Después de lo que ocurrió con los guardias, decidí dejar de pensar en conspiraciones y volver a la rutina diaria. Me iba a costar un poco acoplarme de nuevo al trabajo pero debía intentarlo. En un par de días todo iba a volver a la normalidad.
Ya estaba listo para ponerme de nuevo en marcha, me había acicalado y tenía ganas de empezar. A lo único que me seguía negando era a tomar las pastillas. Pensaba que con su efecto no iba a lograr ver muchas cosas.
Al llegar al periódico intenté disimular lo mejor posible. Estoy seguro que alguien había presentado la queja a seguridad y debido a eso los guardias me habían visitado en plena noche. No quería seguir levantando sospechas en contra mío. Saludé a la portera y a todo aquel que se me cruzaba.
Volví a lo rutinario, me aseguré de censurar todo como se debía. No quería que por mi culpa volviera a morir alguien más.
-Pobre Mike...- Pensé.
El sonar de la puerta me alejó de mis pensamientos. Rápidamente, me levanté y abrí la puerta. Era Katherine.
-Ho a Aron ¿Cómo va todo?- Me dijo con un tono de seriedad
-Bien muy bien, nada fuera de lo común-. Solté tímidamente.
Yo era un hombre de pocas palabras, si se pudiera decir así. No socializaba mucho con los demás y era extremadamente tímido. Katherine hace tiempo que lo había notado, al igual que el resto de mis compañeros, por eso no le extrañaba cuando me comportaba de forma rara.
-Te noto algo cansado ¿Ya has tomado tus pastillas?- Lo dijo con algo de sarcasmo y a la vez miraba mi escritorio.
Seguramente ella ya había notado mi extraño comportamiento e insistía mucho en que las tomara.
-No todavía no, con tanto trabajo se me ha pasado, pero enseguida me las tomo- Mentí al respecto.
-Está bien, pero que no se te olvide, conoces bien las consecuencias- Me miró de forma reprochante y luego me palmó el hombro.
-Pero apresúrate, que hoy estamos de fiesta. Es el cumpleaños de Elizabeth y dicen que habrá piñata.-
Era cierto, hoy era su cumpleaños. Mire a Katherine con una sonrisa tímida y luego ella se marchó. Me acerqué hacia donde se encontraba el kit con mis pastillas. Las tomé y las analicé profundamente. Muchas cosas pasaban por mi cabeza pero no sé si fue la valentía, el coraje o simplemente la estupidez lo que me impulsó a arrojarlas fuertemente contra la pared. Arreglé mi camisa, até mis zapatos y salí del lugar.
Recorrí el gran pasillo que separaba las oficinas con el comedor. No sabía si era porque no había ingerido ese producto que nos exigían tomar, o por mi malestar, pero notaba todo más demacrado y oscuro. Las paredes estaban rajadas con la pintura corrida, veía todo más sucio. Además la luz que poseía el lugar se encontraba en mal funcionamiento, de los focos salían chispazos. ¿Cómo nadie se había dado cuenta?
Tomé un respiro y me enfoqué en no ver el entorno, simplemente llegar al cumpleaños. En el camino escuchaba risas extrañas y grito de vez en cuando. Llegué a la puerta y detrás de ellas se oía música y gente festejando, creí estar en el lugar correcto. La abrí lentamente y entre encogido de hombros, lo que era mi postura común. Al entrar logré reconocer algunos rostros, entre ellos el de Katherine y el de Mirtha, los demás llevaban una careta puesta, estaban desdibujadas y en mal estado.
Ellos se habían dispuesto alrededor de una gran mesa y no lograba ver lo que estaba en ella.
-Será la piñata.- pensé.
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Seamos felices
General Fiction¿Qué es la felicidad?... Muchos la buscan, otros dicen de haberla encontrado, algunos; que no existe. Yo pensaba que la tenía, creía que conocía todo sobre ella. No podía estar tan equivocado...