2 | No puede ser peor.

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    La clase de matemáticas se mantuvo lenta, después de todo creo que era porque tenía sueño. Me encantaban mis cabellos cortos de melena francesa, jugaba con mi pelo cuanto quería, pero ni modo que me molestaran. 

  — Hey, Amy, ¿Me pasas la 5? — Un compañero se molestó en acercarse y salvar su propio pellejo. Bueno, después de todo, como me encantaba molestar. Le di cualquier respuesta menos la correcta, eso le pasa por no estudiar. Ni Media hora faltaba y ya estaba pensando en el receso  para ir a comer. 

  Me la pasé fantaseando sobre qué sería de mi vida. La campana me sacó de mis pensamientos, recodé que tenía hambre y me levanté a buscar una merienda. Las siguientes clases fueron rápidas, ya que digamos que no soy estúpida ni mucho menos, pero algunas cosas se me dan fácil. Garabatos llenaban las hojas de mis cuadernos mientras pensaba en comprarme un gato para el departamento, ya que estoy sola. 

  A la hora de salida, un grupo de compañeros de mi clase estaban reunidos en un pequeño círculo a as afueras del instituto, cosa que era extraña porque nunca era así. 

  — ¡Amy! ¡Ven un segundo! — Me llamó Robin haciendo ademanes. Quizá no eramos los mejores amigos pero nos llevábamos bien. — Este tío dice que te conoce— Señaló al otro extremo del círculo. Creo que reconocería esa pose hasta en la neblina. Un sentimiento de devolver todo lo que había comido llenó mi ser, que frustrante era volverlo a ver. 

  —Así que te llamas Amy. — Me sonrió una vez mas con aquella confianza asfixiante que expedía. — No, soy la princesa de las nieves. — Respondí seca como siempre. No era un gran agrado tenerlo aquí. Vi de mala gana que le susurró algo a su amigo que también estaba dentro de mis compañeros de clase -Eso era malo.-, cosa que me pareció sospechosa. — Vale, no importa. Melos, ¿Nos vamos ya? — Le preguntó a su amigo regordete del lado, este asintió y ambos se fueron. 

— Robin, ¿Te importa si me llevas a casa?... — Musité algo enojada por la presencia de ese. Agarré bien mi bolso, y juntos caminamos a su auto que estaba en el estacionamiento del instituto. Una vez ya abriendo las puertas del coche y metiéndonos dentro, saltó una pregunta. —¿Y quién era ese? —Preguntó el azabache algo desconcertado. —Bueno, haha, no es una historia agradable. —Robin echó a andar el auto. —Ese tipo me robó un pastel en la cafetería cerca de por aquí. —Alcé las cejas un poco haciendo notar cuan patán era ese tal "Dalas". 

  Luego de andar y vacilar por el coche, Robin habló: —Oye, ¿Quieres pizza?, Digo, para olvidar a ese molesto tío. — Le dediqué una sonrisa a mi piloto y acepté en un instante, después de todo, era comida. 

  Una vez en el local, elegí una cocacola y compartimos una pizza familiar de Pollo con queso. —Lo que sobre te lo puedes llevar a casa, eh. —Abrí mis ojos sorprendida, Robin sabía cuanto me gustaba comer rico, y claro, él era un buen chico. —Gracias robin. —Le regalé una sonrisa por mi parte, quizá no seamos mus cercanos, pero supongo que nos sentimos casi igual de incómodos con respecto al tema. 

  El camino a casa fue largo, ya que habíamos comido mucho durante nuestra charla con Robin, y a ambos nos dolía el estómago. Dejé las llaves reposar sobre la mesa del comedor, y comencé a ponerme cómoda sobre mi sofá. Tomé mi móvil y algo lucía extraño. 

**NÚMERO DESCONOCIDO**

XXX: Hola, Que tal.~ ;) 

Yo: ¿Disculpa?

XXX: Vamos hermosa, salúdame como se debe. <3 


  No puedo creer que ese imbécil se haya conseguido mi número. 

¿Por qué él? | Dalasreview.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora