Capítulo 4

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—¡¡La poseída a matado!!—. Me giré. Había gente detrás de mí. Habían visto todo... Observaron callados hasta el último momento en el que maté a Miguel.

Empecé a correr. Oía sirenas detrás de mí. Sabía que habían llamado a la policía y que ésta venía a por mi. Corría con la oleada de gente y los coches de policía detrás de mí. No podía parar, no ahora. Y no lo hice, no me paré, alguien me paró. Choqué con algo firme. Levanté la mirada, era Marco.

—Sígueme—. Me dijo él. Antes de que pudiera correr o simplemente moverme, él tiró de mí de tal manera que mis pies andaban solos. Pero no tenía otra opción. O eso o ir a la cárcel y probablemente morir.

Llegamos a un callejón. Nos metimos dentro y ví como los policías y la gente pasaban en frente de mí hacia el otro lado de la calle. Los habíamos despistado. Mi corazón iba a mil por hora. Por un momento se me salió del corazón y sentí como moría ahí mismo. Sin embargo, sólo miré a Marco. Su mirada estaba clavada en mí, pero no sabía si era de miedo o de felicidad.

—Emma... ¿mataste a ese hombre?—. Él me miraba incrédulo. Yo asentí y por un momento pensé que me hechaba a llorar pero contuve mis lágrimas y simplemente le sostenía la mirada. —Tienes lo ojos rojos—. Dijo cambiando el tono de su voz a uno preocupado. No estaban rojos de llorar ni mucho menos. Yo sabía a qué se refería. Mis ojos verdes habían dejado de ser lo para tornarse rojos. Cada vez que mataba me pasaba eso.

—Lo sé. Marco, ¿me tienes miedo?—. Dije con curiosidad, miedo y al mismo tiempo con simpatía. El negó. —Demuéstralo. Demuéstrame que no eres como los demás. —

—Te lo he demostrado desde que te conocí, Emma. Desde aquella vez en la que te encontré llorando en el banco —. Entonces ya no aguanté más. Mis lágrimas salieron sin que yo pudiera detenerlas. Él me abrazó. Marco es la única persona que está conmigo incluso sabiendo que soy una asesina, que me abraza teniendo una pistola encima o que me dirige la palabra sin temblor en su voz por miedo a que le haga algo. —Pero puede que esta vez te demuestre algo que hasta ahora nadie a hecho —. Se acercó a mi y pegó nuestras frentes. Sus labios rozaron los míos y en un ligero movimiento nos fundimos en un cálido beso.

Me separé de él con una sonrisa. —Debería ir a casa por si vuelve la policía —. Sé que él quería acompañarme, sé que él quería protegerme pero no quería meterle en un lío porque la policía puede pensar que si va conmigo es porque es mi compinche o algo por el estilo. Sin embargo, llegué a casa sin ninguna dificultad. Janeth estaba llorando aún en el suelo. —¿Qué ha pasado ahora, peque?

—Mataste. Lo mataste —. Dijo observando mis aún ojos rojos. —Te están persiguiendo, ¿y si lo consiguen?—.

Mi hermana lo sabía. Sabía que era una asesina y por más que lo negara ya no le podía mentir, ya no podía decirle que yo no había hecho nada porque sí lo había hecho y ella lo sabía.

—J-Janeth...—. Ella empezó a llorar. Yo no tardé en hacer lo mismo.

—¿Eso me ocultabas? Tenías una pistola, un secreto de que eras asesina y tú me mentías diciendo que no. ¿Qué eres realmente, Emma? Yo ni siquiera puedo creer que eres mi hermana—. Cada palabra que decía Janeth me hacía tanto daño en el corazón que antes de volver a escucharla decirme eso prefiero morir.

~ Días después... ~

Janeth no me habla, he intentado entablar una conversación con ella y me ignora completamente... estos últimos 4 días han sido horribles. No salgo de casa y ella está encerrada en su cuarto. He recibido varios mensajes de amenazas y la policía divaga por aquí, justo por mí. Ni siquiera vienen a mi casa. La policía me tiene miedo... No me van a detener, pero si me vigilan las 24 horas con la condición de que la próxima vez que salga de casa me lleven presa.

No puedo dejar de pensar en ella, en mi hermana... Si yo estoy detenida, ¿quién cuidará de ella? Nunca he confiado en las personas. No desde que murieron nuestros padres. Ni tampoco puedo curiosamente dejar de pensar en aquel chico... El que me preguntó que me pasaba cuando lloraba en el banco. Intento recordar su nombre y su cara pero se me hace imposible. Apenas lo he visto. Sólo que si ahora me viniera a buscar o me preguntase qué tal, se me caería la cara de vergüenza. Todos saben que he vuelto a matar. O sea que seguro que me tiene miedo, asco y odio.

Por más que lo intente no puedo controlarlo. Es un deseo, una forma de vida... No, no puedo controlarlo... Necesito MATAR. Necesito matar para sentirme bien.

— ¡AH! — Grité con todas mis fuerzas y me tiré en el suelo de mi habitación a llorar. ¿Por qué? Tan sólo quiero saber eso, ¿por qué? ¿Por qué yo tengo que sufrir esto?

Si mato a la gente y soy un peligro para la sociedad, ¿por qué no matarme a mí y terminar con esto...?

Continuará

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2017 ⏰

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Poseída (CANCELADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora