Prólogo

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UNOS AÑOS ANTES...

Los gorritos de fiesta, el pastel, los invitados, los regalos, todo estaba listo.
Sí, todo. Y eso que no era mi fiesta de cumpleaños, sino de Lowell Miller. Siete años se podían decir fácil.
Lowell y yo éramos amigos, ¿raro, no?
Yo caminaba por el césped recién cortado, y a la distancia lo veía jugando con algunos niños del vecindario. Un cumpleaños normal, como el de cualquier otro niño... Con inflables, excepto payasos, Lowell les tenía fobia.

--¡Harley!-llamó mamá, de inmediato me giré a verla-. Harley, cariño. Están apunto de partir el pastel, corre a ganar un lugar-sonrió, simplemente asentí.

Mi vestido rojo caía sobre mis rodillas rosadas, mechones rubios descendían sobre mis hombros y los perfectos zapatitos negros y pulidos acentuaban mi imagen, y por consiguiente mi edad.
Corrí con algo de torpeza hacia la multitud de niños y niñas hambrientos por un poco de aquel delicioso postre de chocolate que yacía en una charola. Todo pasó tan rápido, que apenas pareció un parpadeo.

-¡Harley, cuidado!-chilló papá, volví la vista hacia él, sin embargo choqué con algo. Un dolor agudo se filtró por mis costillas. Había chocado con el borde de la mesa, y de lo siguiente que estuve consiente fue de unos gritos desesperados que salían de boca de: los niños, la madre de Lowell que corría despavorida hacia nosotros, y Lowell.

El pastel se estrelló en el suelo. Parecía que había pasado en cámara lenta, todo parecía ir a la velocidad de un caracol. Se escuchó un sonido seco en el suelo y después de los gritos todos se quedaron inmóviles mirando en total silencio el postre aplastado.

Escuché a Lowell refunfuñar, se quitó bruscamente el gorrito de fiesta y caminó hacia mí. Estaba más cabreado que nunca. Tomó lo que quedaba del pastel y me lo lanzó directo al vestido.
¡Era un regalo! ¡Ese vestido era un precioso regalo, que él estaba estropeando!

Has arruinado mi fiesta, Connor!-siguió lanzándome pastel-. ¡Te odio!

Yo obviamente no me quedé atrás, seguramente mis mejillas eran lo más parecido a un par de tomates, estaba roja de rabia. Tomé a Lowell de la camiseta y lo tumbe al suelo, para ser yo la que tuviese ventaja y llenarle la ropa y el rostro de pastel, además de propinarle unos cuantos golpes al mocoso odioso, ver películas de Bruce Lee con mi padre había servido de algo después de todo.
Nos gritábamos cosas terribles, para tener tan sólo siete años.
Sino hubiese sido por los adultos ahí presentes, habríamos terminando matándonos mutuamente. Todo terminó con una Harley despeinada y llena de pastel con tierra y un Lowell golpeado y llorón.

Y así, amigos míos es como comenzó mi historia con Lowell Miller.

~*~

AVISO: ¡LA HISTORIA ESTA EN PROCESO DE EDICIÓN! LOS CAPÍTULOS SERÁN SUBIDOS NUEVAMENTE.

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Fingiendo ser una NERD (en proceso de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora