¿Tu? ¿Celosa?

Sunset Shimmer llegaba a su escuela con una gran sonrisa en los labios, lo cual era muy raro en ella, se le veía contenta, y realmente lo estaba.

Por fin su madre tomó la decisión de ir con otros hombres, para así superar al patán que alguna vez fue papá de Sunset. Le alegraba ver a su madre sonreír de nuevo, y pasar noches tranquilas sin escuchar golpes o cosas rompiéndose.

-oh, Hola Sunset!- saludo de lejos Twilight, su mejor amiga.

-hey Twi! ¿Qué tal?- pregunta la pelirroja acercándose a su amiga con una sonrisa en los labios.

-bien ¿y tú?

-bien, estoy más que bien, estoy perfecta

-se nota- dice Twilight ampliando su sonrisa.

Sunset empezó a acomodar unas cosas en su casillero, hasta que entonces vio llegar a la chica que menos le agradaba.

Adagio Dazzle. La típica chica popular hija de papi que se creía el centro del universo, y que sin ella los planetas chocarían y todos llorarían de terror.

No es como si Sunset la odie, simplemente no le agradaba, era odiosa, presumida, todas las características de una chica consentida y popular, bueno, casi todas. Casi siempre, en Canterlot High si una chica era popular también se podía catalogar como zorra, un claro ejemplo era Fleur Dis Lee a quien cada semana se le veía con chico nuevo, era como una regla para ser popular, sin embargo no para Adagio Dazzle, cierto es popular pero nunca tuvo esa reputación de estar con un chico distinto todas las noches.

Por otro lado, Adagio estaba de buen humor, de tan buen humor que no tenía ganas de pelear o molestar si quiera, va hacia su casillero y saca sus libretas para empezar sus clases, sentía algunas miradas serias sobre ella pero le daba igual, nada podía arruinar su buen humor.

La campana suena indicando el inicio de clases, todos los alumnos empiezan a moverse para ir a sus respectivas clases, la primera fue física. Sunset Shimmer y Twilight se sentaron en la parte de frente, ambas eran conocidas como las "nerds" de la clase, en verdad eran listas, y tenían calificaciones perfectas. Mientras que la chica popular va y se sienta en el último asiento hacia atrás, y frente a ella se sienta una peli azul con el cabello atado en una cola de caballo alta, atuendo rosa y ojos magenta, y frente a esta otra chica con el cabello de color morado amarrado en dos coletas, atuendo azul verdoso combinado con blanco y purpura, haciendo una combinación perfecta con sus ojos lilas. El profesor entra al salón de clases y se sienta en la silla frente a su escritorio.

-buenos días jóvenes, ¿listos para trabajar?

-nooo!- exclamaron la mayoría de los alumnos.

-siiii! Me alegra escuchar eso, vamos a empezar- dice el profesor ignorando la respuesta de los estudiantes.

Las clases transcurrieron, llego la última clase, que era taller de informática. Sunset Shimmer estaba en la fila para que su trabajo revisara su trabajo, delante de ella estaba Twilight y a sus espaldas Adagio. El profesor reviso los progresos en la libreta de Twilight, hizo su típico garabato que llamaba "firma" después reviso a Sunset, e hizo exactamente lo mismo, al pasar Adagio revisa su trabajo y pone su firma.

-me sorprende Dazzle, no sé lo que le pico, pero que le pique más seguido- dice el profesor sonriente.

-lo mismo digo- concuerda la peli naranja con una sonrisa.

Sunset levanto una ceja mientras se sentaba en su respectivo lugar.

-ver a Dazzle trabajar es ta extraño...- murmura Sunset a Twilight.

-neh, déjala trabajar tan solo por una vez en su vida- dice Twilight en forma de broma.

Sonó la campana, en tan solo minutos la escuela se encontraba vacía. Adagio se dirigía a su hogar, feliz y ansiosa por ver a su padre, quien al parecer había ya superado la muerte de su madre, es verdad que fue muy difícil para ambos cruzar esa situación pero después de un año, Adagio pensaba que tal vez alguien nuevo le haría bien a su padre, podría sacarlo de casa y distraerlo para que no se deprimiera durante el tiempo en el que ella estuviera en la escuela, al llegar a su hogar, de su mochila algo vacía saco una llave, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta, y al entrar a su casa, logro distinguir un olor singular a comida lo cual le hizo sonreír aún más.