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Luego de varios minutos de viaje llegamos a una cafetería que nunca había visto, a pesar de la cercanía.

Lo primero que ves son unas mesas al aire libre con luces colgando de arriba. Al entrar prácticamente es lo mismo, en el techo tienen colgadas luces haciendo que la cafetería tome un toque de tranquilidad.

Jullio me guío hacia las mesas de la parte de atrás que de igual manera es al aire libre, a excepción de que hay pasto debajo de ellas y se pueden ver a la perfección la luna y las estrellas.

Nos sentamos en una mesa para dos y esperamos a que nos pidieran la orden.

-¿Qué desean ordenar?- nos dijo una señora de unos 40 años.

Jullio me volvió a ver para que yo ordenara primero.

-A mí me das un smoothie de fresa - volví a verlo con una sonrisa, ya que ambos sabíamos la historia que esta detrás- con un calzone.- la señora asiente apuntando todo en su libreta.

Miro atenta a Jullio.

-A mí...- lo pensó un poco- igual, un calzone y un smoothie de sandía.

-En un momento se los traigo.- y se retiró.

-Lo prometido es deuda- suelta Jullio luego de un tiempo.

-¿Qué?- digo sin entender a lo que se refiere.

-Yo te dije que te iba a dar el smoothie que por mi culpa perdiste.

-¡Vamos Jullio!, también fue mi culpa, ya te lo he dicho.

-¡Claro que no! Si yo no hubiera estado viendo el teléfono nada hubiera pasado.

-Exacto- le digo señalandolo- no nos hubiéramos conocido.

-Buen punto- dice asintiendo.

-¿Nunca te has puesto a pensar sobre que habría pasado si...

-No hubieras venido a Italia- dice completando mi frase y yo asiento- Claro que si, cambiaste mi vida y no sólo la mía, también la de Alessandra.

-No lo creo- digo negando.

-Claro que si. No te imaginas lo que te quiere Alessa.- dice con una sonrisa- cuando sabe que vas a la casa ella se emociona y se pone a pensar en que van a jugar. No la había visto tan feliz desde hace un montón.

-Ustedes también me cambiaron a mí- digo con una leve sonrisa- antes pensaba que los amigos verdaderos no existían, que la vida consiste en estudiar, trabajar y tener dinero y que con eso soy feliz. Un pensamiento bastante...

-Malo, erróneo- dice completando nuevamente.

-Así es...

-Acá tienen su orden- dice la señora mientras deja la comida en la mesa- Buen provecho.

Ambos le agradecimos y empezamos a comer.

-Para ser sincero estaba muy nervioso cuando chocamos.

-Eso ni me lo tenías que decir, no me ayudaste.- río levemente.

-Ni me lo recuerdes, estaba en estado de shock.

Ambos reímos al recordar. Nunca habíamos hablado sobre esto y me siento extrañamente feliz.

-Yo estaba muy enojada. Odio que se me pegue la ropa mojada a mi piel y además tenía hambre, sin duda fue una mala combinación.

-Recuerdo cuando te fuiste súper enojada al carro. Hasta me dio miedo.

-Eso pasa cuando haces enojar a Zara Voalker. 

-Aun no sé como es que tenías ropa en el auto. Ya sé que la mujer siempre tiene lo necesario para cualquier eventualidad, pero ¿Ropa? ¿No es muy incómodo?

Mi Romeo PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora