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Salgo del salón de el Mtro.Timothi con dirección a la sala de música, con cada paso que doy siento el crujir de la madera vieja bajo mis pies, algo a lo que nunca me acostumbraré.
El sol está en su punto más alto entrando por los viejos y frágiles cristales, algo en ellos siempre hace que un escalofrío recorra mi espalda que al instante me hace alejarme; siempre nos cuentan que esos cristales fueron testigos de la muerte de la Reyna Evangeline hace años lo más terrorífico de eso es que fue asesinada por su propio hijo de 10 años.
Me abrazó a mi misma al sentir esa sensación y veo al frente el pequeño cartel "Salón de música" acelero mi paso para salir de ese horrible pasillo y al entrar al salón no hay absolutamente nadie; justo a esta hora es cuando el salón de música está más lleno y no hay ni un fantasma.
Entro con cautela por si es una trampa y absolutamente nada sucede, me acerco sin hacer ruido a mi querida arpa y me siento en una pequeña silla que está a un lado, pongo en posición mi instrumento y después de unos segundos mis dedos se mueven ágilmente entre las finas cuerdas creando así una perfecta melodía.
Un ruido proveniente de el armario me hace parar en seco, dejo el instrumento de lado y me acerco sigilosamente a el armario, con cautela lo abro y un muchacho mucho más alto que yo salta haciéndome caer, escucho la risa de Damián el cabecilla de su grupo y segundos después el golpe de la puerta retumba mis oídos.
Estás encerrada 

Me levanto con dificultad y me acerco a la pequeña ventana de la puerta para ver cómo se alejan riendo. Me alejo de la puerta y me vuelvo a sentar en la silla de antes, coloco el instrumento de la misma forma que antes y dejo que mis dedos dancen sobre las cuerdas. 

No sé cuánto tiempo pasa pero veo que la luz del sol que entra por la ventana de la puerta es cada vez más nula. Me levanto acomodando cada cosa en su lugar y voy a la puerta que definitivamente esta cerrada por fuera, golpeó varias veces la puerta pero se que no valdrá la pena por lo que agarro un pequeño martillo que tengo escondido y rompo el cristal provocando un estruendo en el pasillo vacío, retiro los cristales y paso mis piernas del otro lado seguido de todo mi cuerpo.
Ya eres libre
Sacudo mi ropa de los pequeños cristales que se incrustaron en esta y abro la puerta, entro y dejo el martillo en su sitio, agarro un pequeño papel y un bolígrafo y empiezo a escribir una carta para la Mtra. Mare.
<Disculpe las molestias Maestra Mare, ocurrió un incidente como usted puede ver en la puerta. Dejé el seguro puesto al entrar y al querer salir estaba cerrada, busque mil maneras de salir pero como usted sabe estás puertas son más fuerte que el hierro así que tome la decisión de romper el cristal para poder salir.
Si necesita algo de mí mi habitación es la 913
                 -Alfard>
Camino por el largo pasillos de los espejos con las manos en mis bolsillos sin cruzar mirada con ninguna otra persona, llegó a la enorme máquina que sube y baja por los pisos de nuestros cuartos y pongo mi huella en aquel panel y la gran cabina baja, entro sin hacer ningún ruido y me sitúo en una esquina. Después de mi entra una pareja y otras personas que como yo fueron olvidados y abandonados por sus padres.
Una vez llena, la cabina empieza a subir y se detiene en el piso de las personas que colocaron su huella en el panel, mientras sigue subiendo cada vez está más vacío hasta llegar a el noveno piso; cabe decir que es el último piso del edificio norte en cuál están todas las habitaciones. Me acerco a la puerta y espero a que está se abra, salgo y camino tranquilamente a mi habitación, una vez enfrente de la puerta una maquinita escanea mi ojo y la puerta se abre.
Retiro toda mi ropa y hago que el agua caliente empiece a salir, desenredo mi cabello frente al gran espejo que tiene el baño y libero mi cabello de los pequeños cristales que se incrustaron en mi moño. Una vez dentro del agua relajo mis músculos y dejo que el agua recorra cada parte de mi piel.
Una vez con mi bata para dormir puesta seco mi cabello, paso a la sala que tiene una gran ventana con vista de la ciudad de Novum y me siento en la silla para contemplar la hermosa pero a la vez horrible ciudad.
Los grandes edificios dominan todo, a cualquier lado que vas los rascacielos no desaparecen, lo único que me agrada de esos gigantes de acero son sus vistas desde lo pisos más altos pero eso es su único punto bueno. Según el Mtro. Timothi dentro de esos edificios es un infierno, las personas trabajan sin descanso alguno para competir con sus compañeros y obtener mejores puestos que los demás, los obligan a dejar de lado las amistades y la convivencia para poder tener dinero y alimento para sus familias, eso es una muestra que la civilización está cada vez peor y va directo a su destrucción.
No me doy cuenta en el momento que me quedo dormida en aquel incómodo sillón hasta que un ruido fuera de la habitación me hace despertar, me levanto de golpe y por un pequeño agujero de la puerta veo el exterior. Está tranquilo como siempre y es ahí cuando veo un destello de luz en la gran ciudad, corro rápido a la ventana y puedo observar que en un edificio no muy lejos algo rompe el cristal y sale otro destello, todo pasa muy rápido, en un segundo veo a un señor empujar a una mujer por el alto edificio, la mujer cae mientras gira y grita ayuda, puedo escuchar sus gritos de miedo y en un segundo el silencio vuelve a gobernar.
Pongo mis manos en mi boca y retrocedo lentamente mientras las lágrimas caen por mis mejillas.
Siempre escuchaba a los adultos hablar sobre incidentes, y personas muertas por una extraña razón pero jamás había presenciado a nadie morir, eso está prohibido en el orfanato.
Seguía en shock, todo pasaba tan lento cuando sentí unos brazos rodearme y sacarme de mi habitación, cerraron la gran ventana y me pusieron en una silla de ruedas, seguía llorando no sabía la razón pero no podía parar, mientras bajábamos todos me veían y susurraban entre ellos que pasaría para que todos me vieran de esa forma? Entonces recordé por un momento como era el mundo antes, todo era verde, las personas ayudaban a otras todo era mejor, ahora todo se fue a la basura.
Me llevaron a una sala blanca, las lágrimas ya no caían pero seguía el rastro de que en algún momento estuvieron ahí.
-¿Cual es tu nombre linda?- La voz me saco de mi trance y pude apreciar mejor la sala. No era totalmente blanca tenía sus pequeños detalles, había una mesa de metal o aluminio frente a mi dos pequeñas sillas del mismo material, la puerta se camuflajeaba entre el blanco y unas pequeñas plantas colgaban de las paredes.
-Alfard- Me acomodo en la silla y veo a la señora; No tiene arrugas y su cabello negro está perfectamente recogido en un moño, su piel es pálida como la nieve y sus ojos marrones me miran sin ningún sentimiento. Algo dentro de mi me hace sentir incómoda por su mirada clavada en mis ojos y cuerpo.
-¿Porque tienes ese nombre tan raro Alfard?- Remarca tanto mi horrible nombre que me da miedo que lo vuelva a decir.
-No lo sé.
-Tengo entendido que tu cuarto es el 913, uno de los pocos cuartos que tienen el privilegio de tener vistas a Novum.
-Asi es- Mi voz se rompe al recordar a la señora caer.
No digas nada
-¿Que es lo que viste hoy exactamente?- Arrastra una silla provocando un ruido muy molesto y la coloca frente a mi sentándose en ella.
-Me quedé dormida en el sillón y me desperté por una pesadilla, solo vi un cristal roto en el edificio de enfrente- Muerdo mi labio y juego con mis dedos nerviosa, mi instinto me decía que no dijera nada o sería mi fin.
-¿Solamente fue una pesadilla la razón por la que estabas despierta y llorando cuando nosotros entramos a tu cuarto?- Se acerca a mi de una manera amenazante y lo único que puedo hacer es empujar la silla de ruedas con mis pies.
-Tengo miedo..... - Dejo las palabras en el aire y ella coloca sus dedos en sus cejas.
-Lleven la a su cuarto.
Unos hombres entran por la puerta blanca y empujan la silla de ruedas de nuevo a la cabina. Ellos colocan una contraseña y las puertas se abren de inmediato, en un panel del cual no tenía idea ponen otra contraseña y empieza a subir.
Después de unos segundo llegamos al noveno piso y de ahí me llevan a mi cuarto, una vez dentro abro la cortina que ocultaba la vista y para mi sorpresa la ventana ya no está rota.

Al frente de HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora