Capitulo X

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"El impacto y el dolor de una pesadilla puede ser mucho mayor que el de un puñetazo."

-JOHN KATZENBACH

Capítulo X

Esta muy oscuro...

¡Corre!

No puedo.

El olor metálico de la sangre invadió mis fosas nasales.

Él ya viene, tienes que correr.

Mis manos tocan la pared a mi lado para guiarme ya que no había ningún tipo de luz. Al final del pasillo pude ver una gran ventana, la luz de la luna colándose por las cortinas, delineando la silueta de un hombre.

Él...

Estaba todo de negro, su cara cubierta en un especie de trapo que solo dejaba ver su boca y sus ojos.

Sus ojos...

No puedo ver su color en esta oscuridad.

—Fleur...— su voz sonaba tan tranquila, tan suave, como si él fuera incapaz de herir a alguien.

No puedo moverme.

El comenzó a moverse hacia mi y yo solo podia observarlo, mis piernas sin responderme. Mientras se acercaba, la luz de la luna hacia contra luz con su cuerpo y me dejaba ver la sangre goteando de sus manos que caía como un liquido negro en el piso.

Asesino.

Corre...

El estaba cada vez mas cerca.

Sus ojos...

¿De que color son sus ojos?

Son...

Me desperté de un brinco, respirando agitadamente. Otra pesadilla... pero se sintió tan real como si fuera un recuerdo y no solo un sueño. Froté mi cara, me levanté para empezar mi rutina.

Cuando terminé con la terapia grupal, volví a mi habitación. Cerré la puerta detrás de mí y apoyé la espalda.

Casi salté de sorpresa cuando me di cuenta de que había alguien sentado en mi cama. La habitación estaba un poco oscura porque mi lámpara estaba apagada y el clima nublado no ayudaba. Un rayo de luz tenue era la única cosa que entraba a través de mi ventana. Los latidos de mi corazón aumentaron con bastante rapidez. ¿Y si era el asesino? Me encontré congelada, no podía mover un músculo. Tragué y evaluando al intruso.

—Tú.— fruncí el ceño, relajándome.

—Yo— dijo Pierce, poniéndose de pie.

—¡Me asustaste!

—Lo sé— dijo casualmente.

—¿Qué... cómo... ¿Qué haces aquí?— Le pregunté totalmente confundida.

—Bueno, estaba aburrido, así que decidí que asustarte porque podría ser divertido y no me equivoqué— Dio un paso hacia delante. ¿Cómo hacia para el uniforme del psiquiátrico le quedara tan bien?

—¿No se supone que deberías estar en clase o terapia?— Le dije cruzando los brazos sobre el pecho.

—Sí.

—Entonces que ha—

—Te dije que estaba aburrido— dijo con indiferencia.

—No deberías estar aquí.

Una sonrisa cínica se forma en sus lindos labios, —No deberías haber ido al ala de los hombres la otra noche, pero igual fuiste. La moral no es tu fuerte ahora.

—¿Qué quieres?

Esa sonrisa tan típica de el desapareció, metió ambas manos en los bolsillos de sus pantalones, —¿Cómo estas?

Su pregunta me tomó por sorpresa, —¿Eh?

—Creo que la perdida de audición no es un efecto secundario de tu medicación.

Lo fulminé con la mirada, —Que gracioso.

Él levanta sus manos en forma pacifica, —De verdad quiero saber como estas.

—¿Por qué querrías saber eso?

—Porque somos amigos.

—No somos amigos.

Pierce puso una mano en el lado izquierdo de su pecho, —Ay, eso dolió.

—No me puedes dejar en paz, ¿verdad?

—No— Suspiré en frustración y pasé a su lado para alcanzar mi mesa de noche y encender la lámpara.

—Tienes que irte— dije girando sobre mis pies para enfrentarme a él de nuevo.

Mi aliento quedó atrapado dentro de mis pulmones. La luz de la lámpara iluminaba su rostro con claridad; sus fascinantes ojos grises se veían alucinantes, no podía dejar de mirarlo. Pierce dio unos pasos para estar justo frente a mí. Yo estaba totalmente deslumbrada. Él agarró un mechón de mi cabello para colocarlo detrás de mi oreja. Su cercanía provocó que un ligero rubor llenara mis mejillas.

—¿De verdad quieres que me vaya?— preguntó en voz baja.

Miré hacia abajo completamente avergonzada.

—Yo...— Pierce sostuvo mi barbilla, obligándome a levantar la mirada.

Había algo en sus ojos, —¿Por qué siempre haces eso?

—¿Qué?

—Apartar la mirada.

—No... yo solo...— Di un paso atrás, tratando de conseguir un poco de espacio entre nosotros. La parte trasera de mis rodillas tocó mi mesa de noche. ¿Por qué Pierce siempre terminan acorralándome? El se acercó aún mas, mi corazón ya se había vuelto loco latiendo desesperado, —Pierce... retrocede.

—¿Por qué?

—Estás invadiendo mi espacio personal... otra vez— dije evitando sus ojos.

—¿Por qué te estás sonrojando?

—No estoy...— Puse mis manos sobre su pecho —Retrocede o...

—¿O?— alzó una ceja, divertido.

—O te daré una bofetada.

—Hazlo— bromeó ofreciendo su mejilla izquierda. Me sentí tentada a hacerlo —Pero vas a lidiar con las consecuencias si lo haces.

—¿Qué consecuencias?— Fruncí el ceño.

—No te puedo decir.

—Retrocede— se movió hacia delante, nuestros cuerpos se tocaron ligeramente —Pierce...

—Hazlo— podia ver el reto en sus ojos.

Le di una bofetada, no tan duro como yo hubiera querido, pero se sintió bien. Pierce sostuvo su mejilla y me sonrió.

—¿Por qué sonríes? ¡Te acabo de golpear!— envolvió uno de sus brazos alrededor de mi cintura.

—Tonta Fleur— me atrajo hacia él. Se inclinó y me susurró al oído: —Ahora que tendrás que pagar las consecuencias.

—¿De qué estás hablando?— Se echó hacia atrás sonriéndome.

—Ahora me debes un beso.


xx

Nota de la autora: Este es un mini capitulo, mañana subo uno largo. Solo quería darles una probada hoy sabado por la noche. Estaré respondiendo a todos los comentarios así que déjenme saber lo que piensan de la historia hasta ahora. 

Muakatela,

Ariana G. 

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora