Capitulo 1

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Violeta era una niña de una gran familia, vivían en un pequeño pueblo llamado Charlestown en Wisconsin en las afueras de la ciudad en una casa color verde pastel y blanco. Tenía tres hermanas y un hermano. De todos ella era la menor. Tenía sólo cinco años y su mamá era profesora de arte y su papá Carpintero. Su hermanas se llamaban Lora veinticinco de años, Sara de veintiuno y Sofía de once y su hermano y Santiago de dieciocho. Su padre nunca estaba en casa y su madre salía constantemente a dar clases de pintura a la ciudad. Lora ya trabajaba y vivía sola en un departamento, Sara iba a la secundaria y Sofía iba a la escuela medio dia y cuidaba a Violeta cuando su mamá no estaba. Santiago era muy aparte y a los 16 partió de casa sin estudios hacia nuevos rumbos y puso un taller mecánico; no lo veían seguido.

Empezemos.
Eran las 6 de la mañana -Hoy debo salir a la ciudad. Tengo cosas que hacer y regreso a medio día.. Por favor Sofía, cuida a Violeta.- dijo su madre agitada y estresada recogiendo sus pinceles y pinturas y cerrando la puerta al salir.
Violeta aún dormía. Pero Sofía saltó sobre su cama -vamos a jugar- dijo con curiosidad. Y Violeta entre abriendo sus ojos respondio un rotundo no.
-Vamos a jugar al salón y luego llenamos la piscina inflable. - insistió Sofía.
Violeta cerró sus ojos y segundos después se levantó.
-Pero no maquilles mis cejas, cuesta trabajo quitarme el lapiz de mamá - dijo Violeta con el seño fruncido y sentándose en la silla del comedor.
-Ya acabé, ahora tienes que ponerte un vestido elegante. Mientras que yo hago el desayuno- dijo Sofía.
Trajo a la mesa dos platos de cereal y esperó a Violeta quien se puso un vestido de Sara y sus zapatos. -venga a sentarme guapa- dijo Sofía con seriedad. Comieron y luego se fueron a la piscina. Se quitaron la ropa y empezaron a jugar.. -Juguemos a buscar la pepita de oro- propuso Sofía con ojos de picardía sin embargo ni una sonrisa.
-Ok.
-Las reglas son que yo debo sumergirme a buscar la pepita de oro y tú vas a enterarte cuando la encuentre.- le dijo Sofía y se sumergió en la piscina mientras Violeta se quedó sentada inmóvil, solo mesiendo sus pies y chapoteando hacia adentro de la piscina desnuda en el borde.
Sofía se fue acercando y por debajo del agua surgió de pronto y puso su boca en la vagina de Violeta y metió su engua dentro de su vagina. -¡ihhhd! -suspiró con la boca abierta; Violeta no sabía que era esta sensación, era una niña apenas pero se sentía bien, demasiado bien y no detuvo la situación. No pensó mal porque era su hermana quien se lo hacía y ella nunca le haría daño. Sofía saboreaba a su pequeña hermana en esa calurosa y soleada mañana pero salió del agua y con seriedad y serenidad dijo -la encontré.


¿Como podía saber esas cosas una niña de once años? Sus hormonas estaban reaccionando y tal vez quería experimentar pero creo que se desvío un poco del camino.

Así era cada vez que su madre salía. Era como una temática de película porno, empezaban jugando y el juego se convertía en un encuentro sexual infantil. Era bizarro y perturbador para él que admirara tal abominación. Sin embargo Violeta lo veia como normal, pensaba que era un juego más con su hermana mayor. Así dos años pasaron de sexo lésbico entre dos niñas hermanas.
-

¿Quieres intentarlo Violeta? -sugirió Sofía con ánimos de querer disfrutar también de aquel placer. Pero a Violeta no le agradaban los vellos del pubis que rodeaban el rosado clítoris de su hermana. Asi que solo bajó el rostro y lo sacudió de izquierda a derecha.
-No le vayas a decir a mamá de nuestros juegos, se enfadaría- dijo a Violeta con voz comprensiva pero amenazante. Sofía sabía que lo que hacía no era bueno, era una niña de trece años que violaba a su hermana y la hacía creer que era correcto.
-Juguemos Violeta. Tu serás el paciente viejo y yo seré la bella enfermera.
-¿Para que te quitas la ropa?
-Así es mejor. Ahora dígame señor ¿Como se siente?
-Me duelen los dientes. -Y una mirada inocente. -
-Mmm a ver, usted necesita un poco de jugo de naranja y yo tengo dos justo aquí. - y se colocó las manos en sus pequeños pechos en desarrollo. -
-Ahora debes mamarlos para que te cures Violeta. -le ordenó su hermana mayor.
Se acercó y se acostaron en la cama mientras Violeta sobre Sofía pasaba la punta de su lengua en aquellos duros pezones. Violeta se levantó la falda.
-Quítate las pantis. -Ordenó Sofía.
-¿Debo hacerlo otra vez?
-Si. -Y pegaron sus dos vaginas moviéndose con rapidez.
Jugaban fuera de la casa en su piscina con sus vecinos también pero con las personas eran niñas normales, nisiquiera levantaban sospechas de aquel pecado entre ellas.
Fueron a dar un paseo en bicicleta, Sofía manejaba y pedaleaba y Violeta se sentaba en la manivela y así se divertían mientras reían y volvían a casa. Al llegar encontraron a sus padres en la sala de su casa. Era la 1:37 p.m. Papá debería estar trabajando, algo sucedió. Su madre sentada en el sofá llorando y su padre a un lado de pié y con una mano en su cintura y otra tapando su boca con ojos titubeantes, apunto de soltar muchas lágrimas.
-¿Que sucede? -preguntó Sofía muy angustiada.
-... D.. De camino a casa... Lora tuvo un accidente y falleció.
Las niñas los miraron y lloraron y su padre corrió a consolarlas. Pero Sofía corrió a su habitación sin decir nada... En la noche la familia se reunió en una misa y despidieron el cuerpo de Lora al día siguiente.
Dentro del corazón de Sofía, ese día algo cambió. No volvió a tocar a Violeta, al quedarse solas la obligaba a limpiar la casa y si no lo hacía la golpeaba.
-¡VIOLETA! Lava los platos ahora. -dijo Sofía con voz autoritaria y amarga.
-Ese es tu deber Sofía, no el mio.
-Hazlo ahora mismo o sino...
-¿O sino que? -interrumpió a Sofía.
-Le diré a mamá lo que haces.
¡Plas! Le dió una bofetada. -Si continúas te golpearé más fuerte.
-¡Ya no quiero soportar esto! - gritó Violeta mientras se abalanzó sobre Sofía. Se revocaron en el piso y Violeta mordía y pellizcaba a Sofía y ésta solo intentaba detenerla. Violeta gritaba -¡YAAA! ¡paraa! ¡Ahhhhh!- para que su hermana la soltara.
Sus padres a diario discutían luego de la muerte de su hermana, ya habían pasado tantos años de esto. Seis para ser exacto. Era verano y el amor entre jovenes surgía.. Llegó a nuestra casa un volkswagen y se bajó un apuesto chico de veinte años tal vez, cabellera dorada, piel bronceada y los ojos más bellos que haya visto. -¿Que tal señora Portman? ¿Se encuentra Sofía?- y con una sonrisa en su rostro. Salió Sofía en ese justo momento bajando a saltos las escaleras y poniéndose su suéter. -Vuelvo luego mamá, iré al cine con Taylor- y salió corriendo de la casa y subió al coche con el apuesto chico. Violeta los observaba desde el techo de la casa donde acostumbraba a subirse en las tardes de verano a ver las puestas de sol. Acababa de cumplir trece. Se volvió una jovencita y aunque aun muy joven, atractiva y muy abierta.
Sara tuvo una beca fuera del país en Inglaterra y enviaba cartas que mamá leía para nosotras.

-Querida mamá, papá y hermanos. He llegado con bien a York que es donde queda el instituto. Estoy muy felíz y nerviosa por el viaje pero hasta ahora todos han sido buenos conmigo, excepto por una mujer que me empujó en el barco e hizo que tirara mis maletas pero gracias a Dios no la volví a ver. Estudiaré de día y de noche trabajaré medio tiempo en un café que queda cerca de la casa, asi podré enviarles dinero durante los tres años que me quedan aquí. Por favor cuidense mucho, en especial tú papá. Ya no trabajes tanto. Los amo

Se despide, Sara.

Violeta era solitaria, no tenían vecinos por lo que jugaba sola cuando no iba a la escuela y en su clase eran sólo tres chicas incluyendola pero las otras niñas no la aceptaban porque era extraña. Sofía ya pensaba en otras cosas, chicos, barnis de uñas y hablar por teléfono y eso quitando el hecho de que odiaba a Violeta. Nunca volvió a surgir nada, no volvió a abusar de Violeta, solo la rechazaba. Pero el daño ya había quedado en Violeta quien descubrió su sexualidad a los 5 años. De noche, cuando nadie veía Violeta se masturbaba y veía revistas de chicas pin-up pornográficas pero no deseaba a aquellas mujeres más bien deseaba a un hombre. Ella deseaba ser mayor y poder conquistar a su profesor de Historia el señor Roderick Houston, era un hombre de treinta y dos años con un atractivo sin igual. Lo que ella no sabía es que no necesitaba ser mayor para eso. Violeta era callada, en las clases solo lo observaba y lo admiraba fijamente mientras mordía la goma de su lápiz. Núnca se le insinuó pero por algún motivo el profesor se sentía atraido por la chica.
Un día mientras estaban en la clase, todos salieron al sonar la campana, Violeta con su cabello alborotado se quedó sentada unos segundos y tomó su bolso y caminó hacia el profesor que con sus lentes revisaba la tarea de los niños. Violeta se colocó justo en el costado izquierdo del escritorio y el profesor sin dejar su posición solo levantó la mirada y luego se volteó y le dijo -¿Se te ofrece algo Violeta? ¿No has entendido algo de la clase?- preguntó con incertidumbre. Violeta lo observaba con esos ojos azules y no decía nada. -Violeta ¿Que pasa? ¿Estas bien?
-Sé que me desea tambien ¿sabe? -dijo Violeta con tanta seguridad pero sin mover un solo musculo por una sonrisa.
-¿De que hablas? ¿Te has vuelto loca? -El profesor Roderick estaba furioso pero también nervioso.
Violeta se apoyó en el escritorio con sus codos y puso sus manos en su rostro apoyando su barbilla en la planta de sus manos. El profesor veia su rostro, aquel cabello castaño oscuro, su piel tan blanca y pecas bajo sus ojos azules. Violeta sabía que la deseaba. Abrió su boca y pasó la punta de su lengua por sus labios rojos. Roderick tuvo una erección. Violeta se enderezó, lo miró y se acercó a él y se sentó de frente, quería sentir el pene del profesor rosando sus pantis. El profesor no pudo más y la besó. La sentó en su escritorio y bajó sus pantis por debajo de su falda y le chupó la vagina con muchas ganas. Violeta echó su cabeza para atras mordiéndose el labio y el profesor casi rompía su pantalón con su enorme pene. Roderick se volvió loco de lujuria y abrió su pantalón y sacó su pene pero Violeta no estaba lista para esto aún asi que solo le hizo sexo oral que lo hizo venirse sobre el pecho de Violeta.

Estaba tan loco de pasión que quiso penetrarla pero ella aún era virgen, así que lo abofeteó -Maldito pervertido- y corrió a su casa

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Estaba tan loco de pasión que quiso penetrarla pero ella aún era virgen, así que lo abofeteó -Maldito pervertido- y corrió a su casa. Roderick volvió en sí y se puso el pantalón y se sentó en el escritorio de nuevo. Puso sus manos en su rostro y se limpió los flujos vaginales de su boca. Se colocó los lentes y en seguida recogió sus cosas temblando y salió a la dirección a pedir un traslado. No podía ver la los ojos a Violeta ni permitir que ocurriera de nuevo. La niña podía ser su hija. Se sentía sucio de saber que casi tiene sexo con una niña. Violeta corrió a su casa lo más rápido que pudo y se baño en un río de una granja que quedaba antes de llegar a su casa.

Espinas sin rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora