II

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El Ice Castle era su lugar preferido en todo Hasetsu, sobretodo porque después de ayudar a su amiga con la administración de la pista de patinaje podía aprovechar cierto tiempo para colocarse los patines y deslizar sus pies suavemente sobre la pis...

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El Ice Castle era su lugar preferido en todo Hasetsu, sobretodo porque después de ayudar a su amiga con la administración de la pista de patinaje podía aprovechar cierto tiempo para colocarse los patines y deslizar sus pies suavemente sobre la pista de hielo. Era la mejor manera para Yuuri de relajarse.

A todo esto, Yuko se dedicaba a observar con cariño a Yuuri. Ella era sólo un par de años mayor y aun tratándose de su amigo de la infancia, no podía evitar mostrarse como una figura materna. Yuuri lo sabía, mas no se quejaba, se sentía bien así. Probablemente su lado omega se sentía cómodo ante la idea de un ser protegiéndolo, aún si se tratase de una beta. No podría negar que cuando se supo que era un omega no se sentía feliz al respecto, no quería lidiar con aquellas situaciones vergonzosas que le suceden en ciertas fechas del año. Pero su destino era así, no podía hacer nada.

Para lo que Yuuri no estaba preparado mientras se perdía en el sonido emitido por sus patines al deslizarse sobre el hielo, era en sentir cierto calor familiar recorrerle en cada centímetro de su piel. Antes de poder detenerse, sus piernas le traicionaron y se estrelló contra el frío suelo.

«¿Qué está pasando? Esto es raro» Pensó.

Sus piernas comenzaban a temblar ligeramente y ante la repentina caída sólo un gemido de dolor escapó de sus labios. Estaba asustado. Aquel calor se incrementaba con el pasar de los segundos, su zona íntima ya estaba húmeda.

Intentó levantarse pero su cuerpo tembloroso no cooperaba en absoluto por lo que intentó arrastrarse, pero fue pésima idea. Inmediatamente la sensibilidad en su cuerpo se hizo presente, necesitaba con urgencia calmar aquella necesidad que sentía. Con todas sus fuerzas quiso evitar que su mano fuera bajo sus pantalones, pero la urgencia era tanta.

Yu-chan. –Gimió.—

¡Yuuri! –Gritó su amiga corriendo hacia el menor mientras intentaba no resbalarse. Al ver a Yuuri caer repentinamente no pensó en siquiera perder el tiempo para buscar unos patines por lo que ingresó a la pista sin más. Su instinto maternal le había ordenado ir donde el joven omega.— Yuuri ¿te duele algo? ¿dónde están los supresores?

E-en casa, los olvidé… Yu-chan, ayúdame. –Suplicó en jadeos obteniendo una exclamación y gesto de total preocupación por parte de su amiga quien rápidamente lo tomó de una mano para ayudarlo a levantarse.
En ese caso tendremos que correr, ¿de acuerdo? – Yuuri asintió, aferrándose fuertemente al hombro de su amiga.—

Sus caderas se mecían levemente por lo que su mano izquierda, que se encontraba libre, se dirigió rápidamente a su entrepierna para cubrir su creciente erección.

Que vergüenza. Estar así frente a su amiga, sin poder calmar su estado en celo y teniendo que recurrir a la ayuda de su mano para calmarse aunque sea un poco.

No era suficiente.

A pasos cuidadosos ambos jóvenes salieron de la pista e inmediatamente Yuko ayudó a Yuuri a quitarse los patines, sin interesarse en que el menor se encontraba de pie, ella sólo quería escapar de ahí antes de que un alfa sintiese el aroma de Yuuri porque de ser así entonces ella no podría protegerlo.

Dueño de mi destino [Viktuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora