Y aún así te encanto

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Capítulo 20


No quería saber de él por el resto de mi vida.

Lo detestaba.

No, ¡lo odiaba!

¿Cómo pudo hacerme esto?

Traté de mantener la calma mientras caminaba en medio de la acera, estaba trastornada y furiosa luego de ver ese video.

¡Lo odiaba con todo mi ser!

Lo único que quería hacer era meterme en mi cama y llorar viendo alguna comedia romántica que presentaba bonitas y sencillas relaciones. ¿Por qué no podía tener algo como eso?

Todo en mi vida era complicado; desde mis padres hasta mi familia completa.

Desde mi relación con Ignacio, hasta mi relación con Mauro. ¡Incluso mis trabajos no podían ser monótonos y normales!

Apreté el paso mientras caminaba, tenía sólo una misión en mente en estos momentos antes de dirigirme hacia el trabajo.

El cielo gris de esta mañana le había dado paso a la lluvia y ahora pequeñas gotitas mojaban mi rostro.

Me sentía dolida y extremadamente vulnerable. Pero pensaba solucionar eso en ese mismo instante.

Cuando llegué hacia mi objetivo, me detuve y golpeé la puerta con un poco más de fuerza de la que se necesitaba.

No esperaba que una atractiva chica rubia me abriera, y mucho menos esperaba verla en diminutos shorts y camisas que dejaban ver su marcado escote.

—Eh, hola —saludé incómodamente—, ¿se encuentra...?

—Ya sé quién eres —interrumpió chica rubia— Entra, yo lo llamo.

Mis manos picaban y se sacudían levemente, mi furia había alcanzado niveles máximos en esos momentos.

Me dirigí a la sala, y me paseé en la alfombra peluda de color borgoña que hacía juego con los muebles blancos de tamaño familiar.

Al poco tiempo, un chico con apariencia de recién levantado se unió conmigo en la sala.

Me lancé contra su pecho y lo golpeé en el hombro.

—Aauuu... duele. ¿Qué te pasa? —dijo sobándose el brazo.

Lo volví a golpear, duro.

— ¡Eres el idiota más grande que he conocido en la vida! —le grité—, no quiero que vuelvas a verme jamás. No quiero que me llames o me escribas o hagas el intento de volver a ponerme en tu camino.

—Micaela... oye, ¿qué?

Comencé a rebuscar en mi bolso hasta dar con la memoria USB de color blanco y se la lancé en la cabeza. Ojala el pendrive se hubiera convertido en una roca y no que fuera una simple pieza de plástico, pero a veces los "ojala" no se volvían realidad tan fácilmente.

—Eres un morboso —le dije, pronunciando lentamente cada palabra— No vuelvas a buscarme ni a pedirme que te haga favores nunca más.

Mauro dio un paso hacia mí y tomó el pendrive del suelo.

—Entonces eso significa que viste el video —dijo tranquilamente. No estaba sorprendido por mi reacción, parecía que se la esperaba.

—Sí, idiota. También vi las fotos.

En la carpeta, además del video, también había fotos de Florencia con Ignacio juntos, riéndose y besándose. Pero por el peinado que llevaba Ignacio sabía que eran de hace mucho, mucho tiempo atrás.

Aprendiendo a ODIAR al idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora