TWO DAYS TO GO.

1.8K 377 127
                                    

La tarde anterior el regreso a casa fue silencioso, mientras mi cabeza gritaba. 

Quería ser fuerte, luchar contra todas las ganas que tenía de llorar, no de tristeza, de impotencia. Me sentía débil, no podía contra Hoseok, contra las ganas que tenía de abrazarlo y decirle que todo estaría bien, aunque no lo estaría, no a partir de ahora.

Esa noche Hoseok durmió en el sofá, alejándose de mí todo el tiempo, ignorándome mientras lo observaba en la puerta de nuestro cuarto, aun con la esperanza en mis ojos de que se acostaría conmigo en nuestra cama... pero no lo hizo, dejándome solo con mis pensamientos, y el aire filtrado por la ventana.

- Quiero hablar contigo. - le dije tan pronto servimos el desayuno en la mesa. El no contestó, pero alzó su vista hacia mí, con eso me basto. - Hoseok, me voy a ir a Busan. - le avisé, evitando que mi voz se quebrara con las palabras que pronunciaban mis labios. - Iré al hospital donde se quedó mi mamá.

El Paraíso, un nombre algo cínico para el Hospital de cuidados Paliativos de Busan, un lugar que ya conocía bien, donde había pasado meses enteros viendo decaer a mi madre dentro de una hermosa habitación color azul. Pero esta vez estaría yo solo, me aseguraría de eso.

¿Por qué no quería que Hoseok viniera conmigo? Porque lo amaba, y él sería el único que me mantendría vivo en su memoria, y ahí quería quedarme, siempre sonriente y con un poco de color en la piel.

- Tú no puedes hacerme eso, Taehyung. - lo escuché decir, subiendo poco a poco su volumen de voz. - Te prometí cuidar de ti, y eso es lo que haré.

- No puedes. - le contesté tajante. - Conozco el trabajo de cuidar a un enfermo en fase terminal, y terminarás odiándome al final. Tú te quedas.

- ¡No lo haré! - gritó, levantándose de su asiento con las lagrimas saliendo de sus ojos. - ¿Por qué lo dices de una forma tan fácil? ¡¿Te es fácil despedirte de mí?! ¡¿Tan poco te importo?!

- Hoseok... - suspiré, intentando calmarlo. - Tú sabes que no es así.

- Eres tan egoísta. - Le oí decir, y eso dolió.

- ¡¿Crees que es fácil para mí, idiota?! - exploté. - ¡¿Crees que estoy tomando esta decisión por mí?! - me levanté de la silla, sintiendo el enojo correr en mi sangre. Le apunté con un dedo. - ¡¿Crees, tú, que quiero morirme?!

- ¿Entonces por qué te estas rindiendo tan fácil?!

- ¡Porque estoy en la maldita fase terminal, Hoseok! ¡Entiéndelo! Me voy a morir, y tú, ni nadie, puede salvarme. - Lloré, de enojo, de rabia, de tristeza, de odio, de amor. - Así que no me llames egoísta... - tomé aire, empezaba a marearme. - Esta decisión es para que no termines con pesadillas todas las noches.

- Tae...

- No, Hoseok. - le advertí, retrocediendo un paso. - Tú tienes una vida después de mí, una vida aquí en Seúl. Ambos sabríamos que esto solo era una bomba de tiempo en nuestra relación, un día iba a pasar, y tanto como yo, tú sabías que tenías que prepararte.

- No puedo prepararme para perderte. ¿Cómo se supone que lo haga? - rápidamente, me estrechó entre sus brazos.

Olía a jabón, y a miel.

- ¿Podemos hablarlo? - me pidió después de un rato, en el cual solo estábamos parados, llorando en silencio en medio de la cocina. - Por favor.

- Es mi última palabra, Hoseok... - y su cuerpo reaccionó ante las palabras.

- No me importa, no te dejaré ir. - cansado por la lucha, solté una leve carcajada.

- ¿Cómo lo harás? ¿Amarrándome?

- No... - contestó serio, acercando su rostro hasta el mío. - Con esto.

Me besó con hambre, como si su vida dependiera de eso, su lengua dominaba la mía, haciendo que mis sentidos colapsaran y mandaran todo al carajo, poniéndome en modo automático, donde solo reaccionaba ante sus caricias, gemidos y jadeos.

Me jaló hacia su cuerpo, y me cargó con tanta facilidad, mientras yo rodeaba con mis piernas su cadera, empezando a frotar nuestros miembros sin pudor alguno. Lo necesitaba, con cada pedazo de cuerpo que tenía, con cada célula que poseía. Era él, él, él.

Sus labios descendieron hasta mi cuello, donde chupaba y mordía con delicadeza, deshaciéndome en sus brazos, mis dedos recorrían su cabello, jalándolo levemente cuando encontraba un lugar en donde me hacía gemir. Habíamos salido de la cocina, tirándonos a ambos en nuestra cama, que seguía sin tender. Frente a mí estaba su cuerpo, que recibía mis besos en su pecho, las playeras habían sido perdidas en el camino.

- Quédate conmigo. - susurró Hoseok con un tono grave, lamiendo el lóbulo de mi oreja, haciéndome retorcer bajo su cuerpo.

- Esto es extorsión... - respondí, cuando sentí como sus dedos bajaban hasta encontrarse con el borde de mi bóxer, jugando con el.

- Haré hasta lo imposible por estar contigo... ¿lo entiendes? - evitó que contestara con sus labios sobre los míos. Haciéndome jadear por busca de aire, ya que mis pulmones estaban llenos de fuego.

Pasaron los minutos que podían sentirse como una exquisita eternidad, con mi cuerpo y el de Hoseok, entregándose uno al otro, haciéndome disfrutar de su toque, de querer recordar los caminos de sus besos. Estaba seguro que esa sería mi última vez con él, y quería tatuarla en mí, para siempre.

***

Amaba a Jung Hoseok, me gustaba pensar que lo amé desde la primera vez que lo vi, lo amé cuando me tomó por primera vez la mano, cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando tuvimos nuestra primera pelea, cuando me escogió gomitas rojas en lugar de verdes, cuando tuvimos relaciones por primera vez. En fin, lo amé tantas veces que el miedo a estar sin él era incontrolable, incluso cuando dormía me gustaba obsérvalo, llenarme de él y así conocerlo siempre, hasta el final.

Tomamos un baño después, no despegándonos de los brazos del otro en todo lo que sobraba de la tarde.

Le había dicho adiós a las píldoras, era tiempo de limpiar mi organismo con tanta droga que se le había administrado a lo largo de, su corta-larga, vida.

- ¿Has pensando en algún momento como sería poder encontrarte con tu alma gemela? - preguntó Jungkook justo después de que saliéramos de clases. Ese día la maestra había contando una historia súper interesante que me había mantenido atento a lo que le pasaba a la princesa encerrada en esa gran torre. Su héroe la había salvado. ¿Conocería alguna vez a Superman?.

- Sería extrañísimo, ¿no crees? ¿Te imaginas que sea igualito a mí?

- No, Tae. Bobo. - saque un puchero por la mala palabra que me había dicho mi mejor amigo. - Una alma gemela no es igual a ti.

- Sí es gemela tiene que ser igual a ti... si no, no sería gemela. Aquí el bobo eres tú.

- No físicamente...

- ¿Entonces? - se detuvo y me paro tomándome de los hombros. Con su dedo índice apunto a mi corazón.

- Aquí adentro.

Acaricié el rostro de Hoseok cuando sus ojos se posaban en mí, una dulce sonrisa y le besé la mejilla.

- Gracias por todo, Hobi. - le agradecí desde lo más profundo de mi corazón. - Gracias por ser el amor de mi vida. - quería hablar, pero con un dedo en su boca se lo impedí. - Déjame terminar. - asintió lentamente, y proseguí. - ¿Sabes por que no te dejo hablar? Porque mis palabras están contadas y quiero gastarlas todas contigo. Así que, shh. - sonreí, un poco contento. - Desde ahora mando yo.

Le hablé de todo, mis memorias de niño, de lo inocente que era a veces, de mi último recuerdo con mi abuelo, de las salidas por helado con mis amigos, de mi vista al hospital, de la noche que lo conocí, de la noche que perdí a mi madre. Le conté las veces que había soñado con él, o cuando rompí una ventana por accidente. 

Estaba yo compartiéndole toda mi vida, que para ser honestos, ya era suya.

We lost the sea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora