Capítulo 6

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Estaba muy cabreada, me quedaban pocos días y ellas ahí con sus problemas. Vale, entiendo que cada persona tenga lo suyo, pero un poco de caso nunca viene mal, que yo también existo. Bajé al dialprix y compré la comida, cuando subí, las vueltas no estaban echadas, juraría haberla cerrado. Estaba asustada, con cautela me dirigí al salón. Encima de la mesa había una caja de cartón, con una nota encima, la cual decidí abrir.

Al ver por primera vez tu carita, tu nariz, tu pelo negro como el carbón, me cambió la vida.Cuando escuché tu primera palabra, me derrumbé de dulzura. Los primeros meses fueron terribles, llorabas mucho y no me dejabas dormir, pero todo ese sufrimiento se solucionó con tu primera risa. Tus primeros pasos fueron importantes, tus caídas y tus ganas de levantarte, me enorgullecían. Tus ganas de vivir, de jugar, de inventarte juegos absurdos, que hacían tus tardes más divertidas. Debido al trabajo, no he podido estar mucho tiempo contigo, pero todas las noches tus historias me subían los ánimos. Ibas creciendo y no cambiabas, seguías siendo perfecta. Te haces mayor y siempre no estarás junto a mi, gracias, gracias por todos estos años a mi lado y por muchos más. Vive tu vida, sé feliz y cumple tus sueños. Si estas leyendo esto, es porque tu vida prosigue en otro lugar. En esta caja, he ido recopilando todos tus recuerdos. No olvides nunca que te quiero y ven a verme de vez en cuando.

                                                                                                                        Te quiero, mama.

Me temblaban las manos, las lagrimas caían sin cesar, con pocas fuerzas abrí la caja. Habían muchas fotos de cuando era pequeña, mis dos peluches favoritos (los dí por perdidos cuando cumplí los 13), tres cuentos infantiles, una armónica y una cajita. La cogí y la abrí. Una pequeña sonrisa brotó de mi cara.

-Ella quería que la tuvieras -Me giré de golpe

-¡Qué susto! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

-Desde que has entrado.

-¿Qué hace esto aquí? Se lo regalé y lo guardó en la casa del pueblo.

-No importa el porqué, si no el significado que tiene para ti -Me la coloqué en el cuello.

-Gracias por traerme esto, me lo llevaré a Miami y el colgante me dará fuerzas para continuar.

-De nada - Sonrió

-Prima ¿Por qué no te has quedado con mi custodia?

-Cuando vino el asistente social y nos comentó como era la familia, pensé que con ellos tendrías una mejor vida y estoy segura de que cumplirás tu sueño -Señaló el collar - No te enfades con nosotras, queremos lo mejor para ti.

-Lo sé, gracias -La abracé -¿Cómo es la familia? Nadie me lo quiere decir.

-Ya lo descubrirás cuando estés allí.

-Cuanto misterio.

Por la tarde tocaron el timbre, estaba organizando las cosas, para no prepararlas siempre a última hora.

-Ey, hola ¿Qué hacéis aquí?- Las invité a pasar. Con todo esto de mi madre se me pasó un poco el enfado, pero seguía molesta, nunca me escuchaban.

-Lorena nos ha contado lo de Miami... -Dijo Gema entristecida.

-¡No te puedes ir! -Grito Rosa. Vi que una lagrima se le escapaba y la abracé.

-Pequeñaja, no llores, seguiremos en contacto y en vacaciones vendré.

-No será lo mismo, necesito tus abrazos y tus ánimos. Tu siempre sabes decir la frase perfecta para solucionar nuestros problemas. No soportaré ir a fitness o al instituto y no verte. ¿Quién vendrá conmigo a patinar los domingos? Tus sonrisas me alegran los días. El Mc Donald no será tan divertido y me comerán los mosquitos. (Una anécdota muy graciosa que ya os contaré) - Comenzó a llorar.

-Chicas, ya no hay vuelta atrás. Crearemos un grupo y hablaremos todos los días.Si tenéis problemas, me los contáis y os ayudaré en lo que pueda y lo del Mc Donald... vete al Burguer, ahí por lo menos dan servilletas -Rosa rió.

Saqué un aperitivo y pasamos la tarde. Algo me preocupaba, Rosa y Lorena estaban raras. Sé que marcharme iba a ser duro, pero temía que lo pasaran mal. Al día siguiente me levanté, bajé a mi perrita y lo preparé todo para ir al instituto. Le mandé un mensaje a Rosa, pero no contestó. Siempre quedábamos en la esquina, pero hoy no se encontraba allí. ¿Dónde estaba? Siempre me avisa si le pasa algo, me estaba preocupando. Al llegar a clase allí estaba, sentada al lado de Pilar. Saludé y me evitó.

-Pilar ¿Le puedes decir a tu compañera que existo? Que yo sepa no le he hecho nada.

-Rosa dice Re...

-La he escuchado, no hace falta repetirlo.

-En fin, no te entiendo...

Post Rosa

Las clases pasaban muy despacio y Rebeca cada vez me agobiaba más. La evitaba porque no quería que se fuera, así a lo mejor le daba pena y se quedaba. De repente una bolita de papel golpeó mi espalda, la cogí y la leí.

< No se por qué estás enfadada, pero necesito hablar contigo, no te quiero ver mal y me duele ver que quedan pocos días para irme y pasa de mi >

                                                                                                                       Rebeca

Arrugué el papel y lo tiré en señal de que no quería saber nada. No puede irse, no ahora que las cosas iban bien. Ella tiene la culpa, sus primas se pueden quedar con ella y seguiríamos juntas. Pero ¡No! " Quiero irme, así podre superarlo mejor" Nosotras la apoyaríamos, no tiene porque irse a la otra punta del mundo. A los pocos minutos otra bolita de papel rebota en mi pupitre.

< Por favor no me ignores >

-¡Ey! Pero que... -Era el profesor, leyó la hoja y la arrugó.

-Ya veo a lo que dedican ustedes en clase. A la sala de amonestados ¡Pero ya!

-¿Yo también? -Preguntó Rebeca.

-No, si quieres voy yo ¡Tira! -Gritó

Cuando salimos de la clase, casi la estampo en la pared. Nunca me habían expulsado y todo por su culpa.

-¿Has visto lo que has conseguido?

-Así ya podemos hablar...

-Yo contigo no hablo.

-Rosa... Si estás enfadada por lo de Miami... No puedo hacer nada y tampoco me culpes. Entiéndeme , aquí hay muchos recuerdos. Tú no sabes lo que es levantarse todos los días y no recibir un "Buenos días" o " Que te vaya bien el insti", es muy deprimente andar por mi casa y solo escuchar silencio, o tener que desayunar, comer y cenar sola -Comenzó a llorar.

-Bueno, yo... tienes razón, no me he puesto en tu lugar y he sido egoísta, pero podrías venirte a mi casa.

-Rosa, no estaría bien, sería la acoplada y que no, que sería mucha molestia. Y estar lejos de mis recuerdos me sentará bien -La abracé.

-No me olvides, yo nunca lo haré -Se me resbaló una lágrima.

-No lo haré -Sonrió.


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