Flor Azul

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Caminé hacía ese jardín que ya me parecía tan ajeno. Las mismas flores azules que hace unos meses me sorprendían. Hoy me aterraban. No existían pistas acerca de Sergey. Preferí entrar por la puerta del patio. Estaba bastante oscuro. "¿Sergey?".- Exclamé pensando que me escucharía de inmediato. (Silencio). Tuve valor para girar la manilla, estaba gastada y una alfombra sucia me imploraba limpiar mis botas con tierra del jardín. "Ok, ok entraré".- Suspiré. Nada a mí alrededor, nada que me dijera "¡Allí está!". Entré por la cocina, y recordé el cuarto de arte, que muchas veces me sedujo por conocer.

Me sorprendía la falta de limpieza del lugar. Pero unos platos recién usados, eran los que me decían que Sergey si estaba en casa. Mis pasos en la madera dieron la primera pista para que el chico de las flores azules saliera del cuarto de herramientas de su padre y me hiciera dar un grito bastante peculiar.

- ¡Sergey! como es que te apareces así como si nada. Sigues tan incógnito para tus cosas.

- Vaya ¡Cassie! nunca pensé que te volvería a ver. Creo que hasta mi mente se ha olvidado de ti. ¿Te gustaron mis fotos?

- ¡Ah! Claro, fotos... me llenaste la casa de fotos y además era lógico darme cuenta que eras tú...pero déjame decirte algo.- exclamé mientras tocaba su hombro con confianza.

- Nada de comentarios, ya lo sé todo. No quiero perder mi tiempo, puedes salir por la misma puerta que entraste. (Sergey limpiaba una pequeña cuchilla que la usaba para esculpir madera).

- ¡No saldré hasta aclarar que sucede contigo y conmigo!...

- ¡Nada!

- Exacto Sergey, has pensado bien... no sucede nada, y quiero pedirte que puedas olvidar todo lo que sucedió. Mi vida ya abrió paso a...

- ¡A Carl!, si ¡Ya lo sé! a Carl, tu amado y bendito Carl. El chico millonario, que es feliz, que lo tiene todo, que no necesita comprarte flores porque es algo común, él te invita a buenos lugares.

- Lo conoces muy bien... ¡Sé que muchos te conocen! pero yo, yo nunca merecí conocerte. Siempre me engañaste con tus misterios.

Sergey apretó la cuchilla y la colocó el en bolsillo de su jeans. Respiró profundo. Entró en la cocina un poco enfadado y sirvió dos tazas de chocolate. "Toma asiento le dijo". Nadie sospechó que aquella tarde todo se apagaría, que todo cambiaría. Que de un momento a otro las flores de toda Estonia se tornarían del color favorito de Cassie: AZUL.

Se sentaron, recordaron los primeros días de ella. Se miraban fijamente como amor a primera vista. Ella se acordaba de la obsesión juvenil, él de la esquizofrenia prolongada por ella. Cruzó las piernas. Los ojos de él parecían explotar. Ella seguía explicando todas las tardes que quiso investigar a Sergey. Él reía, como una historia común de cine. Tomó el cigarrillo, y decidió prender solo la luz cerca del sofá. Y Allí estaban ambos conversando.

"Quieres ver mis cuadros". Dejaron las tazas por largos minutos de arte. Tenían tanto en común pero el mundo se negaba a juntarlos. Ya se entendían, ya habían planeado todo. Él tocaba las mantas encima de sus cuadros, tan delicados, tan artista. Mucho azul y rojo en sus cuadros. Algo que no provoca dudas en alguien que conoce a este hombre. Ella sonreía, sabía que la mayoría de ellos, reflejaban algo de su vida. Sus ojos, sus brazos, sus ropas, su cuarto, su casa, sus fotos. ¡Todo absolutamente todo! Se acabó el cigarrillo. ¿Te parece llevarte uno de ellos luego, antes de terminarlo todo? Sergey guardo su pincel preferido en el bolsillo y se dio cuenta que aún tenía la cuchilla limpia en su jeans. (Muchas ideas vinieron a su mente).

Ella siguió espiando algunas esculturas, algunas fotos, muy parecidas a las que llegaron a su cuarto. "Muy lindo todo", se dejaba caer la tira de su vestido. "Muy lindo todo". Sergey ya estaba impaciente. "Lo es".- exclamaba nervioso.

NUNCA OLVIDARÁS ESTONIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora