DOCEAVA ILUSIÓN

366 24 8
                                    


DOCEAVA ILUSIÓN

Antes de que los jinetes partieran Walter pidió hablar un poco con el castaño, que lastima que se había cortado el cabello se veía más atractivo cuando lo tenía largo, pero no dejaba de ser tentador.

- Parece que eres el más listo de todos – comento con una sonrisa de medio lado, tratando de quitar tensión entre los dos. Atlas le miro de soslayo, desconfiado pero no oculto aquella sonrisa vanidosa que siempre lograba dibujar, ni aquel brillo en su mirar idéntico al del artista ante su pintura más hermosa.

- No parece... "soy" el más listo de todos ellos – respondió enseguida llevándose las manos a los bolsillos traseros del pantalón.

Walter dio un grueso trago de saliva cuando le vio dibujar esa hermosa sonrisa en el rostro pálido del otro, le había mirado tantas veces y aun así no se cansaba de admirar aquella fila de dientes perfectos, tan lindo como un ratón de laboratorio y eso le hizo sentirse imponente y poderoso porque Daniel solo era eso a su lado. Un pequeño ratón esperando a ser devorado por el león.

- ¿Por qué la magia? Eres una persona inteligente y atractiva, dos cualidades que no muchos individuos poseen –

- Gracias pero el campo de la magia es algo más asombroso que jugar al científico con bata y cara de amargado que vive en un laboratorio –

- Si... - Walter sonrió, sus ojos verdes recorrieron por completo la complexión de Atlas y en un acto involuntario se relamió los labios – Por si no te has dado cuenta soy un científico y realmente no uso ni bata y no vivo exactamente en un laboratorio amargado. Llevo una vida más divertida que la tuya y ayudo más a las personas de lo que lo haces tú –

Inconscientemente el hijo de Tressler se acercó al castaño que no retrocedió ni se movió de su lugar, le miraba fijamente y Walter no se detuvo hasta que sus respiraciones chocaron. La calidez ambos se juntó en un solo espacio diminuto y el científico no podía apartar sus ojos del mago.

- Nosotros les devolvemos la esperanza –

- Yo también –

- No de la misma...

Y Mabry finalmente estampo sus labios a los contrarios, se deleitó al ver la sorpresa en los ajenos, saboreo aquella esponjosidad tan tersa y única, aquella saliva que el otro poseía y el sorprendido fue él, al darse cuenta de Daniel había cerrado los ojos y correspondía el beso ferozmente.

Ambas lenguas danzaron bárbaramente sin ninguna clase de consideración, Atlas al fin cedía un poco después de tratar de resistirse y retrocedió hasta chocar con un estante cerca de la llamativa pecera de colores, se cayeron un par de libros a su lado pero a ambos hombres no pareció importarles, continuaron besándose sin separarse siquiera a respirar. Walter, metió sus frías manos a través de la tela que cubría el torso de Daniel, sintió como el otro se crispo ante el tacto pero no se separó, todo lo contrario le tomo de las caderas para pegarlo un poco más a su coxis y gimió por lo bajo cuando sintió como el miembro del otro acababa de despertar. Sus manos agiles viajaron a sus pantalones, la tela comenzaba a molestar y la ropa ajena también.

No dijeron palabra alguna mientras se seguían besando en aquel rincón de la gran y costosa sala del científico. No importaba darle su primera vez a un loco, Daniel necesitaba desahogarse y quitarse tensión, cerró los ojos sintiendo aquella boca viajar desde su yugular hasta una de sus tetillas, y cuando abrió los ojos vio a Dylan en lugar de a Walter, succionándola y le hizo soltar un excitado gemido y sostenerse del librero. Sabía que no era el quinto jinete pero lo ponía durísimo imaginárselo ahí descendiendo lentamente hasta sus pantalones.

LOS ILUSIONISTAS -YAOI-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora