domingo, enero 27 de 2002

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Querido Diario...

Hoy tengo mucho para contarte, en verdad... es demasiado, estaremos aquí un largo tiempo, igual me gusta compartir contigo, no sé por que lado empezar pero... bueno, vamos a lo importante.

Hoy mamá tuvo el turno de día y Raúl se quedó en casa, yo estaba recostada en el sillon viendo TV, todo iba bien hasta que Raúl se sentó a mi lado, primero estuvo viendo la TV concentrado y sin decir una sola palabra, pero en un momento se giró hacia mi y me dijo:

— ¿Sabes?, has crecido bastante, y creo que ya puedes ayudar mucho más en la casa, tú mamá y yo trabajamos para darte todo...

— Entonces no lo hagan.

En realidad no sé cómo, pero las palabras salieron de mi boca solas, odio a este tipo, y el simple hecho de que se acerque a mi solo para decirme eso hacia que mi sangre hirviera.

Siguió hablando ignorando por completo lo que dije, eso me hizo enfurecer aún más.

—… Y creo que ya es hora de que nos ayudes, o bueno... que me ayudes.

Se subió sobre mi a horcajadas, sujetando mis manos sobre mi cabeza para que no pudiera hacer nada, intentó besarme, pero moví mi cabeza hacia un lado, lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero las obligue a detenerse, no iba a permitir que me hiciera daño, ya no, levanté mi rodilla, golpeándolo con todas mis fuerza en su parte baja, soltó mis manos para sujetar su parte adolorida y aproveché para salir de debajo de él y correr a mi cuarto se levantó y me siguió, pero una de mis muy pocas cualidades es que soy muy rápida y alcance a llegar a mi habitación y cerrar la puerta con seguro justo antes de que él pudiera alcanzarme, agradecí a Dios que había dejado a muñeca dentro de mi habitación, si no, no hubiera podido cogerla y escapar de Raúl.

Me quedé en mi habitación hasta que mamá llego del trabajo, no podía soportar esto más tiempo, ya le había contado una vez a mamá sobre lo que Raúl a intentado hacerme, pero no me creyó, pero en ese momento tenia que sacar todo mi positivismo y arriesgarme con la verdad. Raúl, salió un poco después de que mamá llegara a casa. Así que sólo estábamos ella, muñeca y yo.
Salí de mi habitación y me dirigí a la sala de estar donde estaba mamá viendo TV.

— ¿Mamá?, tenemos que hablar, es sobre... es sobre Raúl.

— ¿Ya qué te vas a inventar?.

— No me voy a inventar nada, lo juro.

— Muy bien, habla.

— Bueno... yo estaba...

Le conté todo lo que pasó y no me di cuenta en que momento comencé a llorar, después de pensar unos segundos cuando termine, me dijo:

— Tú, eres una chiquilla insolente, con problemas que ni yo, ni tu papá podremos solucionar, deja de ser tan mentirosa y vete a tu cuarto, ¡ahora!

— Ese señor no es mi padre y nunca lo será, porque, ¡lo odio y a ti también, te odio, no estoy mintiendo y ya no eres mi madre, Evangeline!¡¿Por qué no me crees?!

Y entonces me dio una bofetada.

— Porque siempre quisiste llamar la atención y no voy a permitir que nos trates de esa manera.

Corrí a mi habitación y de nuevo cerré la puerta con seguro, tenia tanta ira, y en ese momento no podía retenerla más.
Comencé a gritar un "los odio", y a tirar mis cosas y a golpear mi armario y también las paredes, les dí con toda mi fuerza y cuando me di cuenta mis nudillos estaba sangrando, estaban en carne viva, así que paré y respiré profundo.
Muñeca se encontraba en un rincón de la habitación, mirándome asustada y me odié por eso.
Cogí la mochila en la que siempre empacaba ropa cuando iba a amanecer donde kati y empaque mi uniforme, una pijama ropa interior y un conjunto de ropa aparte, también cogí mi mochila para el instituto y empaque los cuadernos y todo lo que necesitaba para el horario de mañana, y por último cogí otra mochila más pequeña y cogí la coquita del agua de muñeca, tire la que había por la ventana y la metí allí, cogí también el cuido y lo empaque, también con su respectiva coca, y cogí una manta que había comprado hace unos días con mis ahorros para ella y la empaque, cogí mis tres mochilas como pude y a muñeca, y salí por la ventana.

Mis nudillos ya me empezaban a doler, y me maldecí por eso.

Llegué a la casa de Kati y toqué el timbre dos veces antes de que ella abriera.

— Pero...Delfi,¿qué haces aquí?¿qué te sucedió?.

— ¿Puedo pasar?.

— Sí, claro, entra,¡mamá trae el botiquín de primeros auxilio, Delfi tiene vuelta mierda las manos, es urgente!.

— Katia te he dicho que no uses ese vocabulario. Aquí está, ¡oh!¡ ¿Pero qué te paso?!.

— Tuve una pelea con"mis padres", si es que se les puede decir así, y pues me desahogue con la pared.

Me reí irónicamente.

— Ven, déjame ayudarte, deja a la cachorra en el suelo para poder curarte, y también suelta esas mochilas.

— Muchas gracias.

— No es nada, cariño, sabes que eres parte de nuestra familia y que siempre son bienvenidas.

Sólo fui capaz de asentir.
Después de desinfectar mis nudillos, me los vendó lo suficiente para poder mover fácilmente los dedos y las manos, más bien parecían un par de guantes sin dedos.
Ya estábamos en la habitación de Kati, ella me abrazó en silencio durante unos minutos, pero luego habló.

— ¿Ahora sí me vas a decir lo que sucedió?.

— Raúl lo intentó de nuevo, le conté a Evangeline, pero no me creyó, solo me dijo que yo era una chiquilla insolente, y yo le dije que ellos ya no eran mis padres y que los odiaba, así que ella me dio una bofetada y luego yo se la devolví a la pared y pues...aquí estoy.

— Esos hijos de..., lo siento.

— No es tu culpa. gracias por todo Kati.

— Sabes que eres como mi hermana y siempre estaré ahí para ti.

— Lo sé, yo también estaré siempre ahí.

— Bueno, muy bien, a dormir, tenemos que levantarnos temprano para ir al instituto.

— Yupiiii, por cierto es sarcasmos.

— Ja-ja-ja.

— Duerme bien.

— Tú también.

Y pues bueno, Kat ya está dormida pero yo no podía dormir sin contarte lo que pasó, muñeca ha estado a mi lado desde que llegamos a casa de Kati y también se quedó dormida, no sé qué hacer, Diario, todo iba tan bien, y de repente todo se arruinó, odio esta vida, odio este mundo, los odio a ellos...

Querido Diario...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora