—¿Adónde vamos Mr. Boss? Ya vamos saliendo de la ciudad. –le preguntó Violeta.
—Vamos a comprar una cajetilla de cigarros, justo como querías.
—¿Y vamos a la fábrica?–Violeta no sabía que tenía en mente Boss.
Viajaron por 25 minutos. Llegaron a un lugar, la casa de Mr. Boss. Una casa enorme de color blanco y con marcos terracota. Era tan grande que los pasos causaban eco. Vivía sólo en esa casa tan enorme.
—¿Por qué vive sólo es una casa tan enorme? –Preguntó curiosa.
—Sólo me he casado una vez y ella me dejó por otro hombre. Desde entonces vivo sólo en este castillo de papel. –le explicó Gil.
—¿No tuvieron hijos? –preguntó Violeta mientras caminaba tocando en barandal de las escaleras.
—Ella era estéril pero yo núnca quise niños corriendo por la casa.
—¿Entonces que hago yo aquí? –se volteó hacía él.
—Una niña no lo chupa tan exquisito.–dijo Gil sin prejuicios.
—No pienses mal, soy una pequeña virgen. Respetame. –dijo sonriendo.
—Acompáñame a mi lugar privado. –la tomó de la mano y subieron las escaleras.
Llegaron a su estudio que era del tamaño de su apartamento. Ella observó todo y tenía muchas, muchas revistas, a ella le encantaban.—¿A que te dedicas? –preguntó ella.
—Veo que te interesa mucho mi vida.
—Me trajiste a tu casa y estoy aburrida, lo hago por compromiso. –dijo indiferente.
—Discúlpame por favor ¿que quieres hacer entonces? ¿vamos a algún lado? –le sugirió.
—No, pero quiero escoger yo las actividades. *lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación *
—Quiero que te recuestes desnudo en la cama, pero con una venda en los ojos y con las manos atadas.
—¿Para dejarme aquí sin poder soltarme? No gracias Violeta, no me apetece.
—¿Te niegas? Fuiste tú quien me trajo aquí engañada. Al menos déjame aprovecharme de tí.
—La primera vez que voy a estar contigo ¿y no voy a verte? Eso no es justo.
—El sexo es para sentir no para ver.
—Se nota que no tienes experiencia en eso.
—Ya te lo dije, jamás me han penetrado.
—No lo puedo creer ¿Eres virgen?
—No soy virgen, solo no me han metido un pene. Pero he tenido orgasmos.
—Violeta ¿Puedo ser yo? Porque me muero por estar contigo, conocer cada curva, cada lunar, el sabor de tu cuerpo.
—Hazlo, sólo mételo.
La recostó sobre la cama la desnudó recorrió con sus manos por todo aquel desnudo y pálido cuerpo salpicado por pecas. Besó sus pies, sus rodillas y le practicó un oral. Violeta se retorcía y levantaba la espalda de la cama resaltándosen sus clavículas. Mordía sus labios y sonreía. Boss acariciaba sus pechos y sus piernas y subió besando sus pechos y su cuello mientras la penetraba lenta y cuidadosamente. Violeta tenía cara de dolor y más porque el miembro de Boss era superdotado. Luego de un par de movimientos Boss siguió con libertad. Se sentaron frente a frente y se miraron a los ojos y Violeta se dejó caer hacía atrás, con toda certeza de que él la iba a sostener. Sus pechos rebotaban con el movimiento y sus gemidos producían eco que se escuchaban en toda la casa.
Hace tanto que él no sentía algo así. Sentía que estaba levitando en el aire en un mar de sueños. Era algo maravilloso, algo limpio, algo etéreo.
Boss la llevó a su casa a la mañana siguiente.
—Violeta.. Si necesitas más cigarrillos pidemelos cuando quieras. –dijo Gil con perversión.
—Púdrete Gil.– y entró a su edificio sin más ni más.
—Gil sonrió y se marchó en su auto.
Él no sabía lo que había causado con lo que hizo esa noche. Tal vez era un error lo que había cometido.
Muchas personas conocían a Violeta en el cabaret y un productor muy adinerado se interesó en ella. Éste rondaba dos 40 años y tenía el cabello rubio y ojos oscuros. Él tenía oscuridad en sus ojos y en su alma. Pero Violeta se sentía atraída.
Era un hombre malo y calculador. Su voz se asemejaba a la del rugido de un león. Fuerte, tosca, grave, ronca.
Tenía anillos en la mayoría de sus dedos y usaba siempre un sombrero del color del café con leche y un cigarro aderido entre sus dedos.
Violeta se escontraba en su camerino y llegó este hombre.
—Creo que tiene talento querida. –le dijo con una voz sádica y con el cigarro entre los dientes.
Violeta sonrió.
—¿Que lo trae por aquí señor? –dijo ella mientras retocaba su maquillaje y su cabello.
—Quise conocer un poco más a la artista. Me encanta tu voz, entre otras cosas de ti –dijo el hombre.
Violeta se volteó con todo y silla.
—¿Que pretende señor? Yo no quiero su dinero, aquí me gano la vida y está bien. No pretendo ser famosa.
—Ya es muy tarde para eso mi querida Violeta. Muchas personas vienen desde muy lejos a escucharte cantar. Yo soy uno de ellos. –dijo mientras caminaba por todo el camerino.
—Violeta, no te resistas más. Te daré lo que quieras pero dejame conocer mas allá de esa bonita voz; déjame conocer tu cuerpo.
Ella se levantó y él se acercó por detrás mientras besaba su cuello sacó su miembro y erecto lo acariciaba contra sus pantis. Ella se acostó sobre su pecho en la mesa y salvajemente el la penetró. Tuvieron sexo salvaje en el camerino y Boss esperaba a que Violeta saliera al escenario. El hombre salió del camerino y se fué. Violeta se arregló y triunfante subió al escenario.
Al terminar salió hacia su departamento y esperó a que fuera el día siguiente.
Por las mañanas salía al balcón a fumarse un cigarro y a pensar sobre todo lo que hacía. Lo que había sido de su familia y lo que ya nunca más fué.Ese hombre no fué como Mr. Boss. No tuvo ese tacto, esa delicadeza.
No todos los hombres son iguales, no todos hacen el sexo de la misma forma por eso yo quiero descubrirlas todas.
No estaba enamorada de Boss pero ¡Dios! Como amaba su sexo.
Violeta fué y llamó a Boss por teléfono.
—Violeta. ¡Que gusto escucharte! Ayer no te vi más.. saliste muy rápido de ahí. ¿Sucedió algo? –preguntaba Boss preocupado.
—No. –respondió ella.
—Violeta. ¿Porque llamas y eres así? Déjate amar. Las niñas a tu edad se deshacen en amor.
—Gil, quiero cigarrillos.
—¿Ahora? –preguntó confuso
—Ahora.
Boss fue a traer a Violeta en su auto. Entraron besándose y desvistiendose a la habitación. Antes de emepezar Violeta puso el toca discos, luego Boss lanzó a Violeta a la cama y luego se lanzó sobre ella. Él la penetraba suave, lento. Con cada penetración Violeta cerraba sus ojos y volaba. Abría su boca y sus ojos y veía a Mr. Boss, tan atractivo, tan apasionado, tan libre. Ella estaba loca por ese hombre. Pero no lo amaba. No se imaginaba como sería estar con un hombre atada toda la vida. Violeta era un espíritu libre, era un pajarillo que si era enjaulado en cualquier oportunidad de escapar se marcharía y jamás volvería.
Boss no la aprisionaba. No la presionaba. Ella era libre, era salvaje pero era suya.
Violeta subió arriba suyo y puso sus manos en el pecho de Boss mientras el presionaba sus dientes unos con otros. Ella movía sus caderas al compás de la suave música, cada vez más rápido hasta volverse loca. Ella se recostó en la cama boca abajo y levantó su trasero. Mr. Boss la penetró y él se movía con tanta suavidad. En la habitación ya no se oía la música, sólo la canción de los gemidos de Violeta.
Al terminar se ducharon juntos y él fué a dejarla a su casa.
Ella fué al cabaret a cantar y un empresario al igual que muchos se dejó ir por su belleza. Ellos la invitaban a un trago y ella los llevaba al camerino a tener sexo con ellos. Violeta no era una prostituta, no. Ella elegía a quien y no lo hacía por dinero. Lo hacía por placer. Lo hombres maduros eran su debilidad. Pero ninguno de estos hombres la volvía a ver ni ella los volvía a buscar. Sólo buscaba a uno cuando tenía necesidad, ella buscaba a Mr. Boss. Él no se enteraba que ella tenía otros hombres. Ella era la única en su vida.
ESTÁS LEYENDO
Espinas sin rosa
Short StoryAmbientada en los años 1940-1950. Violeta una chica de una humilde familia, durante su niñez es constantemente abusada por su hermana mayor pero tras la pérdida de su hermana Lora la familia se desmorona y ella debe salir adelante sóla y encontrará...