Capitulo 3

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-Mr. Boss, mi nombre es Violeta y tengo 15 años asi que le sugiero que piense bien lo que hará.
Lo que usted piensa al verme se llama perversión o hasta pedofilia. Muchos se sienten culpables después de estar conmigo aunque eso me excita mucho más. -dijo Violeta mientras fumaba.
Gil la miraba, miraba su naríz respingada, sus pecas.. Sí, esas pecas llamaban tanto la atención. Sus labios carnosos perfectos para dar placer. Pero su mirada, esa mirada inocente y quebrada. Tenia su mirada quebrada casi muerta o al menos alguna vez había visto la muerte de cerca.
Núnca se había fijado en una niña, no era un pervertido pero Violeta era distinta, no pensaba como una chica de 15 años, trabajaba y no en cualquier lugar.
Luego de todas esas observaciones la miró a los ojos.
-Violeta ¿puedo acompañarte a tu casa? ¿o tus padres se enojan? -preguntó Gil con interés.
Violeta guardó silencio. -No hace falta, mi auto está afuera y creo que me sé el camino muy bien. -le respondió con rudeza.
-Yo no te voy a hacer daño.
-No dije que así fuera, sé cuidarme sola si fuera el caso. -repitió Violeta con rudeza. -Ahora debo irme, es mi turno de volver al escenario.- Y apagó el cigarrillo y al caminar a su lado soltó el humo.
Boss estaba encantado, quería conocer aún más a Violeta.
Ella al terminar salió de prisa a su auto asegurándose de que Boss no la seguía. Pero no lo vió en el salón y al salir ahí estaba su cadillac aún.
De seguro entró al baño en ese instante.
Violeta salió tan pronto como pudo y llegó a su casa y su padre ya dormía. No pudo prepararle la cena aquel día asi que se la dejó lista desde ese día en la noche.
Desde ese día en el cabaret, Mr. Boss no faltó al show ni un solo día.
Un día mientras Violeta fumaba afuera del lugar salió Gil y se le acercó.
-Quiero saber de tí Violeta. -dijo.
Violeta tenía su cabeza recostada a la pared y la boquilla en su boca.
*Tiró el cigarrillo*
-¿Quieres conocerme a mi o a mi cuerpo desnudo?
-N...No quise decir eso.
-No te preocupes, tambien me gustaría tenerte dentro. -dijo y lo besó.
Boss la acorraló y tocaba sus pechos con sus fuertes manos.
-Ya basta, debo ir a cantar y arruinarás mi maquillaje.-dijo Violeta con seriedad.
-Pero si ya lo dejaste todo en la boquilla del cigarro.-dijo comprensivo pero gracioso.
-¿Sabes? Tengo otra idea de otro lugar donde dejarlo, acompañame y te muestro..
Violeta lo llevó a su camerino, cerró la puerta y lo miró con perversión

-¿Si sabes que no soy un niño al que puedes seducir no? Soy un hombre maduro Violeta

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-¿Si sabes que no soy un niño al que puedes seducir no? Soy un hombre maduro Violeta. -dijo Boss con ánimos de intimidarla.
-¿Y si sabes que ya he hecho esto otras veces? Soy una maldita perra Mr. Boss. -dijo Violeta y puso su mano en su entrepierna.
Boss la besó y la sujetó del cabello fuerte. Violeta lo masturbaba. Él sujetaba sus brazos con fuerza. Ella le hizo sexo oral y justo antes de venirse se apartó.
-Bueno, ya debo irme. -dijo Violeta.
Esa chica era malvada.
-Espera, no puedes irte aún. -y la tomó del brazo.
-Sueltame, debo salir ahora y sin labial por tu culpa. -dijo culpandolo.
-¿Como puedes hacer eso? -dijo molesto.
-Suéltame o grito porque un hombre abusó de mi. Es tu palabra contra la mía. -dijo amenazandolo.
Boss la soltó y ella se fué.
Violeta era diabolica. Pero Gil necesitaba más.
Volvió a su casa y al llegar su padre estaba muy enfermo. Tenía un ataque de pulmonía debido al invierno y a su trabajo al aire libre. Estaba agonizando.
-Papá, no te vayas, no me dejes. Por favor. Recuerda que estarias siempre conmigo. No rompas tu promesa ahora por favor. -suplicaba Violeta.
-Mi Violeta, mi ángel tan frágil pero tan fría. Dile a tus hermanos que los amo. Dile a Jenna que me perdone. Tú perdóname. Perdóname... -agonizando.
-¡PAPÁÁÁÁÁ! ¡PAPÁÁÁÁÁÁ!
Lloró mucho luego de la muerte de su padre. Había quedado sola. No sabía nada de su madre que la abandonó. Ni de Santiago,Sofía o Sara.
Le dieron una semana en el cabaret por el luto de su padre. Vendió la casa y se fué a vivir a la ciudad.
Un día fué al supermercado a comprar una cajetilla de cigarros y vió a Boss. ¿Que hacía él en un lugar como ese? Boss la vió y la siguió
-¡Violeta, espera!
Pero ella salió y se escondió de él. Después de unos días Boss consiguió su numero telefonico y recibió una llamada.
*Ring ring* *levanta el teléfono*
-¿Violeta? Soy yo, Boss.
Ella colgó el teléfono.
*Ring ring* volvió a sonar.
-¡Que no quiero hablar!
-Hija... -una voz de mujer.
-¿Quien es? -preguntó
-Soy..Violeta, soy tu madre y necesito hablar contigo.

Fué al lugar donde la citó su madre

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Fué al lugar donde la citó su madre.
La vió de lejos y bajó la cabeza.
-Hija mía. -dijo llorando y la abrazó.
Violeta no respondió el abrazo. Sólo permaneció en silencio.
-Violeta, yo... Yo te quiero pedir que me perdones. No soy una mala madre. Sólo estaba desesperada. Por favor perdóname Violeta.
-Jenna.
-Violeta, soy tu madre...-dijo Jenna con asombro pero autoridad.
-¿Acaso mi madre me habría dejado con un hombre que ni siquiera es mi padre? ¿Como sabes que no fué un buen hombre conmigo? ¿Que acaso no fué por eso que te fuiste? -reprochó con dureza.
Su madre hizo el intento de levantarle la mano.
-¿Para eso me citaste? ¿Para golpearme? Ya eso pasó de moda Jenna, ya supéralo. - y se dió la vuelta y se marchó.
-Espera. -dijo Jenna entre lágrimas.
-Te cité aquí por esto. -sacó de su bolsa un sobre y se lo entregó.
-Sé que tienes preguntas, aquí hay algunas respuestas.
Violeta tomó el sobre y lo guardó en su abrigo, dio vuelta y se marchó.
No volvió a ver a su madre. Y guardó el sobre porque no le interesaba verlo en ese instante. Violeta no tenía nada que hacer. Sólo le quedaba retomar su trabajo en el cabaret.
Fué y después de mucho subió al escenario.
Vió a Mr. Boss, quien estaba felíz de verla. Después del show fueron las palmas que más se escucharon.
Violeta estaba felíz de volver a su trabajo.
Saliendo del cabaret, tomó su abrigo y salió hacia su auto.
Boss la estaba esperando en su auto.
-Violeta me tenías preocupado. ¿Que sucedió? ¿Porqué no habías vuelto? -preguntaba desesperado.
-Gil, no te debo explicaciónes. Si tanto quieres hacerme felíz llevame por un trago y por unos cigarros. -dijo ella con indiferencia.
-Por tí lo que sea. -dijo y una mirada perversa. -pero vamos en mi auto.
-¿El mio te avergüenza? -preguntó amenazante.
-No pero si algo le pasa al tuyo en el estacionamiento, te compro dos más. -dijo con astucia.
Se subieron en el auto y se fueron a cenar.
-¿Porqué huiste aquel día? Sólo quería hablar. ¿Siempre eres asi? -le preguntó Gil.
-¿... Tu vives por aquí cerca? -preguntó Violeta.
-No, vivo un poco apartado de la ciudad. -contestó.
-Entonces ¿No fue una casualidad verte ahí?
-No.. Ese no fué el unico supermercado en el que te busqué.-reconoció él.
-Boss, yo soy una niña. Una joven. Yo no busco un novio o un marido. -le explicó.
-Lo entiendo.
-Yo ni siquiera sé si eres casado o tienes hijos. No quiero compromisos.
-¿Entonces quieres saber más de mi?-preguntó él con alegría.
-No, sólo no quiero ser la amante. No me interesa saber nada de tí.
A Boss se le rompió el corazón pero quería luchar por el amor de Violeta. Esa chica era todo un misterio. Un cofre de sorpresas. Tantos tesoros en una niña de quince años. Sin embargo algo amargo surgía dentro de ella, no mostraba lo que sentía, mostraba lo que quería que la gente viera.

Espinas sin rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora