Capítulo III.

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Mis zapatos repiqueteaban contra el asfalto, haciéndo ruido en medio de una mañana silenciosa y aún oscura.

Tarde, tarde, tarde.

Era la única palabra que repetía en mi mente desde que salí, corriendo desde que abrí los ojos.

Tomé el callejón de la calle Flets y corrí aún más rápido para tomar impulso, salté sobre una caja de madera, apoyé las manos en el borde del alambrado y salté al otro lado.

Troté hasta la puerta de la escuela con la respiración aún agitada y me quité la chaqueta de cuero, dejándo a la vista mi sweater gris.

Pasé las manos por mi frente húmeda y quité cualquier rastro de sudor, echandome un poco de aire para calmar el calor.

-¿puedo pasar?- pregunté suavemente luego de golpear y ser atendida.

El profesor Jensen me sonrió y asintió riendo.

Suspiré y entré, pasando hasta el penúltimo pupitre, detrás de mi mejor amiga Lucy.

-Que temprano has llegado hoy, te pasas- susurró Mike a mis espaldas.

Reí bajito y le mostré el dedo medio, ganándome un puntapié y una carcajada.

Saqué mi cuaderno del morral y lo abrí en una página en blanco. Apoyé mi rostro en mi mano izquierda y comencé a garabatear en la hoja con mi lápiz, dejándo volar mi imaginación por un rato.

-¿Señorita Owens?- levanté mi mirada y observé al dueño de la voz- ¿podría decirme algún personaje de los libros leídos en este trimestre qué haya llamado su atención?-

Sonreí y vi como medio salón me observaba, debido a que por lo menos el 80% de los alumnos nunca leía los libros.

-Sin dudarlo, Mr. Darcy- respondí mientras me sonreía- si, si, digame cliché, pero no puede negarme que desde el momento en que dice "No es lo suficientemente bonita como para tentarme", con su orgullo y soberbia lo odió absolutamente, pero al terminar el libro- suspiré y llevé una mano sobre mi pecho dramáticamente- déjeme decirle que si fuera lesbiana y necrófila, me casaría con Jane Austen-

El salón estalló en risas y junto a mis compañeros, la risilla del profesor también se sumó.

-Perfecto señorita Owens, muchas gracias- dijo aún riendo un poco.

Sonreí y volví a mi dibujo, una zanahoria con un corazón, pensando seriamente en llevarlo al Louvre. Tal obra de arte merecía ser reconocida mundialmente ¿no?

La chillona campana me hizo pegar un brinco y guardar lentamente mis cosas, esperando que la manada de alumnos saliera del salón.

Lucy y Mike me esperaban en la entrada, me colgué el morral y comencé a caminar hacia ellos.

-¿Señorita Owens?- la voz del profesor hizo que me girara a él- ¿podríamos hablar un momento?-

-Si, claro-

Miré a mis amigos y les hice una seña de espera.

Me acerqué al escritorio y el Señor Jensen se quitó las gafas, observándome seriamente.

-Amy, quería comentarte que hay algunas becas disponibles para alumnos de este instituto para la Universidad Nacional- dijo esperanzado- y tienes un futuro excelente por delante, podrías ser escritora, psicóloga, filo...-

-Señor Jensen- dije alargando la última "e"- sabe perfectamente que no iré a la Universidad-

-Pero Amy, tienes una inteligencia y una pasión que pueden llevarte muy lejos- continuó insistiendo.

-Lo se profesor, y sepa que ya me han llevado muy lejos- suspiré y lo miré a los ojos- pero no voy a dejar el circo-

Bufo derrotado y me sonrió un poco.

-Solo dime que vas a pensarlo-

-Lo lamento Señor Jensen, pero me han enseñado a no mentir-

Me sonrió triste y me saludó con la mano, invitándome a salir del lugar.

-¿Sigue insistiendo con que salgas del circo?-

Miré a Mike y asentí, sus ojos turquesa me observaban divertidos y alegres.

-¡Pero que va!- rió y pasó un brazo por mis hombros- tu futuro será grandioso donde sea que estés-

-Por una vez el idiota tiene razón- soltó Lucy asintiendo.

-Idiota tus calzones-

-Púdrete simio-

-Bruja loca-

-Cerdo idiota-

-Cerda anoréxica-

Lucy paró en seco y lo miró dolida, llevó una mano a su corazón y con la otra apuntó acusadoramente al rubio.

-¿Qué has dicho?- susurró- ¡AHORA VAS A VER PUTO OXIGENADO!-

Mike me soltó y salió corriendo, Lucy fue tras él gritándole miles de groserías y yo me quedé sola en medio del pasillo mientras rodaba los ojos.

Seguí mi camino hasta las taquillas y abrí la mía, haciéndo caer un pequeño papelito blanco.

Amy: te quiero estúpida, la próxima vez no olvides tu libro de química o la loca Fox te matará.

Enteramente tuyo, JV.

-Boo-

Pegué un brinco y un pequeño grito al escuchar su voz en mi oído, golpeando la puerta del casillero con mis dedos.

-¡Auch!- mi dedo anular sangraba- tú y tu puta costumbre de asustarme Jerome-

Me giré y ví a mi mejor amigo, llevaba un par de jeans y una camiseta morada, el rojo cabello hacia atrás y una sonrisa hermosa en el rostro.

-Si, estoy bien, gracias ¿y tú?-

Rodé los ojos y me estrujó en sus brazos, dejándo un beso en mi frente al soltarme.

-Te extrañé pequeño duende gruñón-

-Yo no- le saqué la lengua y la escondí rápido cuando hizo ademán de morderla.

-Bien, bien- rió y se giró- debo irme Amy, nos vemos-

¿Y a este qué le picó?

-¿Jer?- dije cuando ya se estaba yendo- ¿volvemos juntos?-

Se paró un momento y me miró sin expresión en sus ojos.

-No-

Y desapareció detrás de una cabellera rubia.

Frunci el ceño y corrí tras él, preparando mi reclamo al doblar la esquina y encontrarlo besando a la rubia contra la pared desesperadamente.

Un balde de agua fría cayó en mi columna vertebral al ver la escena.

Al parecer mi ángel había encontrado pareja.

¿Y ahora cómo volaría con el corazón roto?

Porque los pedazos pesan.

Y cortan.

Circus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora