su pregunta –Era de mi madre-

Nos quedamos en silencio.

Cuando era joven, mi madre se divertía haciendo álbumes de recortes con sus propias fotografías. Era uno de los Hobbies que compartíamos, antes de que muriera me dejo mi propio álbum para comenzarlo. Hasta el día de hoy no me atrevía a hacerlo.

-Bien- se aclaró la garganta Margaret haciendo que todas nos sobresaltaramos –Es mejor que dejes a Leslie acomodar sus cosas sola- se dirigió a Alia –Seguro que querrá su propio tiempo para pensar- Esta vez me sonrió a mí y ambas salieron de la –mi- habitación.

Cuando por fin me encontré sola, no pude evitar sonreírle al libro sobre mis piernas. Tenía todo el estilo de mamá, pero aún no estaba preparada para verlo.

Así que me puse de pie y lo guarde dentro de unos cajones que me habían dejado vacíos para poder guardar mi ropa. No tenía demasiada así que no me preocupaba del espacio, seguro me sobraría.

No tarde en arreglar mis cosas, así que me daba tiempo para cambiarme antes de bajar a cenar, también tomaría un baño, pues el viaje desde Suramérica había sido agotador, salí hacia el cuarto de baño, lamentablemente solo había uno en la casa, ya podía imaginarme a Alia acaparándolo toda la mañana antes de ir a la escuela. Aunque aún faltaba tiempo para empezar las clases.

Me desvestí y entre en la ducha, mis piernas temblaron cuando el agua fría callo sobre mi cuerpo, pero este a la vez se relajó y solo me deje llevar por la sensación de mi cuerpo limpiándose. Relaje mis músculos y me deje llevar por pensamientos sobre todo lo que había ocurrido hasta hoy. Tanto así que no me di cuenta cuando alguien entro al baño, solo repare en ello en el momento que escuche un chorro de líquido caer.

Primero me espante, y luego me enfureció la idea de que Alia haya entrado así nada más sin importarle mi presencia. Si iba a vivir aquí necesitaba privacidad, y un poco de respeto.

Helena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora