Prólogo

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El cuerno fue tocado una vez, inmediatamente la mujer salvaje comenzó a rezar a los dioses antiguos. Por favor, permitid que nuestro pueblo viva, Por favor.

El cuerno fue tocado nuevamente. Permitid que mi hija salga ilesa, que nuestros guerreros tengan valor al enfrentar a los cuervos.

- ¡Nos atacan! - escucho gritar.

El cuerno fue tocado por tercera vez. Se quedó estupefacta. En mil años jamás nadie había tocado el cuerno tres veces. En ese momento supo que los dioses los habían abandonado y sólo podían esperar que la muerte llegara a ellos.

La salvaje escuchaba gritos y súplicas a los dioses. Pero sólo duró un momento. Tomó a su hija en brazos y en la otra mano un hacha de guerra. Esperaba morir, pero al menos intentaría salvar a su hija de las garras de la muerte.

Salió de la carpa y lo primero que vio fue un muerto aproximarse a ella. Rápidamente empuño su hacha y se dispuso a destruirlo, para luego reducirse a la nada.

Contempló al rededor, donde miles de cadáveres se extendían hasta donde alcanzaba la vista, cientos y cientos manchaban la blanca nieve del norte. Aquella vista era horrible para la salvaje y su niña pequeña de tan sólo 2 años.

De pronto una figura se distinguió, tenía el cabello más blanco que había visto la salvaje, su cuerpo era cristalino y su misma presencia generaba que el frío se colara por las pieles de la mujer y su niña, el invierno había llegado y los muertos con él.

- ¡Corre! - gritó la salvaje a su pequeña hija, tomó a su pequeña de la mano y rápidamente la arrastró hasta el lugar donde una bestia se erguía y mostraba los dientes, un lobo huargo grisáceo.

-¡Nieve, conmigo! - rápidamente el lobo se acercó a su ama y esta subió a su pequeña a lomos del gigantesco lobo.

- Ve lo más al sur que puedas Akira, mi pequeña- beso a la niña en la frente, esta sollozo y pataleo, no quería separarse de su madre.

- Madre- sollozó estirando sus manitas-. Madre

- Lo siento mi amor- miro los oscuros ojos del lobo, el cual parecía comprenderla.

- Mantenla a salvo nieve.

El lobo comenzó a correr y segundos después desapareció entre los árboles.

La salvaje giro con su hacha en mano, pensando en su hogar y en el calor del sol, el cual no había sentido en mucho tiempo. Por última vez pensó en su hija, en la pequeña Akira, en su bello y pequeño rostro. La ayudó a enfrentar a aquel demonio de hielo, que quebró su arma y atravesó su cuerpo con una espada de hielo.

Lágrimas se congelaron en sus mejillas y sonrió por última vez. Antes de levantarse con los ojos más azules que el cielo despejado.

....

Pasaron días en los que la niña y el lobo vagaban solitarios por el bosque. Sin encontrar ninguna señal de vida en los alrededores, pero pronto estuvieron lo bastante cerca del muro como para que una partida de cuervos los encontrara.

Ese día fue la tormenta de Nieve más grande del largo verano y una partida de cuervos perdidos entre la nieve, encontraron el cuerpo moribundo de una pequeña.

Estos se sorprendieron al ver que estaba custodiada por un lobo huargo en tan frías tierras.

- Deberíamos matar al lobo- dijo uno de los cuervos-. la niña es una salvaje, también deberíamos.

- Es sólo una niña- protestó otro- y ¿quién se encargará del lobo? ¿tú?

El otro pareció pensárselo, pero luego se arrepintió de las palabras que había dicho.

- ¿Qué haremos con la bestia y la niña?

- Su vida no nos concierne, el Lord comandante decidirá si vive o muere- habló un viejo.

- ¿Y la bestia? - preguntó uno de los cuervos bastante intimidado por el lobo.

El viejo desmontó del caballo y se aproximó a la niña, el lobo mostró los dientes, pero pronto pareció aceptar su presencia. Con mucha precaución tomó a la pequeña que se encontraba congelada y durmiendo acurrucada en el pelaje del lobo huargo.

- He oído que una aldea de salvajes adiestran lobos huargos, pero hasta ahora parecían extintos. La bestia no es peligrosa, dejaremos que la niña cruce el muro con el lobo.

Y así lo hicieron.

Nieve |Juego De Tronos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora