Epílogo

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10 años después

—¡Will! —grito en medio de la noche, haciendo que mi novio aparezca asustado en el salón—. ¡Ya viene!

—¿Ya?

—Sí, venga, vamos al hospital —lo insto, levantándome de un golpe del sofá. Cojo a Will de la muñeca y lo arrastro somnoliento por el pasillo hasta llegar a la puerta—. Mejor conduzco yo.

—Sí, mejor.

—¿Algún avance en el proyecto? —pregunto una vez estamos en el ascensor, dispuestos a bajar al parking.

—Bueno, algo he conseguido quedándome a trabajar hasta las tantas.

—Trabajas demasiado.

—Tú también. ¿Cuántas horas le dedicas a esa chica?¿Violet?

—Ella necesita mi ayuda. Para algo soy psicóloga.

—Para algo yo soy médico —sonríe él, cansado.

Desde que terminó la carrera hace cuatro años, que no ha parado ni un solo día. No tardó mucho en encontrar un buen trabajo en uno de los hospitales más importantes de Nueva York, pionero en la investigación contra el cáncer, y, por suerte para ambos, yo también encontré un empleo en el ala de psiquiatría del mismo hospital.

—¿A qué hospital han ido? —pregunta Will, viendo que no vamos a nuestro habitual sitio de trabajo.

—Van al central. La ginecóloga de Mia es de allí. Avisa a los otros, anda. Será el primer bebé de la familia.

—Seré tío... —susurra Will distraído mientras teclea en el teléfono—. Recemos para que la niña no herede el mal humor de la madre.

—Oh, vamos, no digas eso.

—Sabes que lo digo en broma, cariño —dice, poniendo su mano sobre la mía, que se encuentra en la palanca de marchas. Acaricia mis dedos desnudos, desprovistos de anillos excepto por el que él me dio hace diez años cuando ni siquiera éramos pareja.

Desde entonces las cosas no han cambiado entre nosotros. Fue una suerte para ambos haber encontrado trabajo en la misma ciudad, y no tardamos mucho en ahorrar lo suficiente como para permitirnos un acogedor piso en el centro de la ciudad, donde hemos estado viviendo los últimos cuatro años. Sin compromisos, sin niños y sin ninguna necesidad más allá de estar juntos.

Sólo él y yo.

Mi hermano y Mia son otro cantar. En cuanto ambos tuvieron trabajo, se casaron, felices de proclamar su amor a todo el mundo. Aun así, se lo tomaron con calma antes de tener hijos. A mi amiga no le gustan los niños, y sé que todavía no está segura de si será una buena madre, pero parece ser que Dave hizo un buen trabajo convenciéndola, y ahora serán los primeros en alargar la línea de los Martins.

—¡Ya estamos! —exclamo, aparcando el coche de mala manera, contenta de haber llegado ya al hospital. No sé si ya habrá nacido mi sobrina, o si todavía Mia estará de parto.

—¡Chicos! —grita una voz conocida, y ambos nos giramos para encontrarnos con Mike, Chris, Courtney y Leah. Las chicas corremos a abrazarnos; hacía semanas que no nos veíamos.

—No me puedo creer que llegue ya —comenta Courtney, emocionada—. ¡Tendremos una chiquitina en la familia!

—Dave ha dicho que están en la cuarta planta. Aun no ha nacido.

Todos subimos estrepitosamente en el ascensor, y ni siquiera sé como contenemos la emoción. La subida se me hace eterna, hasta que al final suena el esperado "ding-dong" que anuncia la abertura de puertas.

She is NOT one of ThemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora