Capitulo 6

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Pasaron cinco meses y Violeta no sabía nada de Mr. Boss. Trató de llamarlo pero fué inútil.
Violeta pasaba sus días más sola de lo que ya estaba.
Sus shows en el cabaret ya no eran lo mismo, Boss ya no era parte del público.
Estaba tan decepcionada, tan muerta. Tan hecha mierda.
Desde entonces no tuvo sexo ni un sólo día.
Se metía a la bañera y mientras se bañaba en la tina de agua caliente recordaba cuando Gil metía sus dedos en su estrecha vagina. Luego como pasaba su lengua y sus labios por todo su cuerpo. Nunca se sintió así por ningún hombre. Nunca tuvo que sufrir por alguien que no fuera su padre. Le había confiado su vida, el único hombre aparte de Jhon que se había preocupado por su bienestar y el único que le pudo dar placer desde el primer día que escuchó su voz.
Mr. Boss.. ¿Que ha sido de tí? ¿Por qué no me llevas a comprar unos cigarros? Los necesito ahora.
Mi conciencia me preguntó
-¿Realmente son cigarrillos lo que necesitas? ¿Sexo o simplemente lo necesitas a él? -me preguntaba.
¿Por qué tengo miedo de admitir que siento algo..?
Violeta recordaba las noches que a su lado pudo ver las estrellas sin fumar junto a él.
Encendió un cigarrillo y fumó en la tina y luego comenzó a masturbarse. Pero no sentía placer. No sentía nada. Se embriagó por dos días. El piso de su casa se llenó de colas de cigarros

El gato a quien llamó Bossy era el único que la acompañaba en esas fríos noches.

El gato y su imagen en su memoria era lo único que le quedaba de él.

En sus noches de soledad junto a un gato negro

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En sus noches de soledad junto a un gato negro. Mientras que las lágrimas de Violeta rodaban por sus mejillas hasta caer a la almohada.
Llovía tan fuerte esa noche que parecía que las gotas rompían el techo.
Hacía frío. Pero ella tomó una decisión. Iría a buscar a Mr. Boss.
Daban las once cuarenta y dos de la noche cuando salió en su auto hacia la casa de Boss. De camino las lágrimas y las gotas de agua en el parabrisas bloqueaban la vista y en una curva pasó un auto y la cegó.
Perdió el control y se salió de la vía. El aunto quedó mal estacionado en la orilla de la carretera y ella con sus manos y su cara en el volante lloraba desesperada. Pasó la noche en su auto. Y en la mañana se sintió tan arrepentida. Dio la vuelta y se fué a su casa.
Ya no tenía empleo en el cabaret. Lo abandonó al embriagarse tantos días.
Un día fué a la ciudad y a buscar otro empleo, otra casa, otra vida, otro destino y ahí, justo ahí vió a Boss en su auto mirando por la ventana.
En seguida paró el auto y salió en busca de él pero pasó lo que jamás imaginó...
Al auto se subió una chica. Una mujer hermosa, era rubia, ojos azules y ojos chispeantes y con clase. No parecía tener vicios, problemas con el alcohol las drogas o el sexo.
Parecían de esas mujeres cuyos problemas típicos son no saber que vestido usaran el siguiente baile a la que sus numerosas amigas la invitarán. Parecía de esas mujeres que no conocieron un pene hasta los veintiuno.
Parecía una de esas mujeres que no estaban rotas.
¿Que si eran celos? Claro que lo eran.
Eran celos, envidia, rencor, dolor. Pero era lo menos que merecía.
Es egoísta darse cuenta que tuviste un diamante y lo tiraste porque no lo querías pero apenas alguien más lo recoge de pronto te interesa.
Violeta llegó a su casa y Bossy siguiendo una rata tiró unos papeles que estaban en el buró.
-Ten mas cuidado amigo, puedes romper algo.
Recogió los documentos y se le cayó algo de pronto. Era una fotografía pero cayó hacia abajo. No le tomó importancia.
Despues de tanto decidió leer la carta.
Comenzó.

Espinas sin rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora