Capítulo 3

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—H-Hermana...—. Janeth estaba delante de mí. Ese hombre lo había planeado todo.

—¿Miguel Sánchez?—. El asintió. Entonces recordé todo... Hace unos cinco años, una chica llamada Fionna se había metido conmigo y con mis padres. Ella me acosó durante dos años y cuando me cansé la amenacé con que si no me dejaba en paz la mataría. Ella no me hizo caso, siguió insultando me y un día a media noche ella me acorraló en un callejón. Ella me iba a matar porque llevaba una navaja, sin embargo, un chico la apuñaló antes de que me hiciera nada a mí y la mató. Su padre sabía que yo tenía problemas con ella por lo que siempre me culpó, y con él toda la ciudad. Sin embargo, yo nunca maté a Fionna aunque desde ese día él prometió que igual que yo le había quitado lo que más quería, el me lo quitaría a mí. Y el padre de Fionna lo tenía delante de mí, él era Miguel Sánchez, y esta vez había venido para vengarse. —¡Suelta a mi hermana!—.

—¡NO! Te dije que algún día te quitaría lo más bonito que tuvieras como tú me lo hiciste a mí. Y ahora lo haré. —

—¡Es una niña, animal!—. Dije soltando algunas pequeñas lágrimas... (No llores, Lauren... Si lloras, él gana).

—¡Fionna también era una niña! Solo tenía diecisiete años, apenas sabía defenderse... Y tú no tuviste piedad—.

—¡Yo no la maté, joder!—. Miré a Janeth. Ella estaba llorando, sé que ese hombre la había secuestrado. —Dame a Janeth y te daré lo que quieras... Solo déjala, por favor...—

—¿Para qué la quieres? Ya no es una niña. De echo ya le he quitado algo a ella y ahora, serás tú—. El hombre soltó a Janeth pero a mi me tiró del brazo.

—¡Sueltame, animal!—. El empezó año tirar de mi para llevarme a algún lugar. —¡Janeth, vete a casa! ¡¡Corre!!—. Ella tardó en recuperar el aliento pero una vez lo hizo se fue corriendo.

—¿Y por dónde quieres que empiece?—. Sabía lo que iba a hacer. Sabía que me iba a violar, sabía que me iba a maltratar. Entonces, cuando ya lo creía todo perdido, el chico que estuvo conmigo en el banco apareció.

—¡Suéltala ahora mismo!—. El hombre rió irónicamente ante el gesto del chico. —¡Qué la sueltes!—. Al ver que Miguel no hacía nada, lo único que pude hacer es pasarle al chico mi pistola. —¡Vamos, deja la! No tengo miedo de disparar—.

—Jajaja, ¿crees que me das miedo? Tu querida amiga mató a mi hija... Me arruinó la vida y ahora yo se la voy a arruinar a ella —. Entonces con la mano que tenía libre sacó otra pistola. —Dispara si tienes valor, ¡dispara, vamos! Eres un maldito cobarde...—.

El hombre me soltó de manera que el chico corrió a abrazarme para luego decir: —¿Estás bien?—. Yo asentí. No me había hecho nada pero sí que estaba temblando por la tensión. Cogí la pistola y me fui corriendo.

Llegué a casa sin parar de correr. Sabía que el chico iba detrás de mi todo el tiempo pero me daba igual. Entonces llegué al edificio. Estaba girando las llaves para abrir cuando el chico dijo:—¿Quién era ese hombre? ¿Por qué dijo que mataste a su hija? ¿Que pasó? ¿Por qué no se lo cuentas a nadie?—.

—Las cosas no están para fiarse de cualquiera, pero sólo te digo que ese hombre secuestró a mi hermana y por eso no la encontraba. Pero ya está en casa, y eso fue en lo que prometiste ayudar así que, ya puedes irte. Sé defenderme sola—. Él me miraba incrédulo ante la seguridad en mis palabras pero esa era la verdad.

—Bien, si quieres me voy. Pero por lo menos dime como te llamas—. Él me sonrió, quizás para darme confianza pero no hace falta que yo se lo diga. Lo saben todos.

—Emma. Lo saben todos, todos saben quien y como soy. Pero si aún te queda duda yo no maté a su hija—.

—No lo dudo. Yo soy Marco, y si, me iré. Pero no hasta que me des la pistola—. ¿Hasta que le de qué...? No le iba a dar un arma a alguien que no conocía de nada, además, eso me dejaba completamente indefensa.

—No. Adiós, Marco—. Sé que él va a intentar reternerme. Sin embargo, fui más rápida y me colé en el edificio sin entregarle absolutamente nada.

Subí a la habitación de Janeth. Ella estaba llorando en una esquina sentada en el suelo. Yo me senté a su lado.

—¿Qué te hizo?—. Dije en un susurro débil. —¿Qué te hizo, Janeth? Tengo que saberlo—.

Ella me miró con sus ojos azules llenos de lágrimas. —Nada—. Dijo, yo sabía que sí le había hecho algo porque ese animal no se conforma con verme con el arma. Pero no sabía el qué.

—Janeth...—. Recordé sus palabras; "a ella ya le he quitado algo". —Janeth, por favor dime la verdad...—, dije medio llorando. —¿Te violó? —.

Ella asintió. Yo me levanté del suelo y bajé las escaleras. Lo busqué por todo el parque y no estaba. Al final, fui a su casa. Él vivía solo. Me abrió la puerta a lo que yo dije; —Yo no maté a Fionna, pero a lo mejor a ti sí —. Le apunté con la pistola, le puse el seguro... Mis manos temblaban y... Disparé. Le maté, le vi caer desangrado al suelo. Había matado al hombre que tantos problemas me dio. Lo había hecho...

•Continuará•

Poseída (CANCELADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora