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Capítulo 2: El mercado.

Mi cuerpo aún seguía conmocionado. Tal vez el anillo controla al lobo de él, pero a la mía... no tanto.

Ya eran las cinco de la mañana, y mi cuerpo no se recuperaba. Sentía un increíble ardor en el vientre, y ni se diga de ese raro cosquilleo en el cuerpo.

Pero sé que esto se va pasar pronto, ya que esto a pasado antes...

Viajaría lejos de él, si no fuera porque los niños no tienen pasaporte ni padres, además de que soy menor de edad.

Por Dios. Podré tener dieciséis, pero ya cuento como toda una adulta de veinticinco años.

Me hago bola entre las mantas, y dejo que mi cabellera rubia me cubra por completo el rostro.

<< Solo un toque...>>

— No puedo. Sabes que no... entiéndeme. Lo siento.

<< Eres cruel... él es bueno...>>

— ¿Y cómo lo sabes, eh? Lo que vi... él no es para mí... no puedo ni pensar en qué pasaría si me encontrara y fuera malo...— Parecía loca hablando con mi loba, pero no podía ignorarla. Ella ha sido mi acompañante de vida... le debo mucho.

<< Tú misma lo dijiste. "Si fuera" ¡Debes conocerlo! Por algo es tu mate... por algo mi diosa creo estos lazos... ¡Por Matb! Solo un toque! >>

Mi loba lloriqueaba, sufría. Me sentía culpable, pero también estaba aterrada.

Pero desde hace años que lo pienso. Él y yo no contrastamos, lo sé desde el momento en el que vi como mataba.

Ja, es raro. Matar. Una palabra que es muy temida. Yo le temo a esa palabra.

Soy una chica simple. No Mato ni a una mosca, no grito y odio la violencia.

Mi loba siguió diciendo cosas incoherentes, y eso me volvía loca. No fue hasta que caí dormida, cuando ella paró.

Eso me alivió, y mucho.

Afortunadamente apenas era Sábado. Tenía tiempo para hacer mis tareas, porque ¡Dios! a nosotros los de décimo grado nos quieren ahogar de trabajo.

Planeaba dormir hasta tarde, pero como es de costumbre, una bola de hermosos monos me despiertan a las siete de la mañana.

Si, lamentablemente son madrugadores.

—¡Ali! ¡Ali! ¡Vamos al McDonald! — Gael se tira a mi cama y empieza a saltar, y los demás le siguen.

— ¡Si! ¡Hamburguesa! ¡Hamburguesa!

— ¡Kelly! ¡¿Tú también estas con él?! ¡No! ¡Yo quiero Sándwich!

— Kevin... el sándwich es casi lo mismo que la hamburguesa...— Nicole trata de apagar el enojo de su hermano, y eso hace que sonría de manera tierna.

Una buena dosis de Nicole siempre es buena.

— Niños, váyanse a cambiar porque vamos al mercado.

Y con eso, ellos se van festejando.

Me es inevitable no regresar a ver mi buró, donde está mi bol...

Oh no... oh no... ¡Rayos! ¡Rayos!

Dejé mi bolsa, mi chaqueta y mis zapatos en las cajas de aquella calle...

***

— ¿A dónde vamos? — Pregunta con confusión Kevin.

Caminábamos por el lado contrario del Mercado, y el frío de este pueblo me empezaba a calar hasta los dientes. Tal vez ellos no lo sientan ya que tienen unos suéteres muy calientitos, pero para mi desgracia el mío está en esas cajas.

La única chaqueta buena que me queda.

— Vamos a un mandado rápido.— Contesto de inmediato.

Todos estábamos agarrados de las manos. Yo sujetaba las de las niñas, y ellas las de los niños.

Mi estómago empezaba a gruñir, ya que ayer solo tomé el desayuno. Sin embargo, los niños pronto tuvieron ese sonido en sus estómagos.

— Tengo hambre... ¡Me quiero ir!

— Yo también.

— Kelly y yo podemos esperar.— Gael me sonríe, mientras que Kelly me abrasa una pierna.

Awww.

— Oh, vamos, ustedes dos,— Señaló a Kelly y a Kevin.— ¿Dónde está su sentido de la aventura? No me digan que ya son unos abuelitos.

Pronto en sus caras aparecen muecas, y niegan de manera rápida. Perfecto.

— Ya casi llegamos.

Minutos después, ya me encontraba buscando mis cosas entre aquellas cajas. Y para mi sorpresa, encuentro la chaqueta — En cuanto lo vi, me la puse.— y el bolso. Pero no mis zapatos.

Ah... ya valió.

— ¿Qué hacia eso ahí?— El mayor señala las cajas, y yo solo le sonrío, encogiéndome de hombros.

— Si quieres saber, tendrás que tener un gran diez en matemáticas este bloque. Y sé que se aproxima la junta.— Le guiño el ojo.

Kevin empieza a hacer berrinche, pero aun así no niega. Hacks de la vida.

Una vez llegamos al mercado, les pongo a escoger su comida, ya que, como muchos saben, el mercado es un lugar donde hay mucha variedad en tiendas. Hay zapaterías, Herrerías, tiendas de ropa, e incluso zonas de comida.

Cool.

Como era de esperarse, ellos escogen diversas cosas. Gael quiere hamburguesa, mientras que Kelly prefirió tacos, Kevin un Subway y Nicole... ella quiere comer lo que yo coma.

Je.

Pronto, me veo pidiendo todas esas cosas en diferentes tiendas, y voy sacando con dolor el dinero de mi bolsa.

¿Quién diría que un subway costara tanto? Bah. Recuperar este dinero me va a costar un ojo de la cara.

— Listo. Ahora, coman.

Y bum. Devoradores invaden la mesa.

Veo a Nicole, quien come Sushi. Por lo que, por obvias razones, yo también lo hago.

Y si. Sé que esto no es bueno para un desayuno, pero ¡Bah! ¡Que valga! No les puedo negar la comida a estos bebés.

Cuando acabo de comer, mi estómago me pide más, pero no me doy el gusto. Mis niños no tardan en pedir más, y yo claramente no se los niego.

Cuando camino de nuevo a los puestos, regreso a ver a mis vans negros.

Pienso que, todo hubiera sido más fácil si alguien me hubiera adoptado, pero al mismo tiempo, no me agrada esa idea, ya que si me hubieran adoptado, no estaría ahora con estas hermosas criaturas.

Además, estoy segura de que ellos seguirían sufriendo, y yo tal vez estaría escapando cada luna llena.

Esto es lo mejor.

Cuando trato de recuperarme de esos pensamientos, levanto mi vista y me enderezo. No obstante, pronto siento un toque eléctrico en mi hombro derecho. Por inercia volteó a ver a ese lado, y lo veo.

A unos cuantos centímetros veo a mi mitad. Mi loba empieza a volverse loca, y mis uñas empiezan a encajarse en mi bolso. Pronto, las escondo en los bolsillos de mi chaqueta.

Trato de calmarme, y retiro la vista de aquella mesa. Trato de irme de allí, pero me es imposible, cuando uno de sus acompañantes me habla.

— Oye, tú.

La loba de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora