Los meses pasaron y ya era primero de abril de 1832. Margot convenció a Éponine de ir a visitar a Cosette, sabían que estaría en la plaza. Fueron a la plaza cerca de las once de la mañana y la buscaron. Aquella mañana, la pobreza se hacía notar mucho más, los callejones estaban repletos de personas sin hogar y al verlos, Margot se sentía afortunada de tener aunque sea una pequeña casa donde vivir. Dos niños se acercaron a las chicas a pedirles dinero o algo de comer; Margot miró a Éponine y ella asintió. Margot sacó del bolsillo los únicos diez francos que Enjolras le había regalado para poder comer unos días.
—Es lo único que tenemos—dijo Margot hincándose para poder quedar a su altura y le pasó el dinero al que parecía ser el mayor de los dos y ambos muy felices salieron corriendo.
—Nosotras podemos soportar más que ellos—agregó Éponine sonriendo— Ahí está— exclamó Éponine apuntando a una chica de pelo rubio que llevaba esta vez solo un vestido negro.
Margot tomó la mano de Éponine para, literalmente, arrastrarla hasta allá. Margot esperó a que Cosette terminara de conversar con una pareja joven que recibían con gratitud el alimento que ella les entregaba. Las manos de Éponine sudaban, recordaba todo acerca de su niñez con Cosette y, para ser justos, Éponine fue la peor hermana que alguien pueda tener. Para sorpresa de Éponine, Cosette no se mostró rencorosa más bien la saludó como a una amiga que no había visto hace mucho tiempo.
—Creí que no te volvería a ver, 'Ponine.
—Lo mismo pensé—respondió Éponine aún consternada por la sorprendente y alegre actitud de Cosette.
Comenzaron a platicar y ponerse al día en sus vidas. De repente, Margot divisó a Jean Valjean entre la multitud. Tenía el cabello canoso, vestía completamente de negro y tenía un morral en su mano izquierda que debió de haber tenido alimentos para los pobres. Para su edad, su forma física se veía como si aún tuviera 35 años pero su rostro reflejaba los años que habían pasado. Llegó donde las chicas y se presentó amablemente antes ellas.
Mientras seguían con su conversación, los estudiantes del ABC aparecieron en las calles repartiendo panfletos en contra del Rey. Mientras las personas recibían sus panfletos, Margot notó que quienes verdaderamente se detenían a leerlo eran aquellas personas que eran más pobres mientras que los aristócratas solo lo arrugaban y lo tiraban al suelo. Enjolras junto con Courfeyrac y Marius, se acercaron al pequeño grupo con vigorosidad y extendieron panfletos para todos.
—Buenos días, Monsieur Fauchelevent—saludó Enjolras cortésmente mientras le entregaba un panfleto— Buenos días Cosette—agregó al ver a Cosette, la chica hizo una pequeña y cortés reverencia—¿Cómo ha estado su día?
—Mejor de lo que esperábamos—respondió Cosette mientras hojeaba un poco el panfleto.
—Mis felicitaciones, muchachos—interrumpió Fauchelevent cerrando el panfleto— Este trabajo es excelente y solo he leído dos párrafos.
—No nos podemos llevar todo el crédito, Monsieur—dijo Courfeyrac—Nuestra querida Margot fue nuestra gran editora aunque aún así no quiere admitir el don que Dios le dio.
Margot era bastante modesta cuando se trataba de las cosas que hacía bien y con facilidad. Cuando iba al instituto en el siglo XXI, había ganado tres premios de literatura además de ser la editora oficial del diario escolar por más de dos años. Le gustaba mantenerse ocupada y aprender cosas nuevas.
Así fue como un día en el café, los chicos trabajaban en el interior del panfleto que daría comienzo a la nueva revolución. Margot comenzó a leer los apuntes que Enjolras tenía en su libreta además de lo que ya estaba casi listo para reproducir. La chica se sentó en la mesa donde Enjolras, Marius, Combeferre y Courfeyrac discutían acerca de qué poner y no poner dentro del panfleto. Margot tomó el cuaderno de apuntes de su novio, una pluma y comenzó a escribir sumergiéndose en el interior de las hojas. Su mano parecía danzar en el papel amarillento y su mente era quien movía los hilos de su mano como si fuera una marioneta. Enjolras le dio un pequeño empujón a Courfeyrac que se encontraba a su lado y apuntó sutilmente a su novia. Todos esperaron a que terminara de escribir y después de treinta minutos, Enjolras leyó inmediatamente las páginas que ella había escrito. Al terminar levantó su mirada hasta su novia, pasó la bitácora a Courfeyrac y alegremente dijo:
—Muchachos, la revolución acaba de comenzar.
Casi como un rayo, todos comenzaron a trabajar en las reproducción de dicho documento. Cientos de ellos fueron copiados ese día. Margot no podía creer que un escrito suyo iba a ser utilizado para alzar a la población en contra del Rey. Era simplemente maravilloso.
—Nunca me contante acerca de este gran talento—dijo Enjolras mientras se acercaba a Margot y ponía ambas manos en los hombros de ella.
—Nunca preguntaste—respondió ella y se dio vuelta hacia él.
—Eres increíble. Lo mejor que a la revolución le ha pasado.
— ¿Sólo a la revolución?—preguntó Margot mientras rodeaba en cuello de Enjolras.
—No, no solo a la revolución. Eres lo mejor que le ha pasado a mí vida—corrigió el rubio y terminando la frase le dio un beso a Margot.
Dejaron los panfletos con el resto del montón y salieron del café Musain.
—Espero que tengan cuidado—dijo Fauchelevent guardando el panfleto al interior de su chaqueta, dio una pequeña reverencia y se alej+o para entregar los últimos alimentos que quedaban.
—Lo tendremos—dijo Enjolras alzando la voz para que Fauchelevent lo pudiera escuchar.
Los estudiantes se alejaron de las chicas para seguir repartiendo panfletos. Gavroche apareció corriendo pidiendo a Éponine por algo de comida. Cosette le entregó los alimentos que quedaban y el pequeño Gavroche salió corriendo mientras gritaba que "sus niños" podrían comer al fin. A "sus niños", como explicó Éponine, se refiere a los chicos huérfanos que Gavroche rescató de ser atrapados por la policía robando unas hogazas de pan. Gavroche los adoptó, metafóricamente hablando, y se transformó en el apoyo de esos tres niños.
Cuando se despidieron de Cosette, la rubia le pasó una carta dirigida hacia Feuilly. Margot le dio un abrazo a su amiga y se fue junto con Éponine. Margot se había transformado en una especie de hada madrina para Cosette y Feuilly; mandaba cartas de un lado a otro, organizaba sus juntas secretas en el patio de los Feuchelevant y cuando Cosette se encontraba repartiendo alimentos, Margot junto con Enjolras distraían a Monsieur Feuchelevent por unos minutos mientras ambos tórtolos pasaban un momento juntos. Además, Margot ocupaba estos tiempos para practicar su manejo del tiempo, cuando algo salía mal, solo había que hacer un movimiento de mano y listo, se podía arreglar lo que salió mal.
Días después, Enjolras y los chicos del ABC reunieron a la gente en la plaza para dar su primer discurso oficial, el cual había sido editado por Margot. El día había amanecido soleado y extrañamente hacía calor, o tal vez era por la enorme cantidad de gente curiosa que se había juntado para escuchar lo que "el rubio bonito" tenía para decir. Además Margot tenía miedo de cómo pudiera reaccionar la gente a las palabras que ella misma escribió mas no las decía en voz alta. Todo lo plasmado en aquellas hojas amarillentas era lo que quería para este mundo del siglo XIX: avanzar hacia un país mejor y si había que llegar a aquello a través de revoluciones, protestas y barricadas, eso iba a hacer.
Las palabras fluían por la boca de Enjolras como si fuera la corriente de un río y lo mejor de todo era la mayoría de la gente en la multitud reaccionaba a favor de los revolucionarios. Aun así, no todo salió perfecto en aquel discurso; defensores del Rey fueron a armar un caos entre la gente, lo que ocasionó que la multitud desesperara y corriera despavorida del lugar, marcando el primer discurso como un fracaso rotundo. Todos volvieron en silencio al café aquella tarde. Al ver a Enjolras tan frustrado y con sus emociones a flor de piel, Margot decidió darle su espacio. Sabía que esta revolución era algo que Enjolras había estado planeado por años y sabía lo que se sentía la desesperación.
Solo había que darle tiempo al tiempo.
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Espero que no hayan creído que se me había olvidado la maratón. No, por supuesto que no. Solo me quedé dormida ajaja.
Próximo capítulo mañana porque así de mala soy. Consideren este maratón como su regalo de Navidad, HO, HO HO, MERRY CHRISTMAS!!!!
Espero que lo disfruten, nos vemos mañana!
PD: Si hay faltas de ortógrafía y/o redacción. No se preocupen que los corregiré :D pero ya quería subir el capítulo.
Javi Xxx
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La Chica de la Barricada | Les Misérables | Los Miserables |
Fiction HistoriqueVivir en el siglo XIX no es fácil, eso pensaba Margot cuando leía Los Miserables. Pero no pensó que de un momento a otro estaría en la Francia del 1830, viviendo lo que había leído en unas páginas. Pero... ¿Cómo habrá llegado allí? Tal vez fue magía...