1 | Noche y Día.

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Eran las 07:57 AM, el sonido de las gotas cayendo fuera del departamento me despertó de buen ánimo. Me quedé un poco mas en la cama, Después de todo mis clases comenzaban a las 15:00 PM, tenía tiempo para hacer lo que quisiera y eso me fascinaba.

Cerré mis ojos por lo que parecieron segundos, pero cuando me percaté ya era medio día. Debía correr. Me espanté llevando unos cabellos rebeldes detrás de mis orejas, parándome rápidamente para luego ponerme mi ropa interior. Era un día fresco, por lo que agarré mi sweater cuello de tortuga y mis leggins negros de siempre.

Bajé las escaleras sin mucho apuro, mi departamento siempre olía delicioso, y era porque yo siempre compraba de esas chucherías aromáticas. Vivir sola no era tan malo como dicen, de hecho creo que me acomoda más. Agarré mi bolso con mis libros dentro, guardando el móvil y las llaves de la casa. Al salir se hizo notar aquel olor a tierra y pavimento mojado.

Llegué a la cafetería a las 13:00 hrs -Al parecer me gusta mucho la puntualidad y estar organizada.- Y pedí un café con un pequeño pastel acompañado de crema y fresas. Era un poco tarde para que no hubiera tanta gente como la suele haber. Me senté en el último espacio de la cola, con una mesita de centro y dos sillones muy comos uno enfrente del otro. Dejé que el café se enfriara un poco en la mesita, para luego sacar un libro que atrajo mi atención unos días atrás "El segundo sexo". Comencé a sumergirme entre lineas mientras comía de ves en cuando y soplaba con ganas mi café humeante.

—Oh vaya, Una Feminazi.

Se escuchó un estruendo masculino delante de mi, aparentemente sentado en el sillón enfrente mío. Alcé un poco la mirada, recogiéndome los lentes que tenía sólo para leer. Al igual que digamos que no tenía muy buenas primeras impresiones.

—¿Disculpa? - Quité unos mechones de mi fleco para ver bien la cara del chico. Lucía pedante, de unos 20 a 24 años mas o menos, expedía un ego inmenso.

— Tu libro — Señaló — . No vas a odiarme por solo ser hombre, ¿Verdad? — Dio una ligera sonrisa de estarme provocando y ponerme a prueba. Se movió con cautela para luego unir sus codos con sus rodillas, y cubrir su sonrisa con sus manos.

— Bueno, opino que debo conocer bien en la pavada que se está convirtiendo el mundo. — Respondí dejando el libro en la mesita, le dedicaba una mirada analizadora e incluso cortante. Lamentablemente mis lentes se empañaron, así que decidí guardarlos en mi bolso.

— No te importa, ¿Verdad? — Cuando ya me dí cuenta, se estaba comiendo mi pastel que apenas había yo tocado.

Con el ceño fruncido una voz un poco dura le exclamé : — ¡Claro que me importa, es mi desayuno!, ¿Es que tú no tienes dinero para comprarte el tuyo? — Le arranqué el pastel de inmediato, por un segundo me sentí culpable, pero luego él se rió por lo bajo de mi actitud, lo que me devolvió el asco ajeno enseguida.

—Uy, cuidado, se enojó. —Su risa profunda retumbaba en su garganta y aquella ceja alzada en su rostro me daban ganas de partirle la cara. ¿Era necesario ser tan insoportable? No podía describir como tantos kilos de orgullo cabían en algo que parecía un niño. Claro, un niño con barba ligera, expresión de idiota y unos que otros cabellos rubios haciendo notar superioridad.

Tomé mi bolso, mi café, guardé mi libro y me paré indignada. —Entonces... ¿Me das el pastel? ¿Hermosa? — La última palabra la susurró con un toque pedante y ególatra que me sacó de quicio total.

—¡Sí, te lo doy! ¡Y ojalá que te atragantes con el y te mueras ahogado! — Y segundos después cuando ya me ponía en marca para irme, me agarró de la muñeca, curiosamente estaba cálido. — Gracias eh, Soy Dalas. — Susurró peligrosamente cerca de mi oído y con lo que creo una sonrisa triunfante. Me zafé de su agarre y caminé con un ceño fruncido de mierda, le di media vista, y me fui enfadada hacia aquellas puertas de cristal para luego ir a clases.

¿Por qué él? | Dalasreview.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora