10. Revelación

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Capítulo final  

  [Narrador Omnisciente]  

     Yo soy de las personas que piensan que algunos seres estamos destinados a juntarnos en algún momento de nuestra historia; pero que también puede ser que en alguna otra instancia, hayamos visto a aquella persona y (sin darnos cuenta) compartimos algún lazo con ella. 

     Tal vez Cielo y Matteo estuvieron destinados a estar siempre juntos. ¿Cómo? Empecemos por la simple coincidencia que ambas familias son provenientes de Italia. Y sigamos cuando... Cielo tenía cinco años. 

     Retrocedamos a ese instante en dónde las vidas de ellos se unieron. Inclusive ella aún no era amiga de Benjamín y de Deborah —aunque si los conocía—. 

     Cielo era una niña muy feliz, que tenía a sus dos padres juntos y que, a diario, la llevaban a la plaza para que se divirtiera un rato. No podía pedirle más nada a la vida, o tal vez era muy chica para estar reclamando sobre ello. Sin embargo, ella era una pequeña muy atenta, que estaba siempre dispuesta a ayudar a todos aunque no los conociera. 

     A lo lejos, divisó a un niño vestido de una remera azul con un short negro, y pudo notar que jugaba solo en el arenero. La niña, sintió una gran punzada en su pecho, cómo si algo le dijera que tenía que jugar junto a él. Y así lo hizo... Cielo se juntó con el niño, que era, nada más y nada menos, que Matteo. Un chico que se lo encontraría trece años después. 

{...} 

— ¿Cómo te llamás? —preguntó Cielo-.

—Matteo... —dijo tímido-. ¿Vos? 

—Cielo... ¿Puedo jugar con vos? 

—Sí... tengo acá mis autitos. —le entregó uno-. 

{...} 

     Allí comenzó ésta historia de amor. Comenzó como un simple juego de niños, una linda tarde juntos. Pero, por mí culpa, sí... la mía; ellos se olvidaron de aquel episodio. Porque algo terrible pasó. 

{...} 

  /reproducir/   

     Yo también estaba en ese lugar, pero no junto a ellos. Simplemente estaba junto a mis papás y era más que feliz. Los podía ver, parecían unos niños muy felices, al igual que yo. Pero... mi pelotita se fue cerca de la calle, e inconsciente, corrí a buscarla. Mis padres no se dieron cuenta... 

     Entonces fue cuando no lo ví, puedo jurarlo. Pero un camión pasó sobre mí y me obligó a dejar mi bello mundo. El aire que llenaba mis pulmones, dejó de funcionar; mis ojos se cerraron y mi corazón dejó de latir. 

     Sentí que una parte de mí se iba de mi cuerpo pero que aún seguía presente en ese lugar. Viendo como mis padres habían perdido a su pequeño hijo y también como los padres de Matteo y Cielo estaban junto a sus ellos viendo esa escena, pero ellos ya no jugaban; ya no se miraban. Me sentí muy culpable de lo que había hecho. 

     Cuando la niña se fue, ví como Matteo se quedó viéndola y entendí que tal vez era ese sentimiento que mis padres tenían hacia mí: amor. 

     Algo debía hacer para arreglar todo el daño que causé; no podía descansar en paz hasta que ellos dos no estuvieran juntos. Estuve cinco años para saber que iba a hacer. Matteo necesitaba mi ayuda, y encontré la mejor manera de hacerlo: me presenté en sus sueños. Trataba de convencerlo de que algo mejor le pasaría en un futuro, que... sí, había perdido a sus padres, eso lo dejó muy dolido, pero yo lo iba ayudar a qué vuelva a ser feliz como en aquel día de la plaza. 

     Fue entonces cuándo en un viaje que hizo en el verano pasado, conoció a Benjamín: una persona que siempre tenía una sonrisa o un chiste para cualquier persona que él sintiera que estaba mal. Un mes bastó para que se volvieran grandes amigos y Matteo le confesara todo. Y allí sentí que mi plan estaba funcionando. Matteo y él vivirían juntos. Y ya saben lo que pasó ¿no? Gracias a eso, él y Cielo se conocieron. 

/reproducir/

     Para ese momento, ella ya empezaba a confiar. Una persona se le presentaba en sus sueños y le hacía creer que todo podía cambiar; que la vida estaba llena de desafíos y que siempre nos íbamos a caer, pero que nos levantaríamos el doble. Gracias a ello, ella le abrió poco a poco su corazón. Aunque él le haya mentido con respecto a sus padres, sabía que lo perdonaría. Y yo también, porque ví en ellos ese amor tan sincero, que nada ni nadie lo derrumbaría. 

     Los ayudé por última vez e hice que Matteo le dijera toda la verdad. 

{...} 

—Cielo... tengo que hablar con vos de algo sumamente importante. —dijo serio. La tomó de las manos y la llevó a sentarse-. 

— ¿Qué pasa? Me estás preocupando... 

—Mentí. Te mentí. —tragó saliva y ella lo miró para que continuara-. Mis padres no murieron hace tan poco tiempo; murieron cuando tenía sólo cinco años. Perdón Cielo. 

— ¿Eso no más? No entiendo por qué, pero... está bien, entiendo. No te preocupes. —él hizo señas de qué no-. 

—Hay algo de mí que no sabes, algo que te haga pensar que estoy loco. Cielo, yo soy ésta persona que conoces, la que desde ese día que te conoció, le pareciste hermosa. Él que de a poco quiso ganarse tu confianza. Pero no puedo seguir con ésto que estamos empezando sin decirte qué... yo también conozco a tu ángel. Es más... una vez desperté y lo ví. Él me dijo que nos conocemos desde antes y qué por eso se nos apareció. Por eso en la cita dije las mismas palabras; porque siento que hay una parte de él en mí. Él me ayudó a superar todo. 

{...}

     Sí, yo soy Mateo Luques, aquel niño que sufrió el accidente a sus cinco años. El que estuvo esperando éste momento para que ellos se volvieran a unir. El que siempre vió ese amor, desde chico, pero era amor. Ahora sí, me voy. Porque sé que cumplí la promesa, porque sé que están juntos y van a ser felices. 

¡Nos vemos en el epílogo!   

lutheme

  

   

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