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¿En serio no podría ver algo más aburrido que ver a la maestra de Historia repitiendo lo mismo una y otra vez mientras dictaba? La mayoría de mis compañeros dormía cómodamente en sus bancas y como era la primera hora más. En verdad que yo no me dormía por ser la tercera banca en mi fila sino, hasta traería mis cobijas y almohada.


Al terminar las clases llegó el receso, lo que más deseaba en estos momentos. Algunos de mis amigos iban en clases diferentes de las mías y los amigos que tenía se sentaban en lugares variados. Antes del salir del salón mi maestro de química me llamó.

  — ¡Y que no se te olvide el proyecto que tienes de castigo, Riggs!

Rodé los ojos, me di la media vuelta para mirar al maestro.

  — Por supuesto, mi lord.

Antes de que el maestro me diga algo más salí disparado a la cafetería. Algunas compañeras me saludaban al mismo tiempo de coquetearme, sabía en el fondo que les encantaba pero tenían miedo de confesármelo por lo que por ahora estaba soltero. Sam, mi amigo de la infancia se asomaba sobre las cabezas que impedían la vista para ver en dónde estaba. Al visualizarme, sonrió y me hizo señas. Sonreí.

Camine directamente hacia ellos quienes me di cuenta que habían ido por mi desayuno. Me senté en la respectiva mesa, en la misma mesa de la que nos sentábamos desde chicos. Digamos que está mesa es nuestra confidente y sí alguien se atreve a poner sus sucias manos encima, recibirá un chicle en su nalga. Una muy buena forma de vengarse madura.

— Muchas horas de clases, pocos segundos con las chicas ¡Por Dios! Ya quiero acabar.

Habló Gray quien aguardaba su celular.

Los demás sólo sonrieron y limitaron a comer.

Miré lo que iba a desayunar. Un flan, papas fritas, un pan y una soda de manzana. Diario era lo mismo o era rara la vez que la cocinera cambiaba el menú y eso era mayormente cuando el Director de la escuela venía a supervisar nuestro comportamiento y se iba con la panza en grande al ver que eramos como unos ángeles con cola.

  — ¿Y cómo te va con Jocelyn, Colin?

Mi amigo  de ojos rasgados dirigió su mirada sobre mí mientras una sonrisa en sus labios apareció desapercibida.

  — Muy bien, hace dos mesas que tuvimos la primera.

El flan que tenía en la boca lo escupí en los pantalones de Sam por accidente mientras soltaba una carcajada.

— No te creo.

— No me creas pero es verdad...

— ¿Y por qué nunca me lo dijiste?

— ¡Ay Chandler! Cuando te decimos que nos reunimos siempre faltas por estar trabajando.

La sonrisa que tenía en mis labios desapareció en aquél instante. Por primera vez me había dado cuenta de lo invisible que me estaba convirtiendo con mis compañeros, darme cuenta que ni siquiera podía saber algo de ellos, de mis amigos, de mis hermanos. He estado enfocado en otras cosas, me he enfocado en otras vidas y no en la mía...

Antes de agachar la mirada, sentí la mirada de alguien sobre mí. Busqué aquélla mirada... Y quedé perplejo, sin palabras, sin aliento.

Ella estaba ahí, sentada a cuatro mesas de distancia. Sus cabellos cayéndole sobre el rostro. Con aquél suéter blanco de lana. Se encontraba ella ahí, se percató de mi mirada y enseguida se paró. Sin darme cuenta ya iba detrás de ella, susurrando su nombre...

Traté de alcanzarla pero ella se había ido.


 

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⏰ Last updated: Dec 27, 2016 ⏰

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sordomuda ; chandler riggsWhere stories live. Discover now