Capítulo IX

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"La vida es muy rápida; hace que la gente pase del cielo al infierno en cuestión de segundos." Paulo Coelho

Capítulo IX

—¿Estás loco?— Le pregunté a Pierce, quien estaba de pie a unos pasos de mí. Parecía estar jugando con las llaves en su mano.

—¿Por qué?

—¿Por qué cerraste la puerta?

—¿No te he dicho me gusta molestarte?— Fruncí el ceño, —Creo que si te lo dije.

—Abre la puerta— exigí en serio.

No me gustaba la idea de estar a solas con él, ya que él podia intimidarme muy fácilmente. Pierce se apoyó contra la pared, la diversión plasmada en su rostro.

—No— suspiré, —¿Qué haces aquí, Fleur?— siempre me sorprendía lo bien que pronunciaba mi nombre.

—Eso no es de tu incumbencia.

—Estás rompiendo al menos cuatro reglas estando aquí.

Crucé los brazos sobre mi pecho, —¿Y?

—Pensé que te preocupabas por mantener tu registro perfecto.

—¿Cómo sabes que—

—Sólo sé— se encogió de hombros y me sonrió.

Abrí la boca para decir algo, pero la cerré rápidamente. Pierce parecía saber mucho sobre mí. La forma en la que me hablaba... era como supiera todo sobre mí.

Pero, ¿Cómo era posible? Y entonces reaccioné, el era hijo de la directora del psiquiátrico. ¿Y si tenia acceso a los archivos de los pacientes?

Una mano pasó delante de mis ojos —¿Hola?

Pierce me sacó de mis pensamientos, ahora estaba frente a mí. Me sentí un poco nerviosa debido a su cercanía. Sus ojos grises lucían fascinantes así de cerca, causando que un estremecimiento cruzara mi espina dorsal.

—Abre la puerta— repetí en un tono calmado.

Pierce se paso el dedo indice por sus labios y dio un paso hacia delante, atrapando contra la puerta detrás de mí. Pasó un brazo por encima de mi hombro para descansar su mano en la puerta. Aparté la vista, y el tomó mi barbilla con su mano libre, obligándome a mirarlo a la cara. Ese era su hobby definitivamente.

—¿Me tienes miedo?— preguntó inclinándose hacia mí.

No pude evitar echarle un vistazo a sus labios, se veían tan suaves y humedos. Sin embargo, recordé como me había humillado hace unos minutos cuando pensé que iba a besarme.

—¡Apártate!— Exclamé, poniendo mis manos sobre su pecho para empujarlo. Pero, por supuesto, no movió un músculo. Por cierto, tenía un pecho bien formado, —Pierce, retrocede.

—¿Por qué?— levanté la mirada para verlo a los ojos y lo encontré sonriéndome —¿Te estoy poniendo nerviosa— Sí, pero nunca lo diría en voz alta.

—No, pero estás invadiendo mi espacio— traté de empujarlo de nuevo sin ningún éxito. Él agarró un mechón de mi cabello y jugó con él lentamente, —¿Por qué no puedes dejarme en paz?— el ladeó la cabeza pensativo.

—Lo siento, no puedo hacer eso. Me diviertes— me dio una sonrisa torcida, mostrando sus dientes perfectos.

Suspiré en frustración e intenté hacerme a un lado para escapar de él, pero él me agarró por las muñecas y las presionó contra la puerta a ambos lados de mi cara. Me sentía muy vulnerable.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora