¡ahhh que frio!- suspiro como en toda mañana, ya casi era navidad y se sentía cada vez más el frío de Hasetsu, por ello agradecía vivir en un Onsen.
En fin, me comencé a alistar para ir a mis prácticas como siempre, pero sin dejar de despedirme de mi padre, él siempre estaba en una foto en mi habitación, luego baje a desayunar, mi madre me esperaba de seguro y de nuevo escuchaba esa melodía que embargaba toda la casa, Yuri On Ice.
Esa que le recuerda tanto a mi padre, todo lo recuerda a él, incluso yo mismo, mi cabello plateado, mi altura, mi forma de hablar, soy como el reflejo de mi padre solo que con los bellos ojos de mi madre, Yuuri Katsuki, quien en estos momentos solo mira por la ventana añorando ver algún día la silueta de mi padre.
Hace unos años que todo se aclaró, por supuesto que ese día lo recuerdo bien, era el cumpleaños de mi madre, yo tenía 10 años y volvíamos de recoger la nueva medicina del veterinario para nuestro Makkachin, ya que últimamente andaba muy mal por su edad, vimos a una persona sentada en las escaleras del recibidor, completamente cubierto de nieve.
Preocupados pensando que era un cliente que se había desmayado ahí, nos acercamos rápido y cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para poder distinguir a la persona mi madre se detuvo tomándome de la mano y luego abrazándome cuando esa persona alzó la vista y nos observó para tratar de acercarse a nosotros quitándose la nieve que lo cubría, intentando tomar el rostro de mi madre pero cosa que no logro ya que este me jalo consigo, ingresando a casa.
Ese día hubo muchos gritos y llanto de ambos, yo no entendía de las cosas que hablaban pero luego de un tiempo lo entendí y pude saber su historia, ese lazo que los unía y por qué mi madre siempre cargaba un collar con dos anillos, ambos nunca se dejaron de amar, pero aun así, lo que les separa no son cosas que puedan arreglar tan fácilmente, especialmente porque ahora tenía una hermana de mi edad que era el mismo reflejo de papá.
Han pasado 3 años desde aquello, mi querido Makkachin ya no está con nosotros pero en su lugar dejo a una linda Makkichin que nos cuida y ama tanto como él.
Y yo, pues no puedo odiar ni juzgar a mi padre, son cosas que sucedieron y no pueden cambiar, solo sé que las personas que me rodearon durante este tiempo que he vivido, son mi familia.
Porque ellos estuvieron aquí, en tu lugar
Pero seguro algún dio ocuparas tu lugar padre.
Sin más baje por las escaleras tarareando la melodía, abrazando a mi madre que aún le espera con ese brillo en los ojos, aunque quiera negárselo a sí mismo, ambos son unos idiotas que se enamoraron sobre el hielo.