Un libero + Una estrella -[AsaNoya]

«Anillos + Un futuro»

Era un día hermoso, los cerezos comenzaban a florecer, el sol regalaba bellos rayos de luz, el viento era fresco, el pasto era verdoso y suave. En pocas palabras, un día maravilloso, en el que dos chicos hablaban sobre varias cosas, sentados en un bello y pequeño jardín de la escuela, escuchándose atentamente entre ellos, sin perder cada detalle de lo que el otro dijera.

Comentaban muchas cosas triviales, desde lo que vieron en televisión anoche, hasta llegar a contar sus más grandes sueños y las pocas, pero victoriosas hazañas que han tenido en lo que llevan de vida.

Un buen rato estuvieron haciendo varias bromas, de las cuales surgieron estruendosas risas, todo iba de maravilla entre ambos chicos, hasta que el libero se quedó serio, observando una de sus manos, tal y como si se perdiera en sus pensamientos y lo cual le preocupó un poco a Asahi, ya que su amigo sólo ponía esa expresión cuando jugaba y rara vez cuando no lo hacía.

— ¿Qué sucede, Noya?

— ¿Te das cuenta? Justo cuando hablamos del futuro.-dijo, aún observando su mano.

— ¿A qué te refieres? No entiendo.

— Las banditas que tenemos en nuestros dedos, parecen anillos.

Al decir esto, Asahi comenzó también a observar su mano en la que traía aquella bandita, levantándola al mismo tiempo que Yu.

Se habían lastimado cuando entrenaban, no era nada grave, sólo un pequeño rasguño, pero si fue una gran coincidencia que ambos se lastimaran en el dedo anular.

En silencio, las observaron unos minutos, hasta que el libero del Karasuno interrumpió aquella tranquilidad, llevándose la atención de Azumane con una curiosa pregunta.

— Asahi, ¿Piensas casarte en el futuro? Digo, es parte de la vida formar una linda familia.

— Quizás...—respondió algo pensativo.— ¿Y qué hay de ti? ¿Piensas formar una?

— ¡Claro! Si así puedo estar junto a la persona que amo, no me importaría casarme, inclusive si eso implica tener hijos.

— Oh, ya veo. Supongo que te enfocarás en encontrar una chica como Shimizu.

— ¡Nadie puede compararse a Kiyoko!

— Entiendo, estoy de acuerdo con eso.-Una pequeña risa salió de sus labios.

— Pero, ya he encontrado a la persona con la que me quiero casar, ¡Y a quien le daré un anillo! Y no, no es Shimizu.

—¿Tan joven? Debes saber que habrá muchas personas a las que amarás y-

Noya le interrumpió, poniendo un dedo sobre los labios de este, indicándole que lo dejara continuar. Se le veía un gran brillo en los ojos, y ese brillo sólo se podía notar cuando hablaba de cosas en las que de verdad se enfocaba y quería.

—¡Estoy seguro que él es el indicado!

—¿"Él"? ¿A quién te refieres?

Yu se puso de pie frente a su compañero y entusiasmado, con el brillo más intenso en los ojos y con un rubor notable que le cubría sus mejillas, señaló a su adorada estrella.

—¿Eh? ¿Por qué me señalas?

— Decidí que te quiero a ti, quiero formar una familia contigo y darte un lindo anillo.

— ¡¿Estás bien, Noya?! -Su cara se puso tan roja, que parecía que se quemaba.

— ¡Claro que estoy bien! Entonces, ¿Aceptas casarte conmigo en un futuro?

No lograba encontrar alguna razón para que le pidiera tal cosa tan importante, su mente estaba en blanco y todo él temblaba. ¿Acaso así es como se siente cuando se te declara la persona que te gusta?, porque eso se podría tomar como una declaración de amor, ¿cierto?

Una felicidad enorme.

Nervios le recorrían.

Su corazón latía demasiado fuerte.

Un tono de rojo intenso le cubría el rostro.

Y después de pensarlo, contestó a la propuesta.

— Acepto, Noya.

— ¡Que bien!

Se abrazaron, tan fuerte pero a la vez delicadamente para no lastimarse, sentían que algo dentro de ellos hacía conexión, sus corazones latían tanto que creían salirse, se aferraban al abrazo que sin palabras, indicaban que nunca más querrían separarse y ni hablar de la felicidad que sentían, porque no se podría expresar en simples palabras.

Quien hubiera pensado que esta charla comenzó por unas simples banditas y terminó en más que una declaración de amor, terminó en una bella promesa para su ya esperado futuro.

Un futuro con hijos, amor, felicidad, cariños y más promesas que, seguros los dos afirmaban, se cumplirían.