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Pensé en salir corriendo de ahí, no sabía ni por e había accedido a ir; seguro que fue que me avisó cuando me encontraba muriendo de sueño y para poder ir a dormir pronto, respondí lo que fuera, si, seguro era eso. Agité varias veces la cabeza, como si haciendo eso mi mente se aclarara y me hiciera reaccionar lo más pronto posible, y así paso, me levanté de la silla en la que me encontraba sentada y me alejé de ahí a paso un tanto presuroso, pero YoonGi me detuvo posicionadose justo frente mío, con ese rostro frío y casi inexpresivo tan único de él.

-¿Ya te ibas? ¿Me ibas dejar nuevamente?

Tragué saliva y negué con la cabeza rápidamente.

-N-no... no como crees. -Dije sonando un poco menos angustiada.- Iba a esperarte fuera de aquí, como vi que no llegabas... a-adémas, un callejón no es muy seguro para una chica que se encuentra sola.

Noté una cierta sospecha en su rostro, sabía que estaba mintiendo pero no sabía en qué, así que carraspeó su garganta para hablar.

-Tranquila, vine a este callejón por cinco días y en esos cinco días nadie vino ni vi que se cometiera algún delito aquí, es por eso que elegí este lugar.

-¿Y por qué este? ¿No era más fácil que nos viéramos en una cafetería o algo así?

-No, para nada... ¿Qué no recuerdas que si Nam o Soo nos llegan a ver juntos te separarán de mi nuevamente?

-Es verdad, lo había olvidado. Lo siento...

-No te disculpes, tú no tienes la culpa de nada, él que debería disculparse soy yo... -Musitó tomándome de los hombros con una expresión de lastima casi inexistente.- y es por eso que te he citado aquí, ¿te gusta como adorné?

-Si, digo, no está mal para ser un callejón. -Sonreí para tratar de tranquilizarlo y hacerlo sentir cómodo.

Esta vez no estaba mintiendo, en verdad estaba muy lindo y acogedor como para ser un callejón abandonado; puso una especie de papel crepé azul marino en una sección de las paredes, en el medio de estas se encontraba una mesa redonda y mediana con un mantel bordeado con encaje, un candelero de dos velas encendidas sobre ella; sillas de madera y cojines, todo con un ligero toque de estilo victoriano, y justo debajo de todo esto, una canasta de mimbre tapada con un pañuelo de color orquídea con un bordado color negro. Nunca me había enterado de que Suga tenia un talento maravilloso para decorar interiores.

-¿En serio te gusta? ¿No mientes?

-No, no miento; todo te ha quedado hermoso, ¿fuiste a algún curso de decoración de interiores

-No, -Negó con la cabeza.- Nunca he ido a uno.

-¿Nunca? ¡¿En serio?! Bueno, eso quiere decir que tienes un gran talento para esto. -Comenté con una sonrisa, cosa que Suga me devolvió. Ver esa sonrisa que hacía que sus ojos desaparecieran casi por completo, se mostraran sus dientes blancos y su carea parecieran más a la de un gato; me provocaba mil y un cosas por dentro y ni yo sabía que era exactamente lo que sentía.

-Sabía que te iba a gustar. Bueno, toma asiento, por favor. -Me soltó para dirigirse a la isla de la que acababa de levantarme y la jaló para que me pudiera sentar en ella, acción que realicé aún con un poco de inseguridad y él empujó esta con suavidad acercándome a la mesa. Rodeó y se sentó en la silla frente de mí.

-Gracias.

-No hay de qué. -Recargó sus codos sobre la mesa y su cabeza sobre sus manos, observándome en silencio, como si en ese momento lo único que importara fuera yo.

-Así que... -Dije para romper el silencio.- Dijiste que querías hablar conmigo... ¿sobre que quer...?

-Shhht Shht Shhht. -Me interrumpió colocando su dedo indice sobre mis labios.-¿Me permites unos minutos?

Bring me to life [Imagina Suga y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora