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Capítulo 11: Encerrada.

— Buenos días, mi señora.— Alzo mi mirada, y me encuentro a tres mujeres con una gran sonrisa.

No se podría decir lo mismo de mí.

— Déjenme ir.— Murmuro con la voz algo gangosa, y pronto las lágrimas aparecen en mis ojos.

Una mujer se me acerca rápido y me limpia las lágrimas. Se tiene que agachar, pues estoy sentada en el piso, hecha bolita.

— Hay cariño, no llores. No pasa nada, estás aquí, con tu mate.— Me acaricia el cabello.

Quería gritarle que me llevara con mis niños, que no podía estar aquí con él, pero en mi mente repasé lo que posiblemente pasaría, y ahora pensaba que sería tonto hacerlo, porque ya sé la respuesta.

— Ven.— La misma mujer me ayuda a levantarme, y pronto siento un dolor en el trasero.

Creo que me siento plana.

Las otras dos mujeres se ponen derechas, y noto que en sus manos hay ropa, zapatos, ligas, y más cosas.

— Yo soy Alin.— Se presenta la mujer canosa, y pronto las demás repiten su gesto.

— Yo Cara.

— Yo Anna.— Todas hacen una pequeña reverencia, causando que yo me confunda

¿Estamos en los tiempos de antes o qué? No entiendo nada...

— Soy... Alissa.— Murmuro con timidez.

— Nosotras tres seremos las que siempre se encarguen de ti, de ahora hasta que nos den la orden de retirarnos.— Anuncia Cara.

— Disculpen...— Carraspeo, y trato de dar lo mejor en mi para que la voz no me tiemble.— ¿Me podrían prestar un teléfono?

Las mujeres se miran entre sí, y Alin niega con una mirada de lástima.

— Oh...

Y como si nada, ellas me meten al baño y básicamente me obligan a tomar una ducha — Obviamente no deje que me vieran desnuda—, para después arreglarme.

Una vez pasa el tiempo, las mujeres ya han terminado de arreglarme. Ahora me miro al espejo, con algo de asombro. Tengo un vestido muy bonito, muy de mi estilo, se ve tan lindo y caro [Multimedia] que me es difícil no hacer una pequeña sonrisa. Nunca me hubiera imaginado que utilizaría algo de tan buena calidad. Yo siempre uso y compro lo más barato, pues el dinero no me alcanza.  De calzado tengo unas cholitas color crema, y me hicieron una trenza normal en el cabello.

Normalmente yo me emocionaría, chillaría y saltaría de la emoción. Pero ahora sigo con la angustia, y no quiero estar como si nada cuando mis bebés podrían estar en cualquier lado llorando o sufriendo.

Agacho mi mirada, y trato de no llorar.

Escucho un suspiro, pero aún así no comentan nada al respecto.

— Nuestro Alpha la espera, señorita.

Alpha.

Mi cuerpo se estremeció, y el miedo quería apoderarse de mí. Las manos empezaron a temblarme, y me tuve que morder la lengua para no rogar que me dejaran escapar.

Salimos de aquella habitación, y miré los pasillos que ahora se me hacían conocidos. Bajamos al segundo piso y caminamos mucho para llegar a nuestro destino.

Esta mansión es gigante.

— Está aquí. Toque por favor.— Las tres mujeres se retiran, y yo me quedo aquí parada.

Lo más más inteligente en este instante sería correr hacia otro lado, pues ya no tengo a nadie a mis alrededores. Pero de nuevo esta mi lado lobuno queriendo entrar, pues él está al otro lado de esa puerta, me llama.

¿Cuando acabará esto? ¿Cuando podré tener mis propias decisiones? ¡Ni siquiera puedo controlarme!

<< Para que acabe esto, el debe rechazarte... o marcarte como suya. No creo que él quiera elegir la primera opción.>> informa mi loba, y en su voz puedo notar el deseo. Un deseo muy caliente.

Con mucho miedo, pero a la vez emoción, toco la puerta. Un "Pase" se escucha del otro lado, y abro de manera lenta la puerta.

Y ahí está él, recargado en el escritorio con una mirada llena de deseo. No puedo negarlo, siento lo mismo. Pero no se darán las cosas... no puedo.

Cierro con cuidado la puerta, y meto un mechón rebelde de mi cabello atrás de mi oreja.

El silencio nos inunda, y cada vez me es más doloroso no tener su toque.

Está tan cerca... quiero... lamerle la mejilla y...

No. Rayos, ¿Qué estoy pensando?

Escucho sus pasos acercándose a mí, y automáticamente cierro los ojos con fuerza, temiendo que me golpee o me grite. Pero nada de eso sucede.

Abro los ojos cuando no siento absolutamente nada. Veo su mano a centímetros de mi mejilla, como si quisiese acariciarla. Pero pronto la aleja, y la hace en un puño.

Miro su rostro, y me obligo a no babear cuando veo sus hermosas facciones.

Me quedo en mi lugar, apretando mis labios con miedo.

— ¿Por qué? ¿Por qué me temes?

Un cosquilleo en el estómago apareció al escuchar su voz. Regreso a ver a otro lado de la habitación, tratando de no mirarlo a los ojos.

¿Qué por qué le temo? Pues bien, imagínate a una pequeña niña caminando por el bosque, tranquila, y de pronto es testigo de cómo le rompes el cuello a alguien, que para acabarla es un conocido tuyo. Eso me aterrorizó, y aún más cuando hace dos años me enteré de que eras mi mate.

Obviamente no le dije eso, y aunque quisiera, no sería capaz. El nudo en mi garganta no me permitía hablar. No se si es por el miedo o porque me aguanto las ganas de tocarlo. Las dos son igual de horribles.

— No entiendo nada...— Murmura. Veo cómo se esfuerza en alejarse, pero sé que siente lo mismo que yo, esa atracción tan traicionera. Decido no contestar.— Háblame cariño.

Mi corazón dió un vuelco al escucharlo. ¿Cariño? Nadie me había dicho así. Y lo peor es que eso me agradó, me gustó, me encantó.

— ¿Y... Los niños...?— Logro decir. Me esforcé tanto por preguntarlo, y palidecí cuando noté su mirada. Una tan profunda.

— Están con Cameron y Camila Johnson. No te preocupes, también les di dinero para los gastos.— creo que eso me hace sentir peor. Le debo dinero ahora...

— Oh...— Vamos, dilo.— G-Gracias.

Me topo con sus ojos. Maldita sea, ¿Por qué hace tanto calor?

Miro con deseo sus labios, y aprieto mis manos haciéndolas un puño para aguantarme las ganas de lanzarme a él como una fiera.

No obstante, el no se aguanta. Pronto siento la presión de sus labios en los míos. Y por los dioses, besa tan bien...

La loba de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora