4: Dulce secreto

7 1 0
                                    

El sábado por la mañana me levanté a las 6 AM para irme a trabajar. Me puse una ropa sencilla ya que después me la tendría que quitar para ponerme el uniforme. Dejé una nota como siempre en la nevera, ya que a esa hora nadie en la casa estaba despierto y saqué la moto para dirigirme a mi trabajo.

Una librería a unos 30 minutos de mi casa era mi destino, la señora Amanda tenía 45 años pero aún se conservaba joven y me aceptó de una.  Éramos solo 4 personas, Víctor, quién era el que se encargaba de la comida (ya que la librería tenía cafetería), Alessandro (hijo de Víctor) quién era el que se encargaba de la organización de los libros, la señora Amanda quien estaba en la caja y yo que era la mesera y en ratos libres organizaba libros con Alessandro.

Llegué a las 7 al lugar y ya me estaba esperando un café caliente y un sándwich.

—¡Abigail! Qué gusto verte mi niña- ese grito fue protagonizado por Víctor— Esas dos semanas sin tí fueron tristes y solas

Yo había estado de vacaciones dos semanas para las fiestas, ya que en el verano trabajaba de corrido

—Heme aquí, y lista para un nuevo año a tu lado— lo abracé y me senté a desayunar— Espero que aún sepas cómo me gusta mi café

—Cargado casi que parezca un pozo de petróleo— escuché a Alessandro hablar mientras me daba un beso en la mejilla— Hola bonita, que bueno verte

—¿Cómo va la universidad? ¿Qué tal el tercer año?

—Pesado no lo niego, pero estoy feliz, estoy haciendo lo que me gusta— habló con una sonrisa mientras acomodaba unas mesas— ¿Qué tal el nuevo año? ¿Lista para graduarte?

—Mas que lista, ya estoy mirando universidades, además entré al periódico escolar

—¡Por fin!— gritó Amanda que entraba en la cafetería— Ya era hora de que lo hicieras. Buenos días mi niña

—Buenos días Amanda, sí, Lizzy miró mis escritos y me lo pidió, así que dije que estaba bien pero si estaba en el anonimato. Y la columna es sobre una versión un poco oscura de los cuentos y esas cosas

—Excelente, desde qué tú públicas las reseñas de los libros en el blog de la librería se venden más— dijo Víctor mientras le daba un beso a su mujer— Espero que traigas la primera publicación para que la leamos

—Es una promesa, tranquilo.

—¿Oye la muñeca diabólica sigue siendo la directora?

—Sip, Lizzy todavía y te manda saludes de odio hoy

—Dile que yo se los duplico y que al menos mi pelo es rojo natural— habló Alessandro mientras reía—

—Yo no entiendo, si ambos son pelirrojos naturales por qué se odian tanto, además algún día me voy a cansar de ser su mensajera de odio

Todos soltaron una carcajada y yo me dirigí a un pequeño cuarto en donde dejaba mis cosas y me puse el uniforme, era una falda con vuelo de color verde claro, una blusa blanca y unos converse blancos. Aparte de que siempre debía llevar el cabello recogido. Al salir ya el cartel de abierto estaba puesto, la locación de la librería era muy buena ya que estábamos lejos de mi instituto (por lo cual no venían mis compañeros a molestar acá), al lado de una universidad y un centro de negocios, por lo tanto a ciertos horarios era muy pesado el trabajo. Yo iba todo el fin de semana hasta las 5 de la tarde y de lunes a jueves de 3 de la tarde a 8 de la noche.

No hubo percances en el día hasta que a las 11 de la mañana entró Jace Adams  y se dirigió a una de las mesas. Estaba en la barra y al lado estaba Víctor

—¿Ese muchacho había venido antes?

—Si, el lleva viniendo desde qué tú estás en vacaciones, pero siempre a esta hora, pide algo de tomar y se sienta leer hasta las 3 o 4 de la tarde.

Me acerqué un poco temerosa y este abrió sus ojos al encontrarme en fente

—Abigail Prescott

—Jace Adams

—No sabía que trabajabas aquí, ¿Eres nueva?

—La verdad no, llevo ya dos años aquí, sino que estaba en vacaciones— dije mientras me encogía de hombros— ¿Vas a pedir algo?

—Si, regálame un chocolate frío, un sándwich de pollo por favor

—Listo, ya en un minuto te lo traigo

Me sonrió y fuí a sacar su orden, efectivamente como dijo Víctor estuvo sentado hasta las 3 de la tarde leyendo. No me hizo comentarios y hasta pude ver cómo apagaba su celular justo mientras abría su libro.

Unos 10 minutos antes de que se fuera me pidió un postre de fresas y al llevarlo a la mesa..

—Oye Abigail te puedo pedir un favor

—No entierro muertos y no tengo drogas

—Ash! Ya no me sirves para nada— dijo con una sonrisa—

—Nunca nadie me había contestado así, dime qué necesitas Jace

—Yo vengo a este lugar porque queda alejado y la verdad nadie, ni siquiera mi familia sabe de esto así que te pido el favor de que no salga de aquí— habló con un poco de tristeza—

—Tranquilo, esto no saldrá de esa puerta, así que también te pido que no le digas a nadie que trabajo aquí

—Es un trato

—Listo Jace, que te vaya bien

—Lo mismo Abigail

Se despidió y yo seguí con mi trabajo, todo iba bien, todo estaba bien hasta bueno, el lunes a la hora del almuerzo... A esa hora el caos estalló


Sunset Donde viven las historias. Descúbrelo ahora