Helados y Sonrisas pt. 2

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 Ya estábamos llegando a la cafetería, caminábamos por una plaza con una gran fuente de agua en el centro, en el cual se reunían parejas abrazándose, y demostrando su cariño en público. Sólo me pude limitar a mirar a Dalas, después de todo lo que pasó en el metro, no podía volver a ablandarme, no quería, no podía. Tenía que permanecer firme para no caer en su juego. —Ah, por aquí está el starbucks... —Dije intentando parecer desinteresada, ¿No habré sonado muy superficial?

—¿Y por qué no ir a un lugar mejor? —Dalas me agarró de la mano y me llevó a caminar por un lugar diferente, definitivamente me tomó por sorpresa, no me gustaba el contacto físico, menos con un desconocido, me zafé de su agarre disimuladamente, tocarlo a él se me hacía específicamente raro e incómodo. —Bueno, bueno, si no te gusta creo que debiste decirme. —Cerró su frase con su típica risa de oreja a oreja.

Ya estábamos enfrente de la cafetería, lucía nueva; contemporánea, para ser exactos. Finalmente entramos, subimos directamente al segundo piso, y nos sentamos junto a un gran ventanal, se veía la plaza de la cuidad, junto a una catedral y la gente pasar. —¿Te gusta la vista? —Me preguntó observándome plácidamente, el simple hecho de saber que me miraba me ponía nerviosa, no quería que me mirara, así que fruncí ligeramente el ceño, y desvíe la vista nuevamente al ventanal. —Sí, me encanta. —Le respondí, antes de que el camarero viniera a tomarnos la orden.

—¿Qué van a pedir? —Nos dijo educadamente el chico en traje negro. —Yo quiero un café helado. —Dije, mirando a Dalas, esperando que pidiera su helado o café. —Y yo un helado de copa, Vainilla, frutilla y manjar. —Vaya que si le gustaba el helado a ese chico. El camarero asintió con una sonrisa, y se retiró amablemente.

—¿No ves cómo te coquetean todos? —Me habló casi de inmediato, carcajeando por lo bajo, al menos yo no me había dado cuenta. —No me percaté de ello... —Fui sincera, miré despistada a Dalas, cosa que a él le daba gracia. —Oh, tranquila, quizá no te das cuenta de lo bonita que eres. —Dalas vaciló un poco, se notaba que estaba jugando en serio y yo no quería ser parte de eso.

—Mira, ya llegó lo que pedimos. —Intenté desviar la conversación, ambos miramos al camarero mientras dejaba nuestros pedidos en la mesa. —Hey, mi amigo cree que eres guapo. —Le dije al camarero antes de que se fuera, mirando de cómplice a Dalas con una gran sonrisa en mis labios. El chico en traje se puso nervioso al instante y se fue avergonzado con la bandeja entre las manos. Apenas este se fue comencé a reír fuertemente, sin parar de mirar a Dalas completamente fuera de su lugar.

Ya después de burlarme un poco, comencé a revolver mi café helado con la cuchara larga de la copa. —¡¿Por qué hiciste eso?! —Comió su helado aún algo avergonzado, mirándome con ganas de venganza. —Lo hice porque quería, y podía. —Le saqué la lengua de manera infantil y seguí tomando de mi café helado. Dalas molesto me miró todo el tiempo mientras comíamos el helado. Ya habiendo terminado, pagamos la cuenta y salimos del lugar, era el atardecer y ya se estaba haciendo de noche. Así que decidimos comenzar a vagar por el centro de la ciudad, ver tiendas, sentarnos a hablar y esas cosas.

—¿Me llevas a caballito? —Solté de repente, después de revisar mentalmente lo que había dicho me di cuenta del error cometido. —Claro, por qué no, sube. —Me sonrió de manera amable doblando sus rodillas para que subiera a su espalda, cosa que no dude en hacer de inmediato, podía ser muy infantil a veces.

 Luego de muchas cosas sin sentido, algunos abrazos y sonrisas compartidas, comencé  a pensar que Dalas quizá no era un mal chico, pero sin embargo no debía ablandarme, ya que todo esto era un juego. 

   — Hey, Amy ¿Que tal si vamos a mi casa? —Acepté con un ligero movimiento de cabeza, después de todo él vivía en el piso 5 y yo en el 3.  

¿Por qué él? | Dalasreview.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora