Esto es real.
No tengo pruebas para ello, no he sido testigo de los acontecimientos, no he estado allí para contarlo, no he conocido a sus personajes. A mí también me lo han contado, igual que yo os lo relato a ustedes. Soy sólo una transmisora de esta historia, no su creadora. Ni debería poner mi nombre en la portada.
Sé que, al terminar de leer esta historia, llegarán a la conclusión de que probablemente haya mentido en el primer párrafo. Sé que lo harán porque todos ustedes viven en el mundo real, y conocen lo suficiente a la raza humana como para saber que preferimos la ficción a la realidad.
Y tienen razón. Todas las personas del mundo decoran sus historias. ¿Y por qué no hacerlo? Es una manera simple y económica de hacerlas interesantes. Los humanos han hecho esto desde el principio de los tiempos. Las lenguas nunca son un medio fiable, y las historias se distorsionan con el paso de las eras.
Pero, lamento decepcionarles, los humanos no son nada creativos.
Si llevan al papel una historia, es porque algo los ha incitado a ello.
Y aunque parezca extraño, toda historia, por descabellada que parezca, tienen su punto de realidad. Al igual que esta.
Y de lo ocurrido hay que aprender.
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La trágica muerte de la mosca
Short Story"Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero." - Sabiduría indoamericana