Capítulo XLIV

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Capítulo XLIV

Me estoy volviendo loca.

Y lo se, porque estoy comenzando a ser como ellos. Observaba en silencio cada una de sus expresiones, cada gesto, cada mirada intercambiada, analizando, tratando de darle sentido a todo esta demencia. Luchando por encontrar razones, motivos, debilidades.

La única diferencia era que por más que intentara actuar como ellos, no era como ellos y jamás lo sería, era mucho lo que podía imitar o intentar copiar, todo tenía un limite.

Sin embargo, lo poco que había notado tenia que servir de algo.

Mason.

Él era el más peligroso de todos, no se tomaba nada en serio, todo consistía en un juego para él, sin importar que tan torcido y sangriento pudiera llegar a ser. Además, él era extremadamente inteligente, esa habilidad de manipular y descifrar a las personas podía llegar a ser aún más peligrosa que cualquier habilidad física.

Pierce.

Él era impredecible, volátil detrás de esa mascara de frialdad. Pude notar lo inestable que podía llegar a ser cuando algo no salía como él quería o cuando algo le molestaba. Pierce era más fácil de afectar en ese aspecto. Lo peor de él, era que por más que lo intentará no podia sentir miedo cuando estaba con él, eso lo hacía aún más de cuidado.

Y Adam...

Él era la debilidad de ellos tres, eso me había quedado claro. Su humanidad, sus claras emociones monstrandose claramente en sus expresiones, en sus palabras. Lo había visto dudar y cuestionar tantas veces esta situación y esa era mi única ventaja.

Pierce y Mason eran imposibles de superar si quería escapar de aquí pero Adam, él era otra historia.

Si, usalo, Adam puede sacarte de tí.

Esa voz fría dentro de mi cabeza había estado molestándome desde hace unos días, ¿Era mi consciencia? ¿O finalmente había alcanzado el punto de no retorno? ¿Estaba loca?

Adam te ama, usa esa amor, seducelo y obtendrás lo que quieres.

Eso había intentado hacer estos días, poco a poco hablaba con Adam cada día, pequeñas palabras que se convirtieron en conversaciones. No sería creíble si lo seducía de un día a otro, tenia que ser algo gradual. También me aseguraba que ni Mason ni Pierce supieran que estas conversaciones estaban ocurriendo, les tomaría unos segundos descubrir mis intenciones.

de hecho, en los últimos días todo lo que había hecho era esquivar a esos dos. No les hablaba, ni siquiera los saludaba cuando me los encontraba en el pasillo o en la cocina, Mason siempre me daba esa sonrisa burlona cuando me veía como si el supiera que eventualmente le hablaría, como si se tratara de ver cuanto tiempo aguantaba con este silencio, como si fuera un... juego.

Eso era Mason Stevens, un manipulador, psicopata, ansioso por algo que lo entusiasme, algo entretenido y desgraciadamente ese algo era yo.

Pierce me estaba dando mi espacio, sin presionarme, aunque podía sentir su paciencia agotándose con el pasar del tiempo.

Luego de darme un ducha, y ponerme unos shorts y una blusa sin mangas, me sequé el cabello con la toalla frente al espejo. Mi reflejo me sorprendió, me veía... sana. Ya no tenía las mejillas tan hundidas ni ojeras bajo los ojos. Mi piel estaba mejorando su contextura. Fisicamente, estaba mejorando, Mason se había encargado de eso: comidas balanceadas, pastillas para dormir cuando no logró conciliar el sueño, hasta había intentado sesiones terapéuticas conmigo pero me negué.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora