Aprendiendo a reír y ser feliz

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-Mamá

-Dime hijo

-No sé es raro, pero me gusta poder decirte mamá con toda propiedad –Comentó Evan con una gran sonrisa en el rostro

-Lo sé hijo, no sabes cuánto he esperado para poder decírtelo, pero debo admitir que no me gusta del todo la circunstancia a la que estamos apegados para que esto pudiera suceder –Le comentó su madre algo apenada.

-Pero eso no es lo importante, lo importante es que estás aquí ahora conmigo y no quiero dejarte ir otra vez mamá, me quiero quedar aquí contigo por siempre –Al menos eso pensaba y sentía que así se quitaría en agujero en el corazón que tenía en medio del pecho.

-Por más que me gustaría hijito mío, eso no podrá suceder ¿No sientes que deberías estar recordando algo en este momento?

-Sí… pero sé que a tu lado todo va a pasar, quiero quitarme este dolor del pecho pero tú me reconformas mamá, me encanta llamarte de esa forma, podría estar todo el día llamándote de esa forma –Chilló Evan emocionado una octava más alta en su tono de voz.

-Hijo, hijo por lo que más quieras por favor concéntrate, no tenemos mucho tiempo, tienes que aprender, tienes que encontrar, debes hacerlo mi amor, para que seas feliz y realmente tienes poco muy poco tiempo.

-Pero qué y cómo tengo que aprender mami- dijo como un niño chiquito haciendo un puchero.

-Tienes que aprender cómo ser feliz  y luchar por tu felicidad, y a la vez, tienes que encontrar tu felicidad si es lo que realmente quieres la vas a encontrar, pero si no es lo suficiente, vendrás conmigo sin saber qué es lo que te hace falta.

-Entonces ¿hay una forma para sacarme este dolor del pecho?

-Por fin lo entiendes mi amor, si la hay y debes hacer lo necesario, y para ello es que vas a conocer diferentes personas, y debes encontrar la forma de ayudarlas, y una vez que las logres ayudar, vas a aprender de ellas una lección que te dará un paso más para poder encontrar la felicidad, espero que lo entiendas porque solo te puedo asistir de esa forma y tú loas vas a hacer cruzar al otro lado.

-Entonces, quiero comenzar de inmediato –Concluyó Evan.

Anette y Evan salieron de ese lugar blanquecino donde se encontraban y llegaron a un parque, ellos podían verlo todo pero a ellos no los podía ver nadie, pero Evan se concentró en un niño de unos 14 años que se encontraba a los pies de un árbol, estaba sentado en sus raíces y tenía el rostro entre las rodillas y estaba llorando.

A Evan le enterneció ese pequeño y en cierto sentido su soledad le recordó un poco a él mismo, camino hasta llegar a su lado y lo miró fijamente, el pequeño al sentir a alguien en su costado levantó su rostro lloroso y miró directo a los ojos de Evan, este se sorprendió pues su madre le había dicho que nadie podía verlos, pero ahí estaba ese pequeño que lo miraba con sus ojos cristalinos.

-¿Quién eres tú? –Le preguntó el pequeño lloroso

-Soy Evan ¿y tú? –Respondió con una sonrisa de medio lado al pequeño

-Soy Tim, eres un ángel y me vas a llevar al cielo verdad –Aseguró el chico

-No sé si pueda llevarte al cielo Tim, ciertamente no soy un ángel, todo lo contrario, pero sí puedo intentar ayudar a que dejes de llorar, no sé muy bien cómo pero quiero ayudarte, sé que debo hacerlo.

<<Tócalo>> Escuchó la voz de su madre pero no en sus oídos sino que en su cabeza. Sin cuestionarlo ni dudarlo hizo caso a la voz de su cabeza y no le dio un simple toque a Tim, sino que en un arranque de emoción lo abrazó fuerte…

No hay tiempo III: Esperaré...Hasta que te encuentreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora