Capítulo 12

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 Especial de Navidad 1/2


 La navidad se acercaba y yo seguía sin saber qué regalarle a mis amigos y, por sobre todo, a mi querida Julia. Me comí la cabeza pensando e imaginando qué le podría gustar, sus reacciones y sonrisas.

Agh

 Me había convertido en una loca romántica, pero qué pena, porque me gustaba esa sensación. Sí, esa que todos conocemos. La de imaginar cosas que seguramente nunca pasarán, de soñar con sus lágrimas de alegría y sonrisas, pensar en los momentos vividos juntas.

 Los días pasaban, la gente caminaba y yo seguía con el miedo de comprar algo que no le gustase. Entonces, hablando, me dijo algo que me decidió;

Yo creo que algo hecho con amor, incluso si no es estético, algo que oculta cariño tras su horas de trabajo, que contiene millones de momentos y pensamientos, vale más que el oro.

 Al escuchar esto, una idea asaltó mi cabeza. Horas después, junté  coraje y le pedí una foto. Por suerte, sólo soltó una risita (hay que destacarlo, cada risa de parte de ella era hermosa) y accedió.

 Me pasé días y días trabajando en el regalo, perfeccionándolo, y demás cosas. Estaba contenta al terminarlo. Me había llevado más de dos semanas pero había valido la pena.

 Llegó Nochebuena, el día que me juntaba con mi familia luego de unos largos años de estar peleados y separados. Sí, no éramos una familia perfecta y, cuando empecé a mostrar mi todavía no descubierto gusto en cuanto al amor, me echaron de casa. Los odié durante mucho tiempo, mientras ellos trataban de contactarme y disculparse, yo los evitaba. No entendía por qué habían querido hacerme tanto daño por decir que una actriz me parecía linda o defender gente como vos o yo. No los perdonaba, no era capaz. Ahora, después de cinco años, creía estar lista. Extrañaba a mis hermanos, que siempre me habían traído felicidad.

 Me dirigí a esa casa de la que me había marchado con lágrimas en los ojos y mejillas rojas de furia. Esa que me había perseguido en pesadillas, con su techo de madera y sus ladrillos pintados de blanco. La capa de pintura se resquebrajaba por la humedad... estaba exactamente igual que hacía cinco años.

 Toqué el timbre desgastado. 

 -Bueno, a mí Emma me parece una chica muy bonita.
Cuando Gwen levantó la vista de sus fideos con crema, su madre la estaba mirando con una mirada penetrante. Luego, sus ojos se desviaron hacia los lados, se veía furiosa. De un momento a otro, su rostro se convirtió en un manojo de agresividad y vergüenza.  
-¡¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE REPETIRTE QUE ESAS ACTITUDES NO CORRESPONDEN?!
Gwen la miró confundida, como siempre. No le veía nada de raro en decir que le parecía linda una mujer, pero aparentemente era malo. Su madre seguía gritando, y ella miraba a sus lados buscando ayuda. De cualquier manera, nunca la encontraba. Sus hermanos miraban como siempre a los costados o al plato. Su padre la miraba furioso, con el ceño fruncido y los labios apretados.
Entonces se resignó a que iba a tener 
que escuchar estos gritos para el resto de su vida. O eso pensó hasta que su madre la empujó y la pateó hasta la calle. Estaba totalmente sorprendida, sus hermanos lloraban y su madre la miraba con los ojos desorbitados y llenos de lágrimas.

-Mamá...- gimoteó
-Yo no soy tu mamá, podés irte completa desconocida. No quiero personas como vos en mi casa.

 No tuvo más remedio que irse. Con el tiempo las heridas de su cuerpo, infringidas por su madre, curaron. Consiguió un trabajo de medio tiempo, un departamento y con sólo dieciséis años, mantenerse sola. A pesar de todo esto, nunca dejó la escuela, y siguió adelante.

Abrió la puerta una muchacha la cual había crecido mucho después de tanto tiempo. Mi hermana. Nos fundimos en un abrazo, y ella lloraba. Entonces levanté la mirada y vi a mi madre. 
-Hola...- me dijo con una mirada avergonzada de sí misma.
Pero yo tengo una dignidad un tanto idiota, así que no le devolví el saludo. Definitivamente a ella no la perdonaría. 

 Saludé a los demás y me recibieron cálidamente, por suerte. Todo eran lágrimas y abrazos. Era lindo estar de vuelta. 
 Pero siempre hay algo incómodo, y aquello fue el brindis. Mi madre se dirigió hacia mí con su copa en la mano y mirándome con una cara que claramente pedía perdón. Cedí y le choqué la copa. Sólo eso, me incomodó profundamente.
 La noche terminó con regalos y algún que otro tío borracho.

 Mis hermanos habían crecido tanto... y bueno, yo también. Había olvidado la calidez de la familia, y claramente todos estaban arrepentidos de no haber parado a mi mamá.

 Mi madre me dio dolores de cabeza lo que quedaba del año, pero Julia y mis hermanos fueron mis únicos remedios.



N/A: ¡Bienvenidos a la primera parte del especial de navidad! Espero que reciban mucho amor y muchos regalos. Este es mi intento de regalo, espero que les guste. 
Bueno, claramente el tema de este capítulo fue la familia, y aunque en algunos aspectos se parece a la mía, tuve la suerte de que mi madre no es así. 

Este capítulo se lo dedico a mi familia. Porque siempre están ahí y me apoyan en mis sueños, aunque a algunos casi no los veo. 

Por otra parte, MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS QUINIENTOS LEÍDOS OH DIOS LOS AMO MUCHO GRACIAS GRACIAS. Tengan una muy feliz navidad, queridos lectores.



 




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