Capítulo 1

15 5 7
                                    

Tengo que ir a comprarle algo para que se ponga Janeth... Es decir, tengo que ir a un supermercado y que la gente se ría de mí, mientras que otros huyen. Apenas el ayuntamiento me da unos dólares por día, con lo que apenas llego a fin de mes.

Iba caminando por las calles de la ciudad después de haber dejado a Janeth en la escuela. Observaba las parejas, los barrenderos, los perros y gatos callejeros... Iba viendo como comenzaba el día. Bajaba una pequeña cuesta en dirección al parque cuando me caí al suelo de golpe. Me incorporé rápidamente pero era tarde. —¡Oiga mire por dond...!—. Era un señor de unos cuarenta años al que había tirado sin querer. Iba a regañarme pero entonces, y sólo cuando me vio, detuvo sus palabras y salió corriendo. Entonces recordé que mi vida con fama de loca seguía... A veces sólo quisiera desaparecer del mundo y, muchas veces pienso en mi hermana y no lo hago... Si yo me muero, ¿quién cuidaría de ella? Entonces  sí que le destrozaría la vida, ya no le quedaría nadie.

Continué mi camino hacia el parque. A medida que avanzaba notaba más miradas posadas sobre mí, aunque cada vez me importaba menos. Entonces una chica de unos catorce años se acercó. —¿Eres la poseída? Hoy no he ido a clases porque sabía que me encontraría contigo... Y, todos te tienen miedo pero sé que yo soy la que te plantará cara, niñata—. La miré de reojo y vi como tenía cuatro chicos detrás de ella. Supongo que todos vendrían a por mí. —Estas sola... Yo tengo a cuatro más —. Mis puños se cerraron fuerte y mi mandíbula se apretó.

—Vete a clase y no te metas con las personas, ni mucho menos conmigo o tendrás un problema—. La chica soltó una irónica risa y respondió medio gritando:—Sólo eres una puta rubia creída. Dicen que has matado a gente pero creó que es hora de que te pongan en tu lugar—. La chica se acercó a mí y me dio un puñetazo. No se la devolvería, era sólo una niña, aunque desde luego se las estaba buscando. —Eres una cobarde. Que una de catorce años venga a pegar a una de veintitrés y no se defienda es penoso. Eres penosa—.

—Vanesa, deja la. No merece la pena—. Dijo uno de los chicos. —No te pega, ni lo hará porque te gana. Vamos—. Me crucé de brazos firme en mi posición. Vanesa me miran con rabia. Quería pegarme otra vez, pero eso sí, la segunda no me aguantaría y se las devolvería.

—Hazle caso a tu amigo. Sabes de sobra que conmigo no conseguirás nada porque yo soy peligrosa —. Me miraba más rabiosa aún. Entonces me soltó un puñetazo de nuevo. Y, como no iba In ser de otra manera, se lo devolví. Yo apenas sangraba por el labio pero ella con solo un puñetazo mío comenzó a sangrar a borbotones por la nariz. Otro chico se acercó a ella y dijo:—¡Dios mío, Vanesa! Te rompió la nariz...—.

—¡Ésta me las pagas, perra!—. Dicho esto se marchó con su pandilla calle arriba. Yo continué caminando hacia el parque. Entonces me detuve en un puesto ambulante de helado. Recordé como cuando era pequeña siempre iba a ese parque con mis padres y mi madre siempre me compraba un helado de chocolate. Por aquel entonces era muy feliz.

Paseé toda la mañana hasta que me agoté. Entonces fui al supermercado de en frente y compré las cosas para Janeth. Después miré la hora; apenas quedaban cinco minutos parea que saliera de la escuela. Pasé rápidamente a recogerla. —¡Hermanaaa! ¿Sabes qué? Hoy he hecho un nuevo amigo. Se llama Tom. — Dijo ella abrazándome. Yo respondí: —¿Ves cómo no te ha ido tan mal? Anda vamos a casa—. Caminamos, sentía que me miraba fijamente. Entonces se paró en seco.

—¿Qué te ha pasado en el labio?—. Mierda, mierda y más mierda... ¿Qué le digo? Estoy harta de que se metan con ella por mi fama. O que siempre tenga que escuchar lo que la gente dice sobre mí. —Lauren ya no soy una niña. Puedes contármelo —.

—¡Lo sé! Sé que no eres una niña pero hay cosas que...—. No pude seguir porque ella me interrumpió: —Te has peleado. Te han vuelto a insultar y te has peleado.— De sus ojos comenzaron a salir lágrimas. —¿Cómo demonios quieres que confíe en ti si cada dos por tres te has vuelto a pelear? ¿Cómo confío en la palabra de mi hermana? ¿Qué es lo qué me ocultas, Lauren? ¡Dímelo ya!—. Aceleré mi paso con ella detrás. Sabía que iba a insistir en la conversación pero no le iba a responder. De todas formas yo no le oculto nada... O sí, no lo sé. Si no le ocultara nada no tendría miedo de decirlo, sin embargo lo tengo. —¡No te oculto nada, Janeth, joder!—. Dije al fin.

—¿Cómo que no? Me ocultas tantas cosas que ni siquiera eres capaz de decirme quién te ha hecho eso—. Dijo señalando mi labio.

—Mira Janeth, no te oculto nada. Para ti, la palabra "ocultar" significa para mi proteger. Y es lo único que hago, no te oculto absolutamente nada —. eguimos discutiendo un buen rato hasta llegar al edificio. Abrí la puerta del portal y subimos las escaleras hasta nuestro apartamento. —¿Sabes qué? Con una hermana mentirosa no pienso vivir—. Se encerró en su habitación con seguro. Intenté convencerla de que saliera, pero no había manera humana de sacarla de ahí.

Continuará

Poseída (CANCELADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora